Incendios Forestales

Los incendios forestales son fuegos incontrolados que ocurren en la naturaleza y pueden ser provocados por seres humanos o intensificados por condiciones climáticas adversas. 

Las causas de los incendios forestales son variadas. Entre las más comunes se encuentran las actividades humanas, como la quema de tierras para la agricultura y la tala ilegal, así como las condiciones climáticas adversas, como sequías prolongadas y altas temperaturas. Los largos períodos de sequía, caracterizados por la falta de precipitaciones y el déficit de humedad en el suelo, afectan significativamente el equilibrio hidrológico y aumentan la evaporación. Estas condiciones pueden agravarse aún más con olas de calor, lo que intensifica los impactos generales y eleva el riesgo de incendios forestales. Otros factores, como el viento, la vegetación, la topografía y las prácticas de manejo forestal, también contribuyen a este riesgo. 

La combinación de los diversos factores puede aumentar tanto la frecuencia como la intensidad de los incendios forestales. Asimismo, además del cambio climático, la creciente urbanización de las áreas rurales también contribuye a extender la temporada de incendios.

 

Situación en las Américas

A nivel global, estos eventos se están volviendo más extremos en términos de hectáreas quemadas, duración e intensidad. En las Américas, se ha observado un aumento en la frecuencia, gravedad y duración de los incendios forestales, lo que intensifica la necesidad de comprender sus efectos en la salud pública. Según un informe reciente, en 2022 la población estuvo expuesta a temperaturas ambientales promedio de 0.38 °C más altas que en el período 1986-2005. Paraguay experimentó la mayor anomalía (+1.9 °C), seguido por Argentina (+1.2 °C) y Uruguay (+0.9 °C). Además, entre 2000-2009 y 2013-2022, se registró un incremento del 140% en la mortalidad relacionada con el calor. 

El 2024 fue un año particularmente devastador por el impacto del fenómeno de El Niño, que ha agravado la sequía en muchas regiones, amplificando las condiciones que favorecen la propagación de los incendios.

Varios países suramericanos han experimentado un incremento notable en la intensidad de los incendios durante agosto y principios de septiembre, debido a una sequía prolongada, caracterizada por la falta de lluvias y un déficit de humedad en el suelo. 

Acceda a los reportes diarios de Monitoreo de Amenazas Naturales, para actualizaciones sobre eventos climátivos extremos en la región, incluyendo incendios forestales.

Impacto de los incendios forestales

Impacto en la salud: En términos de salud, la inhalación y exposición al humo y las cenizas pueden causar diversas afecciones que van desde irritación en la piel hasta exhacerbación de condiciones crónicas respiratorias o cardíacas. Los riesgos directos de los incendios forestales incluyen quemaduras, lesiones físicas, golpes de calor y, en casos extremos, la muerte. Además, los incendios pueden provocar la interrupción del suministro de medicamentos y atención sanitaria por daños a la infraestructura y corte de servicios.

Algunos efectos de los incendios forestales pueden prolongarse por años. La pérdida de propiedades y el desplazamiento forzado pueden tener graves consecuencias para la salud mental, causando estrés postraumático, la depresión y el insomnio.  

Los incendios forestales también pueden generar consecuencias indirectas, como escasez de alimentos por la destrucción de cultivos, lo que a su vez puede contribuir a un mayor riesgo de malnutrición y seguridad alimentaria.

Impacto ambiental: Los incendios forestales pueden tener consecuencias devastadoras para los ecosistemas. El humo de los incendios forestales libera grandes cantidades de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera, contribuyendo así al ciclo del cambio climático y afectando la calidad del aire.

Impacto socioeconómico: Los incendios forestales cercanos a áreas pobladas pueden tener un impacto considerable en el medio ambiente, la salud humana, la salud animal y la economía. Estos eventos afectan la infraestructura de las ciudades y pueden causar interrupciones en el transporte, las comunicaciones, el suministro de agua y los servicios de energía. 

El alcance del impacto de estos eventos depende del tamaño, velocidad y proximidad del fuego, así como de la emisión de advertencias anticipadas para evacuar, por lo que la comunicación de riesgo y participación comunitaria juega un rol importante tanto en la preparación como en la respuesta ante este tipo de eventos.

Riesgos para la salud

El humo de los incendios forestales consiste en una combinación de gases y diminutas partículas que se originan de la quema de materiales como árboles, vegetación y estructuras. Este puede afectar la salud de inmediato, incluso a personas sanas, provocando irritación en la garganta, ojos, nariz y piel, y afectando las vías respiratorias, causando tos y dificultad para respirar.

El humo de los incendios forestales puede desencadenar eventos asmáticos y problemas respiratorios y/o exhacerbar condiciones preexistentes de salud.  En algunos casos, las partículas pequeñas del humo pudieran penetrar profundamente en los pulmones, causando inflamación y daño en el tejido pulmonar.

