Deseo felicitar al Consejo del Distrito de Columbia por la aprobación de la nueva "Ley de escuelas saludables", una ley pionera que servirá de ejemplo para las ciudades, los estados y los países de toda la Región de las Américas.
Esta encomiable ley procura mejorar la calidad nutricional de los alimentos en las escuelas del Distrito de Columbia y fomentar hábitos saludables en los estudiantes durante los importantes años de la niñez y la adolescencia. Entre las disposiciones más importantes de la ley cabe destacar el control sobre la cantidad de grasa y sal en los alimentos que se sirven en las escuelas, los incentivos para ofrecer más frutas y verduras, al igual que alimentos producidos localmente, la prohibición de la comercialización de alimentos chatarra en las escuelas y que se dedique más tiempo a la actividad física y a la educación sobre la alimentación y los modos de vida saludables.
Esta legislación refleja la creciente determinación de combatir la epidemia de sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación por parte de los padres, los educadores y los defensores de la salud pública en los Estados Unidos, incluida la Primera Dama Michelle Obama. Las escuelas son un campo de batalla fundamental en la lucha por cambiar los hábitos de salud inadecuados y hacer que la alternativa correcta sea la alternativa más fácil.
Al felicitar al Consejo del Distrito de Columbia —y a la Consejera Mary Cheh que presentó este proyecto de ley— también quisiera alentar a los miembros del Consejo a que continúen ejerciendo tan importante liderazgo y que consideren favorablemente el nuevo impuesto propuesto a las bebidas azucaradas. Este impuesto moderado proporcionaría los fondos necesarios para la aplicación de la Ley de escuelas saludables y para prestar apoyo a otras iniciativas del Distrito de Columbia relacionadas con la salud. Al mismo tiempo, actuaría de incentivo tanto para los adultos como para los niños, a fin de que reduzcan el consumo de bebidas con alto contenido en calorías. Los estudios muestran que el consumo regular de bebidas azucaradas está asociado con un mayor peso corporal, una nutrición deficiente y el desplazamiento de bebidas más saludables como el agua y la leche. Además se ha mostrado que la reducción del consumo de estas bebidas mejora la salud.
Los Estados Unidos no están solos en cuanto a las tasas cada vez mayores de sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación. Todos los países de nuestro continente enfrentan este problema. Espero que el ejemplo de Washington, D.C., sea seguido por los habitantes y los gobiernos de toda nuestra Región.
Washington, DC, 13 de mayo de 2010