Canelones, Uruguay, 19 de julio (OPS)- Marcela Cuadrado comenzó a trabajar en la policlínica pública de la localidad uruguaya de San Bautista en 2005, el mismo año que empezó a debatirse la reforma del Sistema Nacional Integrado de Salud, que buscaba facilitar el acceso universal a la atención sanitaria y fortalecer el primer nivel de atención.
"En ese momento la población no venía al servicio de salud ni había medicación. Para hacerse un análisis de laboratorio había que ir a Canelones -la capital departamental, ubicada a 35 kilómetros. Tampoco había quien hiciera Papanicolaou, ni métodos anticonceptivos", recordó la directora de la policlínica, lo que interrumpía la continuidad de la atención médica.
San Bautista tiene una población de 4.000 habitantes, de los cuales la mayoría son adultos mayores. La agricultura y la avicultura son las principales actividades económicas. Pese a la proximidad con el área metropolitana, es una zona con escasa locomoción y muy pocas actividades socioculturales.
"Hubo que ir muy de a poco, tratando de coordinar con el segundo nivel de atención (el hospitalario) y con la población, para que pudiera reconocer al servicio de la policlínica como un lugar donde se resuelven los problemas de salud", resumió la médica.
Ahora, la policlínica tiene laboratorio, la farmacia dispone de todos los medicamentos del vademécum, hay especialidades básicas y una aceitada coordinación con otros especialistas. Además, los médicos de la policlínica hacen visitas domiciliarias y trabajan con la comunidad.
"Los médicos de familia somos especialistas en tratar al paciente de manera integral. Vemos lo biológico, pero también lo emocional. Conocemos cómo vive la gente, de qué vive, en qué utiliza sus ratos libres, si consume tóxicos o no. De ese balance depende si la gente está sana o está enferma"
El nivel de resolución en el lugar y la posibilidad de acceder a una atención de salud con calidad, sin importar el nivel adquisitivo de los pacientes, son dos ventajas que tiene la policlínica de San Bautista y que explican, en buena medida, porqué la comunidad la cataloga como "el mejor servicio de salud" del lugar. Actualmente atiende al 40% de la población y casi todos los días comienza nuevas historias clínicas.
"Los médicos de familia somos especialistas en tratar al paciente de manera integral. Vemos lo biológico, pero también lo emocional. Conocemos cómo vive la gente, de qué vive, en qué utiliza sus ratos libres, si consume tóxicos o no. De ese balance depende si la gente está sana o está enferma", explicó Cuadrado.
Así, la policlínica de San Bautista ha logrado garantizar una atención de calidad sino que, con sus prácticas, trasciende el concepto de enfermedad, al promover el bienestar físico y psicosocial. Esta policlínica es gestionada por la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) y, en acuerdo con la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, forma a futuros médicos y especialistas en medicina familiar.
La detección temprana de enfermedades, así como la atención y la continuidad de los tratamientos son fundamentales para garantizar una buena salud. Pero esas máximas no siempre se cumplen, porque hay barreras de acceso -económicas, geográficas, sociales, culturales- o porque el sistema de salud no logra asegurar la continuidad y la calidad asistencial.
Este centro de salud es un ejemplo de buena práctica, por lo que su experiencia fue seleccionada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Ministerio de Salud Pública de Uruguay para ser compartida en el marco de la campaña del Día Mundial de la Salud 2018, que este año tuvo el lema de "Salud universal: para todos y todas, en todas partes".
Los logros obtenidos en esta policlínica, a su vez, forman parte de la estrategia de universalidad impulsada por el Sistema Nacional Integrado de Salud de Uruguay, que permitió ampliar la cobertura del Fondo Nacional de Salud de las 700.000 personas que cubría en 2004 a las actuales 2.500.000, esto es, el 73% de la población del país.
Un trato amigable
La satisfacción de los usuarios tiene, también, otra razón de ser: en la policlínica reciben un trato horizontal y amigable. "Mi vida fue una antes y es otra ahora", contó Ana, una señora mayor que vive en una zona muy alejada y sin ningún medio de transporte. "Con la doctora he podido aclarar todas mis dudas, porque además de ser mi médico personal, es mi amiga", señaló.
Desde 2012, Ana participa de los talleres con mujeres rurales que Cuadrado comenzó a implementar. "Aprendí a tener confianza en mí misma, a saber que no soy la única persona que tiene problemas", indicó esta mujer a quien el grupo le ayudó a hacer amigas y a superar aquella depresión en la que estaba inmersa.
Según Cuadrado, el grupo ha empoderado a las mujeres. "Muchas han terminado el liceo, han conseguido distintos trabajos, se han animado a salir de viaje y a hacer cosas que antes no hacían", relató. Además de conversar en ese espacio, hacen yoga, relajación y también juegan.
La violencia de género es un tema que comenzó a abordarse en los talleres, y para incidir en su disminución, Cuadrado se propuso trabajar este año también con los hombres, organizando talleres mixtos.
Valentín tiene 72 años, es hipertenso y hace algunos años sufrió un infarto. "En San Bautista, desgraciadamente, no hay mucho para hacer más que ir al bar con los amigos", lamentó, y detalló que ahora evita esa actividad para alejarse de la bebida.
Esta experiencia de contacto y cercanía con la población desde los servicios de salud, recuerda que la salud no es solamente la ausencia de afecciones o enfermedad sino un estado completo de bienestar físico, mental y social, tal y como lo expresa desde 1948 la constitución de la OMS.