 

Algunas poblaciones son más susceptibles a los efectos del humo de los incendios forestales de acuerdo a su grupo poblacional, a condiciones pre-existentes de salud. Asimismo, trabajadores que participan en la respuesta a la emergencia por su nivel de exposición. Otros factores como la ubicación u otras particularidades culturales o socioeconómicas de ciertas comunidades, también pueden influir en el nivel de impacto o vulnerabilidad ante incendios forestales.

Dentro de grupos vulnerables están:

  • Las personas con asma u otras afecciones respiratorias crónicas, personas con condiciones cardiovasculares preexistentes; así como los adultos mayores, los niños y las mujeres embarazadas, son más susceptibles a los efectos del humo y las cenizas.

  • Las localidades de difícil acceso o con acceso limitado, las comunidades indígenas, las personas que viven en situación de pobreza y/o las poblaciones enfrentando una crisis socioeconómica, tienen mayores desafíos para acceder a servicios de salud, recibir atención humanitaria y el reestablecimiento de los servicios básicos tras el impacto de incendios forestales.

  • Por la naturaleza de su trabajo, los bomberos y otros trabajadores de respuesta a emergencias están más expuestos a sufrir lesiones, quemaduras e inhalación de humo en concentraciones elevadas durante los incendios forestales.

  • Las personas que trabajan al aire libre, pues tienen una mayor exposición al aire contaminado

 

  • Afecciones respiratorias: Asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), fibrosis quística, enfermedad pulmonar intersticial (fibrosis pulmonar idiopática), cáncer de pulmón y trasplante de pulmón

  • Afecciones cardiovasculares: Enfermedad de las arterias coronarias (incluido un infarto de miocardio previo), insuficiencia cardíaca e hipertensión;

  • Trastornos endocrinos o metabólicos: Diabetes, obesidad y síndrome metabólico. 

Riesgo muy alto

  • Malnutrición. La sequía tiene un impacto grave en la seguridad alimentaria, aumentando la malnutrición. La falta de precipitaciones y la reducción de recursos hídricos disminuyen la producción agrícola, elevando los precios de los alimentos y dificultando el acceso a una dieta adecuada.

  • Enfermedades transmitidas por el agua. La sequía aumenta el riesgo de enfermedades transmitidas por agua, como el cólera, la shigelosis, la hepatitis A y E, y la leptospirosis puede aumentar durante las sequias debido a la escasez de agua limpia.

  • Enfermedades transmitidas por vectores. Durante la sequía, el riesgo de enfermedades transmitidas por vectores, como los mosquitos, aumenta significativamente. La falta de agua superficial puede llevar a las personas a almacenar agua en recipientes, creando hábitats ideales para mosquitos como el Anopheles que transmiten la malaria o Aedes aegypti, que transmiten dengue, chikunguña, Zika y fiebre amarilla urbana.

Alto riesgo 

  • Enfermedades transmitidas por roedores y otras zoonosis. La falta de agua y alimentos durante la sequía puede atraer a los roedores hacia áreas habitadas, elevando las posibilidades de contacto con las personas.

  • Estrés térmico y contaminación atmosférica. El exceso de calor puede causar agotamiento, golpe de calor y agravar enfermedades cardiovasculares, renales, diabetes, trastornos psicológicos y asma, resultando en muertes prematuras y discapacidad.

  • Salud mental y apoyo psicosocial. Las emergencias generan problemas a nivel individual, familiar, comunitario y social, afectando la salud mental con trastornos como ansiedad y depresión.

  • Enfermedades respiratorias. La salud respiratoria puede afectar gravemente a la bajada de la calidad del aire y al aumento de la contaminación durante una sequía.

Riesgo moderado

  • Violencia y violencia de género. La falta de acceso a los servicios y la escasez de bienes esenciales, incluidos los alimentos y el agua potable, aumentan el estrés y las tensiones en las comunidades que pueden incluir enfrentamientos violentos

  • Enfermedades prevenibles mediante vacunación. El riesgo de enfermedades prevenibles por vacunas como sarampión, rubéola, polio y difteria puede aumentar durante una sequía.

  • Enfermedades crónicas no transmisibles. La morbilidad y la mortalidad debidas a enfermedades crónicas no transmisibles tienden a descompensarse en periodos de estrés poblacional, además en un contexto de dificultad de acceso a la salud.

Bajo riesgo

  • Empeoramiento de la salud materno infantil. Las mujeres embarazadas son especialmente vulnerables durante las amenazas naturales. Las condiciones adversas y el acceso limitado a tratamiento médico pueden provocar complicaciones obstétricas, lo que aumenta el riesgo de mortalidad neonatal e infantil 

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