Washington, D.C., 18 de diciembre de 2023 - Globalmente, los trabajadores migrantes, especialmente aquéllos en situación irregular, corren un mayor riesgo de sufrir lesiones laborales y enfermedades relacionadas con el trabajo que sus comunidades de acogida, debido particularmente al empleo en sectores de alto riesgo, incluidos los llamados empleos 3D: peligrosos, sucios y exigentes (por las siglas en inglés de esos términos: dangerous, dirty, demanding). Incluso en los sectores como los cuidados y los servicios, aunque tradicionalmente no se consideran de alto riesgo, los inmigrantes dedicados a esas labores, como los trabajadores domésticos, suelen estar expuestos a largas jornadas y penurias considerables, lo que puede repercutir en su salud.
En América Latina hay 18 millones de trabajadores domésticos, de los cuales el 17,2% son migrantes. Migran con frecuencia debido a los ingresos y a la situación de sus países de origen. El 92% de todos los trabajadores domésticos migrantes son mujeres. Éstas suelen estar expuestas a abusos, estigmatización y discriminación, lo que también afecta a su salud y bienestar.
En el Día Internacional del Migrante (18 de diciembre) compartimos las historias de tres trabajadoras domésticas migrantes de América Latina: Ángela Ramírez, Katia Contreras y Eva María Quezada. Las tres hablan de esperanza y arrojan luz sobre los retos de establecerse y trabajar en un nuevo país. Recogemos su historia en un reportaje de vídeo producido recientemente para la Cuarta Escuela Global de la OMS sobre Salud de los Refugiados y Migrantes, que fue retransmitida por Internet en todo el mundo desde Dakar desde el 27 de noviembre hasta el 1 de diciembre de 2023.
Ángela Ramírez, una colombiana que migró a Costa Rica para apoyar la educación de sus hijos, que se quedaron en su país de origen
“Vine de Colombia para trabajar aquí para apoyar la educación de mis hijos, pero ellos se quedaron en Colombia.
Para poder trabajar, tenía que tener seguro. Donde trabajaba no me inscribían para recibir cobertura. Conseguí la residencia a través de mi marido, y mi marido me inscribió, porque donde trabajo nadie me proporciona seguro.
Estamos luchando por nuestros derechos a estar aseguradas, a tener todas las prestaciones, a que nos traten bien, a que no nos discriminen".
Katia Contreras, una migrante de Venezuela que se trasladó a Perú cuando la crisis económica estalló y su condición de salud empeoró
"Venir y empezar de nuevo fue duro. Hasta cierto punto, pensé que las cosas serían un poco más fáciles.
Ha sido muy difícil para mí porque hay gente que es muy exigente, que no quiere pagarte lo justo. Te obligan a hacer cosas de más y hasta pueden humillarte.
Me he sentido deprimida e impotente, muy triste muchas veces. Me he sentido abandonada porque mucha gente me decía: 'si no tienes recibo, no puedes reclamar tus derechos'.
Ha sido difícil acceder al sistema sanitario porque no tengo algo seguro, estable. [Trabajo] por días, así que no tengo ese tipo de prestaciones. Voy [a los centros de salud], pero muchas veces tengo que cubrir yo misma los gastos de los medicamentos. También tengo que pagar muchas de las consultas. Esto me perjudica mucho económicamente".
Eva María Quezada, una migrante de Nicaragua que migró a Panamá debido a la inestabilidad política del país en ese momento
"Obviamente, llegué aquí con el corazón partido por la mitad porque toda mi familia está allí.
El primer trabajo que encontré fue de empleada doméstica, en la casa de una familia, encerrada 24 horas al día, siete días a la semana. Así que fue difícil.
He sufrido discriminación verbal.
Nunca he estado muy enferma, pero la única vez que enfermé creo que fue debido al estrés o por estar sobrepasada. Esa vez recuerdo que eran sobre las tres de la mañana y me desmayé en el trabajo, algo que nunca me había pasado”.
Estas historias actúan como una señal de alarma que apunta a la necesidad de promover políticas integrales que protejan a las mujeres migrantes y garanticen su acceso a unas condiciones de trabajo dignas para mejorar su salud y su calidad de vida general.
La Escuela Global 2023 de la OMS sobre Salud de los Refugiados y Migrantes fue organizada por el Departamento de Salud y Migración de la OMS, en estrecha colaboración con el Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, la Oficina Regional de la OMS para África y la Oficina de la OMS en Senegal, y acogida por el Ministerio de Salud de Senegal. Fue financiada por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de Italia, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Portugal y la Alianza para la Cobertura Sanitaria Universal.