Washington, D. C., 6 de noviembre de 2008 (OPS)—Los casos de paludismo han bajado un 32 por ciento en América Latina y el Caribe desde el 2000. Y también se han reducido las muertes resultantes de la enfermedad en el mismo periodo: hasta en un 40 por ciento. No obstante, más de 140 millones de personas en la Región (un 16 por ciento del total) permanecen en riesgo de contraer la enfermedad, dijeron hoy expertos durante un evento realizado en la sede de la Organización Panamericana de la salud (OPS) con motivo del Día del Paludismo en las Américas.
Los progresos realizados se han debido en buena medida a las mejoras en el tratamiento de la modalidad más mortal de paludismo, junto con medidas más eficaces de control de mosquitos, dijeron los expertos, quienes también subrayaron que la continuidad de la financiación tanto para el control como para el tratamiento es un aspecto clave para la consolidación de los logros en la Región y para incrementar el progreso hacia la eliminación de la transmisión de la enfermedad en todo el hemisferio.
"El paludismo es un problema no solo de salud sino de desarrollo social y económico", dijo el Dr. Jarbas Barbosa, Gerente del Área de Vigilancia Sanitaria y Control de Enfermedades de la OPS. "Tenemos la infraestructura, el compromiso, las herramientas y las estrategias para eliminar el paludismo", afirmó.
"Mantener el compromiso sobre altos niveles de financiación, incluso ante un panorama de menor prevalencia, es esencial para llegar a la eliminación", dijo Matthew Lynch, Director del Programa Global sobre Malaria de la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health.
El paludismo es causado por parásitos Plasmodium, que son transportados por mosquitos y transmitidos a las personas a través de picaduras. En América Latina y el Caribe, el 75 por ciento de las infecciones de paludismo son causadas por P. vivax, que raramente conduce a la muerte, mientras que el 25 por ciento restante se debe al mucho más letal P. falciparum, el parásito predominante en África. De un total de 775.500 casos de paludismo en América Latina y el Caribe en el 2007 se registraron 212 muertes.
En el pasado, los esfuerzos para eliminar el paludismo en la región han arrojado resultados mixtos. Los esfuerzos por el control de los mosquitos a mediados del siglo 20 lograron erradicar la enfermedad de América del Norte y de la mayoría del Caribe, reduciéndola dramáticamente en América Central y América del Sur.
No obstante, reducciones en la financiación de la salud pública, mayormente resultado de la reducción en los casos, ha provocado un gran resurgimiento del paludismo en varios países. Esfuerzos posteriores de control de la enfermedad lograron frenar la expansión de la enfermedad, pero no su eliminación.
Los esfuerzos más recientes fueron lanzados en el 2000, año en el que un grupo de países de América del Sur se unió, con el apoyo de la OPS, en la conformación de la Iniciativa Amazónica contra el Paludismo (AMI). En respuesta a los hallazgos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto a que los parásitos del paludismo en otras regiones estaban desarrollando resistencia a medicamentos tradicionales, la AMI comenzó a evaluar la emergencia de la resistencia en la Región Amazónica. El grupo documentó un crecimiento de la resistencia sobre anteriores tratamientos de carácter único, y colectivamente introdujeron unas terapias combinadas más efectivas, basadas en artemisinina, para reemplazarlos.
"Este es un buen ejemplo de cómo la colaboración inter fronteriza y el desarrollo de consensos pueden usarse para el logro de impactos en salud pública", dijo Trenton Ruebush, experto en paludismo y en enfermedades tropicales adscrito a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). La Red AMI, constituida para estudiar la resistencia a los medicamentos, trabaja ahora para mejorar los diagnósticos de laboratorio en los países así como para fortalecer las capacidades nacionales en entomología y para las pruebas farmacéuticas, agregó Ruebush.
Los actuales esfuerzos de la AMI se concentran en el uso generalizado de mosquiteros tratados con repelente, en el uso residual de insecticidas al interior de los hogares, y en el tratamiento del paludismo con terapias combinadas y basadas en artemisinina.
Keith Carter, el mayor experto sobre paludismo de la OPS, señaló que al tiempo que es importante asegurarse de que el paludismo sea objeto de una financiación continuada para poder sostener los esfuerzos de control y tratamiento, es igualmente importante aumentar el apoyo para el fortalecimiento general de los sistemas de salud en los países afectados.
"No podemos contentarnos con decir simplemente: aquí están las medicinas que funcionan", dijo Carter. "Los trabajadores de la salud y los proveedores de servicios deben ser claros a la hora de hablarles a los pacientes de cómo han de tomarse estas medicinas. Y no es solo cuestión de llevar las medicinas al ministerio de salud en las ciudades capitales cuando los pacientes se están enfermando en áreas rurales. Debemos capacitar a las personas en el uso de estas herramientas y debemos asegurar una buena cobertura".
La OPS también apoya los esfuerzos por el control del paludismo en otros Estados Miembros, incluidos países de América Central.