Avanza la concientización sobre uso adecuado de antimicrobianos en la industria agropecuaria

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Bogotá, 17 de noviembre de 2021 (OPS) - En una revisión sistemática publicada en The Lancet Planetary Health en 2017 se concluyó que los programas regulados que restringen el uso de antibióticos en animales destinados a la producción de alimentos reducen las bacterias resistentes a ellos hasta en un 39% o más. Resultados que sirvieron de base para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) elaborara las nuevas directrices sobre el uso de antimicrobianos de importancia médica en animales destinados a la producción de alimentos.

Esto, teniendo en cuenta que el sector agropecuario es el primer eslabón de la cadena agroalimentaria y, por ende, si se controla el uso de antibióticos, así como de otros agentes antimicrobianos, y se garantiza que se empleen de manera prudente, racional y adecuada, se previene el desarrollo de resistencia antimicrobiana (RAM) y el riesgo de que esta se transmita a través de la cadena de producción hasta llegar al ser humano.

Si bien hay grandes avances en materia de control de la RAM, es claro que aún queda mucho trabajo por realizar para detener esta problemática, que sigue presentándose y es una realidad “en animales de producción que tienen riesgo de alto o mediano uso de antibióticos, como aves, porcinos y bovinos. Los antibióticos se usan en menor cuantía en peces, conejos y otras especies menores”, explica la doctora Pilar Donado, médica veterinaria, PhD, investigadora senior de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (AGROSAVIA).

Factores que inciden en la RAM

Aunque la resistencia antimicrobiana puede ocurrir de forma natural a través de la adaptación del microorganismo al medio ambiente, originando la aparición de genes de resistencia y la transferencia de estos entre ellos, “la carencia de información sobre el uso adecuado de los antimicrobianos por parte de los productores en sus fincas; la utilización de estos sin preescripción del médico veterinario; no cumplir las indicaciones de los tratamientos preescritos o suspenderlos al ver cierta mejoría, son costumbres que inciden en la resistencia”, explica el doctor Edilberto Brito Sierra, médico veterinario y zootecnista, coordinador del Grupo de Inocuidad en la Producción Pecuaria del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA).

Como resultado, se ha establecido el desarrollo de resistencia a tetraciclinas, fluoroquinolonas y cefalosporinas de primera, segunda y tercera generación, entre otros antibióticos de uso en salud humana.

De igual forma, hay resistencia a antimicrobianos empleados como promotores de crecimiento, los cuales no están autorizados en Colombia (Resolución 22747 de 2018, que prohíbe la importación, fabricación, registro, comercialización, uso de aditivos que contengan polimixina E (colistina) y polimixina B como promotores de crecimiento en especies animales productoras de alimentos para el consumo humano).

Prohibición que resultó de un trabajo conjunto entre el ICA, AGROSAVIA y los Ministerios de Salud y Protección Social (MSPS) y de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR), y sus entidades adscritas, basado en investigaciones lideradas por AGROSAVIA, al detectar el gen mcr-1 por primera vez en animales; este gen está asociado al uso de colistina, una de las últimas alternativas terapéuticas para infecciones nosocomiales en humanos causadas por bacterias gramnegativas multirresistentes.

En esta línea, en 2020 el ICA presentó los resultados del estudio de investigación ‘Detección del gen mcr-1 en aislamientos de Salmonella spp. de animales 2006-2018’, el cual encontró la presencia de este gen plasmídico de resistencia a colistina en ocho especies de animales (silvestres, domésticos y de compañía), procedentes de 17 departamentos del país.

Esto sucede mientras en países como Estados Unidos no se utilizan algunos antibióticos, entre ellos la colistina, y en la Unión Europea está prohibido desde 2006 el uso de promotores de crecimiento en animales destinados para el consumo humano ya sea para mejorar su tasa de crecimiento o lograr un mayor rendimiento en la producción. Por ejemplo, en Dinamarca, país piloto en el tema, se prohibieron desde 1996 y diversos estudios adelantados en la Unión Europea han permitido establecer que, al no usarlos, disminuye la resistencia tanto en humanos como en animales.

Algunas acciones

En Colombia, desde el año 2008, se adelanta un intenso trabajo inter y multisectorial dirigido a contrarrestar la problemática de la resistencia antimicrobiana en salud animal y, por ende, en pro de la salud humana y la del medio ambiente.

Este trabajo, coinciden los doctores Donado y Brito, es fundamental, entre otras cosas, porque permite “continuamente recopilar datos sobre la ocurrencia de bacterias resistentes y uso de antibióticos. Eso no lo podemos hacer solos, por la epidemiología tan compleja que tiene la resistencia antimicrobiana”.

Como “hay intercambio y transferencia de genes de resistencia entre bacterias de las diferentes áreas de uso de antibióticos: granjas, alimentos, ambiente, hospitales y clínicas, incluso en mascotas, se requiere este trabajo de manera integrada y con la participación de todas las entidades, que nos permita hacer intervención, vigilancia, seguimiento e incluso tener mapas de rutas de transmisión e identificar factores de riesgo, y hacer más eficientes los recursos que recibimos”, complementa la doctora Donado.

