Voluntarios hondureños casa por casa llegan con vacunas a niños y embarazadas durante la Semana de Vacunación
Tegucigalpa, 28 de abril de 2012 (OPS/OMS) - Miriam Orellana es una auxiliar de enfermería de 37 años, que llega al centro de salud Alonzo Suazo, en Tegucigalpa a las 6 de la mañana, para preparar la nevera portátil que contiene las vacunas que serán administradas durante el día, separar los papeles necesarios para las anotaciones y, durante esta Semana de Vacunación en las Américas, coordinar las brigadas que irán, casa por casa, a vacunar. Ese día fue seleccionada la colonia Kennedy.
"Ser enfermera es algo que a mi me gusta, servir a la población. Porque hay personas que necesitan de nuestra ayuda, ¿verdad? Esto es vocación de servirle a los demás, y yo me siento feliz sirviéndole al pueblo. Vacunando ayudamos a los niños a prevenir muchas enfermedades y también salvar vidas", afirmó orgullosa la enfermera.
Miriam, madre de cuatro niños, sale a la puerta del centro médico y observa que están listos los voluntarios, en su mayoría estudiantes de enfermería y medicina. Miriam reparte las neveras portátiles y los papeles, separa los grupos de trabajo y todos juntos se encaminan hacia la colonia Kennedy.
Al llegar a este barrio de arboles frondosos y aceras estrechas, los grupos se dividen y anuncian la campaña con megáfonos. Puerta por puerta, van a buscar a niños y mujeres embarazadas que, por diferentes razones, están rezagados en su esquema de vacunación, aun cuando Honduras tiene una de las mas altas tasas de inmunización en las Américas.
Una de las voluntarias es Leslie Lara Hernández, de 20 años, estudiante de Licenciatura en enfermería de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Después de varias casas Leslie y Miriam encuentran al primer niño que necesita sus vacunas. Con amabilidad, Miriam explica a la abuela del niño qué es la jornada de vacunación, mientras Leslie no se pierde detalle de la explicación.
"Escogí la carrera de enfermería porque me gusta ayudar a las personas. Desde pequeña jugaba a ser enfermera", cuenta Leslie. "Es una profesión muy bonita, me gusta mucho ir casa por casa a vacunar. Es una misión muy noble poder ayudar a los niños a evitar enfermedades. Creo que todos los estudiantes deberían tener esta experiencia", afirmó.
Para Miriam, transmitir sus experiencias a futuros enfermeros es una necesidad vital. "Me gusta enseñar porque ellos son el futuro, son los que vienen atrás de nosotros, que vamos pasando", indicó la enfermera. "Es bueno que tengan el mejor conocimiento de todo lo que se hace en enfermería, porque necesitamos enfermeras bien preparadas", afirmó.
En la vereda de enfrente, otra brigada de vacunadores realiza la misma tarea. Entre ellos esta Alejandro Rojas, un estudiante de tercer año de medicina de 21 años que quiere ser medico internista.
"Me gusta saber que le estoy haciendo un bien a la población, que lo que estamos haciendo sirve para prevenir enfermedades que en algunas ocasiones son mortales", comentó el estudiante. "Todos los estudiantes de medicina deberían hacer voluntariado porque así uno ve la realidad de lo que es la carrera de medicina, que no solo es estar en un consultorio atendiendo pacientes, sino que es también andar de casa en casa, sirviendo, tratando con la gente dondequiera que se encuentren", aseguró.
Gracias al esfuerzo incansable de muchas personas e instituciones, en las ultimas tres décadas Honduras ha construido un programa solidos de inmunización. La vocación de Miriam, Leslie, Alejandro y muchos otros demuestran la importancia de las vacunas y traducen con acciones el lema de la Semana de Vacunación: "La vacunación es un gesto de amor".