Introducción

Señal de bienvenida a Darién
Foto: Carlos Emanuele OPS/OMS

La región del Darién, un vasto territorio selvático que se extiende a lo largo de la frontera entre Colombia y Panamá, ha sido históricamente una de las zonas más difíciles de atravesar en América Latina. Caracterizada por su terreno accidentado y su densa vegetación, representa un reto para la población migrante que trata de cruzar desde América del Sur hacia Centroamérica y, eventualmente, a América del Norte.

Las personas llegan de todos los continentes. Sin embargo, en los últimos años las dinámicas migratorias han mostrado un incremento continuado, en especial después de la pandemia de COVID-19. