
Washington, D.C., 28 de marzo de 2025 – “Para avanzar en la equidad en salud, es necesario que los sistemas de salud de la región sean más inclusivos y respetuosos, reconozcan la diversidad y los diferentes saberes, promuevan la participación social y eliminen la discriminación étnico-racial y de género. Por este motivo, es fundamental que se actúe sobre los determinantes sociales de la salud”. Así lo afirmó la directora del Departamento de Determinantes Sociales y Ambientales para la Equidad en Salud, Gerry Eijkemans, durante su participación en el seminario virtual Mujeres Afrodescendientes en las Américas: Resilientes y Diversas.
Este evento, celebrado en el contexto de la VIII Semana Interamericana de las y los Afrodescendientes en las Américas, estuvo coorganizado por OPS junto con la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Red Interamericana de Altas Autoridades sobre Políticas para Población Afrodescendiente (RIAFRO), la Cooperación Andina de Fomento (CAF) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Eijkemans señaló que la salud de las mujeres afrodescendientes sigue marcada por profundas desigualdades y que estas desigualdades no son casuales, sino que “responden a diferentes dimensiones, que incluyen el racismo estructural y la discriminación”.
Aunque faltan aún datos más precisos, la información que se dispone evidencia que las personas afrodescendientes presentan, en general, mayores niveles de pobreza, falta de acceso a servicios básicos como agua y saneamiento, menores tasas de participación y representación en los procesos de toma de decisiones, y empleos de más baja remuneración. “Si se tienen en cuenta las intersecciones entre la etnicidad y el género, las mujeres afrodescendientes en condición de pobreza pueden llegar a tener una triple condición de vulnerabilidad en todos sus derechos, entre ellos el del acceso a la salud”, dijo en su intervención la directora del Departamento de Determinantes Sociales y Ambientales para la Equidad en Salud.
Eijkemans añadió que diversos estudios han demostrado que, en comparación con otros grupos de la población, “las mujeres afrodescendientes en algunos países tienen mayores tasas de mortalidad materna, prevalencia de enfermedades crónicas como la hipertensión arterial, así como un acceso más limitado a servicios de salud de calidad”.
“Por este motivo, el acceso universal a la salud exige que haya un diálogo intercultural y un enfoque de la salud que reconozcan y valoren las diferencias entre culturas de distintos grupos étnicos, al tiempo que se responde a sus necesidades específicas”, subrayó.
La OPS está comprometida a trabajar en estos aspectos mediante iniciativas que se enmarcan en los compromisos de los Estados miembros y, específicamente, en la Política sobre Etnicidad y Salud, de 2017, y su estrategia y plan de acción en 2019.
La VIII Semana Interamericana de las y los Afrodescendientes en las Américas del 24 se celebró entre el 24 y el 28 de marzo bajo el lema Tengo un sueño: Reconocimiento. Justicia. Desarrollo. El tema de este este año pretende reconocer la historia de la esclavitud (una institución que duró más de 200 años), reconocer que su legado sigue impregnando nuestras sociedades incluso en la actualidad y hacer un llamado para alcanzar el desarrollo construyendo un futuro con dignidad y justicia para todas las personas.