Mirta Roses Periago: El 30% de los casos de cáncer podría evitarse actuando sobre los principales factores de riesgo.
El impacto del cáncer en los países de las Américas es cada día más visible y doloroso. Ya es la segunda causa de muerte y los casos siguen aumentando. Los países pequeños del Caribe y los de menos recursos sufren un impacto desproporcionado. Se estima que para 2030 más de dos millones de personas morirán de cáncer cada año en el hemisferio, y que los casos nuevos aumentarían 85% en Latinoamérica y el Caribe, y 55% en Norteamérica.
La ciencia y la tecnología han aportado un gran progreso en el cuidado del cáncer y la sobrevivencia de los afectados. Los países de ingresos altos registran importantes logros en las últimas décadas, pero en los países de bajos recursos, la batalla contra el cáncer es aún muy incipiente. Es una carrera contra el tiempo y urge acelerar el paso, reduciendo las desigualdades en información al público, en educación de los proveedores de servicios de salud, en prevención y en tratamiento, antes de que el cáncer y otras enfermedades crónicas no transmisibles golpeen como un tsunami a la población más vulnerable.
La buena noticia es que acciones de bajo costo y alta efectividad permiten reducir notablemente la incidencia y mortalidad del cáncer, con políticas públicas correctas y medidas individuales y colectivas. Al menos uno de cada tres casos de cáncer podría evitarse actuando firmemente sobre los principales factores de riesgo, como son el consumo abusivo de alcohol, la dieta poco saludable, la inactividad física y el control del tabaco con las acciones acordadas en el tratado internacional. También con la protección frente a sustancias químicas, agrotóxicos, radiaciones ionizantes y solares, y reduciendo la exposición de los niños y embarazadas a estos agresores.
Adicionalmente, un porcentaje similar de casos pueden curarse o ponerse en remisión a través de la detección precoz, especialmente en los grupos de alto riesgo, seguida de un tratamiento efectivo.
La OPS impulsa con los Estados miembros y con diferentes socios programas integrales para el control del cáncer con medidas como: a) Aumentar las coberturas de vacunación para ciertos tipos de cáncer; como el cérvicouterino y el de hígado, y mejorar la protección frente a carcinógenos en el medioambiente y en el lugar de trabajo. b) Elevar el acceso a programas de detección temprana, como el autoexamen de mamas, el examen de cuello uterino, de próstata, de colon, de pulmón, de piel. c) Ampliar el acceso a un diagnóstico oportuno y un tratamiento adecuado. d) Fortalecer el acceso a servicios de cuidados paliativos para mejorar la calidad de vida.
Un caso ilustrativo es el cáncer cérvicouterino. Cada año se diagnostican casi 80.000 nuevos casos y causa más de 25 mil muertes en las Américas. Y tiene tasas de mortalidad siete veces más altas en Centro y Sudamérica que en Norteamérica. Pero también es altamente prevenible con intervenciones costo-efectivas ya probadas, como la vacuna contra el virus del papiloma humano y el diagnóstico y el tratamiento temprano.
El cáncer plantea un gran desafío, pero la acción conjunta de todos los sectores del Gobierno, las organizaciones de la sociedad civil, el sector privado y las familias posibilitaría reducir muertes prematuras, sufrimiento y costos. Actuemos ahora para proteger de esta tremenda carga a las actuales y futuras generaciones en las Américas.