Ginebra, 25 de junio de 2024 — De acuerdo con un nuevo informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se registran 2,6 millones de defunciones atribuibles al consumo de alcohol (que abarcan un 4,7% del total de muertes) y 0,6 millones de defunciones debido al consumo de sustancias psicoactivas. Un dato que cabe señalar con respecto a estas cifras es que dos millones y 0,4 millones de defunciones por el consumo de alcohol y de sustancias psicoactivas, respectivamente, fueron de varones.
En su Informe sobre la situación mundial del alcohol y la salud y el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias (en inglés), que se basa en datos obtenidos en 2019, la OMS ofrece información actualizada y exhaustiva sobre las repercusiones del consumo de bebidas alcohólicas y drogas en la salud pública y sobre la situación del consumo de alcohol y del tratamiento de los trastornos por el consumo de sustancias en todo el mundo. Según el informe, unos 400 millones de personas padecían trastornos por consumo de alcohol y drogas y, de ellos, 209 millones eran dependientes del alcohol.
El Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, ha dicho: «El consumo de sustancias daña gravemente la salud, aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas y trastornos mentales, y provoca cada año millones de muertes que se podrían evitar. Es una tragedia para las familias y las sociedades y aumenta la probabilidad que se produzcan accidentes, traumatismos y actos de violencia. Para que nuestras sociedades sean más equitativas y saludables, debemos poner en práctica con urgencia medidas enérgicas que reduzcan las consecuencias negativas para la salud y la sociedad del consumo de alcohol y que pongan a disposición de las personas los tratamientos de los trastornos por consumo de sustancias de forma más económica y directa».
En el citado informe se insiste también en la necesidad urgente de impulsar medidas en todo el mundo que ayuden a alcanzar la meta 3.5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de aquí a 2030, merced a la reducción del consumo de alcohol y de drogas y a la mejora del acceso a tratamientos de calidad para los trastornos por consumo de sustancias.
Consecuencias para la salud del consumo de bebidas alcohólicas
En el informe se explica que, a pesar de que se ha logrado reducir en parte las tasas de mortalidad relacionada con el alcohol desde 2010, la cifra total de defunciones por consumo de bebidas alcohólicas continúa siendo muy elevada (2,6 millones en 2019) los índices más altos se registran en las regiones de Europa y de África de la OMS.
Las tasas de mortalidad por litro de alcohol consumido son más elevadas en los países de ingresos bajos y más bajas en los países de ingresos altos.
Las estadísticas indican que, del total de muertes atribuibles al alcohol en 2019, cerca de 1,6 millones se produjeron como consecuencia de enfermedades no transmisibles, entre ellas 474 000 por enfermedades cardiovasculares y 401 000 por el cáncer.
Además, se registraron cerca de 724 000 muertes por traumatismos, como accidentes de tránsito, actos autolesivos y violencia interpersonal, y 284 000 muertes relacionadas con enfermedades transmisibles. Por ejemplo, se ha demostrado que el consumo de alcohol aumenta el riesgo de transmitir el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), como consecuencia del mayor riesgo asociado a las relaciones sexuales sin protección, y el de contraer la tuberculosis y de fallecer por esta enfermedad, ya que el alcohol inhibe varios mecanismos de la respuesta inmunitaria.
La proporción más elevada de muertes atribuibles al alcohol en 2019, con un 13%, se dio en la franja de edad de 20 a 39 años.
Tendencias del consumo de bebidas alcohólicas
El consumo total de alcohol por cabeza en el mundo se redujo ligeramente entre 2010 y 2019, ya que pasó de 5,7 a 5,5 litros. Los niveles más elevados se registraron en las regiones de Europa (9,2 litros) y las Américas (7,5 litros).
El promedio del consumo de alcohol por persona entre los bebedores fue de 27 gramos de alcohol puro al día, lo que equivale aproximadamente a dos vasos de vino, dos botellas de cerveza de 330 ml o dos raciones de licor de 40 ml cada una. El consumo de bebidas alcohólicas en esas cantidades y con esa frecuencia da lugar a un aumento del riesgo de presentar diversos problemas de salud y también de la morbimortalidad asociada a ellos.
En 2019, el 38% de los bebedores habituales incurrieron en episodios de consumo intensivo, un concepto que se define como el consumo de un mínimo de 60 gramos de alcohol puro en una o más ocasiones durante el mes precedente, lo cual equivale a cuatro o cinco vasos de vino, botellas de cerveza o raciones de licor. Los datos indican que la persistencia del consumo intensivo era muy prevalente entre los varones.
A escala mundial, el 23,5% de los jóvenes de 15 a 19 años consumían alcohol habitualmente. Las tasas más elevadas en este grupo etario se observaron en la Región de Europa (el 45,9%), seguida de la de las Américas (el 43,9%).
Carencias en los tratamientos de los trastornos por consumo de sustancias
A pesar de que hay tratamientos eficaces para estos trastornos, la cobertura terapéutica sigue siendo increíblemente baja. En los países que proporcionaron datos sobre la proporción de personas que habían contactado con estos servicios en 2019, este porcentaje osciló entre menos del 1% y un máximo del 35%.
La mayoría de los 145 países que facilitaron datos no disponían de una partida presupuestaria específica ni de datos sobre el gasto público destinado a tratar estos trastornos. Aunque los grupos de ayuda mutua y el apoyo entre pares son de gran utilidad para las personas que los padecen, casi la mitad de los países que respondieron mencionaron que no se ofrecían estos servicios a los afectados.
La estigmatización, la discriminación y las ideas erróneas sobre la eficacia del tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias agravan estas profundas deficiencias, así como el hecho de que los organismos de sanidad y de desarrollo continúen otorgándoles poca prioridad.
Medidas para avanzar
Para impulsar los progresos hacia el logro de la meta 3.5 de los ODS y reducir la carga sociosanitaria atribuible al consumo de sustancias, los gobiernos y sus asociados deben intensificar las medidas en ocho esferas estratégicas:
- aumentar la sensibilización mediante una campaña mundial coordinada de promoción;
- reforzar la capacidad de los sistemas de salud y asistencia social para ofrecer prevención y tratamiento;
- ampliar la formación de los profesionales de la salud;
- volver a comprometerse a aplicar el Plan de Acción Mundial sobre el Alcohol (2022-2030), haciendo uso del conjunto SAFER de recursos técnicos;
- impulsar las iniciativas internacionales de capacitación y transferencia de conocimientos;
- involucrar a las organizaciones de la sociedad civil, las asociaciones profesionales y las personas con experiencia vital;
- mejorar los sistemas de seguimiento en varios niveles y la capacidad de investigación correspondiente; y
- ampliar la movilización y asignación de recursos y los mecanismos de financiación innovadores para reforzar la capacidad de los sistemas sociosanitarios.
Notas para los redactores
El informe anterior de la OMS sobre la meta 3.5 de los ODS se publicó en 2018. Se había previsto publicar el siguiente informe tres años más tarde, como se venía haciendo habitualmente, pero los efectos de la pandemia de COVID-19 obligaron a retrasar la publicación. La meta 3.5 de los ODS en materia de salud insta a reforzar la prevención y el tratamiento del abuso de sustancias adictivas, lo que incluye el uso indebido de estupefacientes y el consumo nocivo de alcohol, y se mide mediante dos indicadores: el 3.5.1 (cobertura de los tratamientos [farmacológicos y psicosociales, así como los servicios de rehabilitación y postratamiento] de trastornos por consumo de sustancias adictivas) y el 3.5.2 (consumo de alcohol per cápita [a partir de los 15 años de edad] durante un año civil, en litros de alcohol puro). En 2019-2020 se llevó a cabo la encuesta mundial de la OMS sobre los progresos realizados hacia el logro de dicha meta, a la que respondieron 154 de los 194 Estados Miembros (el 79,4%). El Plan de Acción Mundial de la OMS sobre el Alcohol (2022-2030) es una iniciativa integral encaminada a seguir orientando la aplicación de la Estrategia Mundial para Reducir el Uso Nocivo del Alcohol establecida en 2010 con la que se pretende reducir los daños relacionados con el alcohol en todo el mundo.