AGROSAVIA, en el año 2010, de la mano con la OPS, lanzó el piloto del Programa Colombiano de Vigilancia Integrada de la Resistencia a los Antimicrobianos (COIPARS),  en la cadena avícola, que incluía granjas avícolas, plantas de beneficio, grandes cadenas de supermercados y mercado minorista, y que involucró tanto al sector público como privado, participando el ICA, el INVIMA, el Instituto Nacional de Salud, la Universidad de los Andes y el grupo GREBO de la Universidad Nacional y, las empresas integradoras avícolas de Cundinamarca y Santander, lo mismo que    Carulla y Fenavi, y que sirvió de modelo para la región, incentivando a otros países de América Latina a diseñar este tipo de estrategias.

Posteriormente, en 2019, el ICA estructuró el Programa de Vigilancia y Seguimiento de la Resistencia a los Agentes Antimicrobianos en Producción Primaria, “teniendo en cuenta las recomendaciones de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con objetivos como el mejoramiento de la concientización y la comprensión de la RAM y la promoción de las buenas prácticas en el sector agropecuario, entre otras, motivados por un trabajo en equipo  con instituciones de diferentes sectores, como salud, agricultura y medio ambiente, y con un gran apoyo de la Organización Panamericana de la Salud OPS”, comenta el doctor Brito.

Ahora, Colombia es uno de los siete países de América Latina que participa en el proyecto tripartito ‘trabajando juntos para combatir la resistencia a los antimicrobianos’, con el enfoque de ‘Una salud’, el cual recibe el apoyo de la Unión Europea (UE), OPS, la FAO y la OIE, en donde además de AGROSAVIA y el ICA, participan el Ministerio de Salud y Protección Social (MSPS), el Instituto Nacional de Salud (INS), el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA), el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), en un trabajo interdisciplinario en pro de la salud humana, animal, ambiental y la seguridad alimentaria.

También se han realizado cursos, talleres y se han elaborado cartillas, folletos y otros materiales para divulgar no solo los proyectos, sino el conocimiento sobre el uso racional de los antimicrobianos, así como cursos sobre buenas prácticas ganaderas en sus diferentes componentes, incluyendo el de resistencia antimicrobiana, y se realizan monitoreos constantes en granjas de producción de leche, huevos, porcinos y otras especies.

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Uso racional de antimicrobianos

Junto a todo este trabajo en equipo, resulta fundamental concientizar a la comunidad sobre el uso de los antimicrobianos en animales, prescritos por el veterinario, en la duración y la dosis indicada.

Específicamente en salud animal “solo se deben utilizar aquellos productos aprobados para uso en producción animal, cuando se diagnostique o se sospeche una infección, es decir, para el tratamiento de animales enfermos o en un caso de brotes de enfermedades que ya haya sido diagnosticado”, explica la doctora Donado.

De lo contrario, “los medicamentos cada vez serán menos efectivos, y se agotan las opciones disponibles. Este es uno de los grandes retos que se tienen a nivel mundial, que no es responsabilidad de una sola persona, ni una entidad, sino de todos, y en ello estamos trabajando”, indica el doctor Brito.

Por ejemplo, los veterinarios tienen un rol fundamental para combatir la RAM, fomentando un uso adecuado y bajo prescripción de antimicrobianos en la producción animal; promoviendo buenas prácticas de higiene, bioseguridad y vacunación, y facilitando un correcto diagnóstico de enfermedades infecciosas en animales, indica la OPS.

Así mismo, es muy importante la adopción de las normas internacionales para el uso responsable de los antibióticos y las directrices establecidas por la OMS y FAO a través del Codex Alimentarius y la OIE, y se cuenta con una excelente guía para la salud animal y humana que es la lista de antimicrobianos de importancia en salud humana lanzada por la OMS en el año 2005 y actualizada de manera permanente.

El objetivo es continuar con este trabajo inter y multidisciplinario, así como con nuevas investigaciones, porque se avecinan otros retos y desafíos. Así lo señala la OIE en su estrategia sobre la resistencia a los agentes antimicrobianos y su uso prudente, en donde afirma que resulta indispensable “aumentar los conocimientos y la comprensión entre los Países Miembros, los veterinarios, los agricultores, las partes interesadas y los ciudadanos y, de este modo, apoyar el desarrollo y la implementación de instrumentos y políticas que mejoren la sanidad y el bienestar de los animales”

“Nos hace falta investigar o hacer estudios de resistencia antimicrobiana en animales de compañía, en agua y en vida silvestre, así como establecer cuáles son las ventas de antibióticos en el país, y conociendo esas cifras, trabajar para reducirlas, en este campo con el apoyo de veterinarios, establecimientos que comercializan insumos pecuarios, y las industrias agropecuaria, piscicultora y alimentaria”, concluye la doctora Donado.

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