En el Día Mundial de la enfermedad de Chagas, la OPS reafirma la necesidad de sostener una atención de calidad durante el embarazo, el nacimiento y puerperio
Montevideo 14 de abril de 2020— Cada año, cerca de 12.000 personas mueren en las Américas debido a la enfermedad de Chagas, una parasitosis endémica que puede transmitirse a través de los insectos conocidos como vinchucas, chinches o chirimachas, pero también por transfusiones, alimentos o por vía transplacentaria.
Las últimas cifras disponibles, de 2010, estiman que anualmente, entre 9.000 y 15.000 recién nacidos contraen la infección de Chagas durante el embarazo y que 1,1 millones de mujeres en edad reproductiva en América Latina y el Caribe están infectadas.
El año pasado, en el marco del 57° Consejo Directivo, los países de la región reafirmaron su compromiso de acciones colectivas para combatir las enfermedades transmisibles, y para lograr el objetivo 10 de la Agenda de Salud Sostenible de las Américas (ASSA) 2030 de reducir la carga de las enfermedades transmisibles y eliminar las enfermedades desatendidas; entre ellas, la infección de Chagas.
En el mismo sentido, se reforzó el acuerdo de la Eliminación de la Transmisión Vertical de la enfermedad en el contexto de PTMI Plus (la eliminación de la transmisión maternoinfantil de la infección por el VIH, la sífilis, la enfermedad de Chagas congénita y la infección perinatal por el virus de la hepatitis B). “Con un compromiso regional es posible pensar en nuevas generaciones que nazcan libres de la enfermedad de Chagas”, señala el Dr. Rodolfo Gómez, asesor regional de salud sexual y reproductiva de Centro Latinoamericano de Perinatología, Salud de la Mujer y Reproductiva (CLAP) de OPS.
Entre las recomendaciones a los países para eliminar la transmisión transplacentaria de esta enfermedad, la OPS propone no solo medidas a llevar adelante durante el parto, como el tamizaje de rutina de todas las embarazadas y la atención y seguimiento a aquellas que dieran positivo, sino también, indicaciones para el momento del parto, como pruebas serológicas y parasitológicas a los recién nacidos de madres infectadas y para después del parto (tratamiento a las madres y a los niños antes del año y seguimiento clínico hasta la cura). “El tamizaje en la mujer embarazada y el adecuado diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los recién nacidos cuando se confirma la infección en la madre son fundamentales para lograr la curación, cuando se implementan en forma oportuna. Igualmente, sostener el tamizaje neonatal y la vigilancia son prioritarios”, explica el Dr. Pablo Durán, asesor regional de salud perinatal del CLAP.
Asimismo, se recomiendan otras intervenciones como el diagnóstico y tratamiento en niñas y mujeres en edad reproductiva, acelerar las acciones para interrumpir la transmisión domiciliaria por los principales vectores (la vinchuca) y el tamizaje en hermanos del recién nacido.