27 de febrero de 2024 - Las enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculopatías, los distintos tipos de cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas y la diabetes, causan el 75% de las defunciones en el mundo. Se sabe que las personas que viven bajo emergencias humanitarias corren más riesgo de sufrir las consecuencias graves de estas enfermedades y, según los cálculos, la probabilidad de padecer un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular es tres veces mayor tras haber sido afectado por un desastre o catástrofe. Sin embargo, las actividades de preparación y respuesta frente a las emergencias humanitarias se suelen centrar en las necesidades más inmediatas y, habitualmente, no tienen en cuenta la atención y el tratamiento de las personas con esas enfermedades.
Con el fin de ayudar a integrar los servicios esenciales para las enfermedades no transmisibles en la preparación para las emergencias y la respuesta humanitaria, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Reino de Dinamarca, el Reino Hachemita de Jordania, la República de Kenya y el ACNUR (la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados) han convocado conjuntamente una reunión técnica mundial de alto nivel sobre las enfermedades no transmisibles en los contextos humanitarios que se celebrará del 27 al 29 de febrero en Copenhague (Dinamarca).
En los años recientes, las emergencias humanitarias han ganado en complejidad e interconexión. El hambre y la escasez de productos básicos exacerban los conflictos geopolíticos, la degradación del medio ambiente y el cambio climático, fenómenos que, a su vez, dan lugar a un aumento de la frecuencia y la gravedad de los desastres naturales.
Cada vez se producen más crisis que afectan a la salud de las personas. Durante el año 2023, la OMS actuó frente a 65 emergencias sanitarias clasificadas en todo el mundo, mientras que 10 años antes solo lo había hecho frente a 40. También en 2023, el ACNUR emitió 43 declaraciones de emergencia, la cifra más elevada en décadas, para prestar más apoyo a 29 países. De acuerdo con los cálculos de las Naciones Unidas, 300 millones de personas necesitarán protección y asistencia humanitarias en 2024 y más de la mitad (165,7 millones) requerirán asistencia humanitaria de emergencia.
El Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director-General de la OMS, ha dicho: «Durante una crisis humanitaria, las personas se ven expuestas a un mayor estrés y a situaciones traumáticas, y pueden toparse con más dificultades para acceder a los servicios y a medicamentos. En las personas que tienen enfermedades no transmisibles, ello puede dar lugar a un agravamiento de estas afecciones. Las necesidades a este respecto son enormes, pero no se acompañan de un incremento suficiente de los recursos. Tenemos que encontrar la manera de integrar la atención a las enfermedades no transmisibles en la respuesta a las emergencias para proteger la vida de las personas que presentan estas patologías y para mejorar la seguridad sanitaria».
A menudo, los refugiados no gozan de atención médica, una situación que se ve agravada por la precariedad de sus viviendas, la inseguridad jurídica y las dificultades económicas que enfrentan. En los principales países de donde proceden refugiados en los que el ACNUR cumple su mandato, las enfermedades no transmisibles causan un porcentaje elevado de las defunciones: un 75% en la República Árabe Siria, un 92% en Ucrania, un 50% en Afganistán y un 28% en Sudán del Sur.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ha señalado: «Ante el incremento del número de personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares, debemos trabajar para satisfacer el derecho a la salud de los refugiados, los desplazados a la fuerza y las poblaciones que los acogen. Es indispensable contar con políticas y recursos para que los sistemas nacionales de salud tengan en cuenta a los refugiados y las enfermedades no transmisibles que padecen. Debemos encontrar formas innovadoras de trabajar y colaborar con los gobiernos y nuestros asociados para hacer frente a estos retos».
Soluciones y medidas aplicadas
Tanto los países como nuestros asociados están poniendo en marcha diversas medidas para salvar la vida de las personas con enfermedades no transmisibles que se ven afectadas por crisis humanitarias. Desde 2017 se han distribuido más de 142 000 botiquines de la OMS con recursos y medicamentos esenciales para tratar estas enfermedades, por ejemplo, la diabetes, la hipertensión y el asma, y también se han enviado otros medicamentos. De este modo, se han proporcionado de forma fiable, asequible y segura medicamentos y productos vitales para atender a más de 10 000 personas con enfermedades no transmisibles durante tres meses, abarcando 28 países azotados por conflictos o desastres naturales, a través de distintos centros de distribución humanitaria con los que se ha abastecido a la población de Gaza, Sudán del Sur y Ucrania, entre otros territorios.
Además, muchos países han incluido políticas y servicios para prevenir y controlar las enfermedades no transmisibles en sus actividades encaminadas a reforzar los sistemas de salud con el fin de prepararse para las emergencias sanitarias, reaccionar frente a ellas y recuperarse posteriormente. Con todo ello se ha tratado de consolidar dichos sistemas y de aumentar su resiliencia basándolos en la atención primaria y la cobertura sanitaria universal.
Aun así, todavía queda mucho por hacer. Por ejemplo, hay servicios especializados, como la diálisis y la atención a los enfermos de cáncer, que requieren de una planificación y una adaptación específicas durante las emergencias, y es necesario investigar en mayor profundidad los requisitos que se deben cumplir para integrar mejor la atención a las enfermedades no transmisibles en la preparación y la respuesta frente a las emergencias. Lamentablemente, en estas situaciones no se atiende suficientemente a las personas que presentan estas enfermedades y sigue habiendo carencias en cuanto a capacidad, recursos y orientaciones técnicas y operativas.
Las consultas técnicas al más alto nivel y de ámbito mundial que llevamos a cabo hoy son una forma muy útil de intercambiar prácticas óptimas con las que ayudar eficazmente a los Estados Miembros a prestar servicios de prevención y control de las enfermedades no transmisibles durante la respuesta a las emergencias humanitarias. Las conclusiones de esta reunión se incluirán en el informe de 2024 sobre los progresos realizados que se presentará al Secretario General de las Naciones Unidas y proporcionarán información valiosa para preparar la cuarta reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre las enfermedades no transmisibles prevista para 2025.