Ginebra, 19 de junio de 2012 (declaración OMS).- Un medio ambiente saludable es un requisito indispensable de la buena salud. La reducción de la contaminación del aire, el agua y las sustancias químicas puede evitar hasta una cuarta parte de la carga mundial de morbilidad. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) representa una gran oportunidad para que el mundo reconozca y aproveche los vínculos inextricables que existen entre la salud humana y el desarrollo sostenible.
La buena salud contribuye a alcanzar las metas de la sostenibilidad
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada año unos 150 millones de personas pasan graves aprietos económicos porque al enfermar deben utilizar los servicios de salud y tienen que pagarlos de su bolsillo. Muchos se ven obligados a vender lo poco que poseen o endeudarse para poder pagar las cuentas médicas. Como resultado, unos 100 millones de seres humanos son empujados a la pobreza. La falta de acceso a los servicios de salud empobrece a las personas porque si enferman no pueden trabajar; y si pueden utilizar los servicios de salud su situación empeora porque se ven obligadas a pagar aun siendo pobres.
Por lo tanto, proteger a las personas de los gastos médicos desmesurados y darles acceso a los servicios esenciales mediante la cobertura sanitaria universal constituye un elemento esencial de cualquier estrategia para reducir la pobreza y crear sociedades sólidas. Una población sana permite aumentar el desarrollo económico, tener mejores oportunidades educativas, empoderar a las mujeres, disminuir el empobrecimiento y fomentar la cohesión social.
La salud se beneficia del desarrollo sostenible
Un medio ambiente saludable es un requisito indispensable de la buena salud. La reducción de la contaminación del aire, el agua y las sustancias químicas puede evitar hasta una cuarta parte de la carga mundial de morbilidad. Las políticas en materia de energía que aminoran la contaminación atmosférica podrían reducir a la mitad las muertes por neumonía y disminuir considerablemente la cifra anual de un millón de muertes causadas por la contaminación del aire en interiores. La sustitución de las estufas de biomasa o carbón por otras que utilizan un combustible menos contaminante ayudaría a mejorar la salud de hasta 3000 millones de las personas más pobres del mundo.
En este momento en que el mundo debe resolver los ingentes problemas que plantean el envejecimiento de la población, el crecimiento de las ciudades, la movilidad cada vez mayor de los grupos humanos, la competencia por los recursos naturales escasos, la incertidumbre económica y el cambio climático ya no es factible idear soluciones que provengan de un único sector. Esta situación exige tener una mayor coherencia de políticas; es decir, pasar de considerar únicamente la salud en todas las políticas a agregar también el medio ambiente.
La salud constituye una forma de cuantificar las repercusiones de las políticas de desarrollo sostenible
Seguir de cerca el avance hacia el desarrollo sostenible entraña la capacidad de evaluar las dimensiones económica, ambiental y social de las políticas. Por sí solas, las inversiones sanitarias no pueden resolver los problemas de la deuda pública, la volatilidad de los precios de los alimentos ni el impacto del cambio climático. Para quienes se proponen promover un enfoque más justo, económico y sostenible de la globalización, la salud de los seres humanos sigue revistiendo una importancia capital como indicador de la repercusión de las políticas en dichas áreas. Y es que no solo se trata de que los resultados sanitarios se puedan cuantificar fácilmente, sino de que las preocupaciones en torno a la salud son inmediatas, personales y locales.
En la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de hace 20 años se afirma que "Los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza." Es imprescindible que los participantes en Río+20 reafirmen este concepto y adopten medidas concretas para optimizar la interacción de la salud humana y el desarrollo sostenible.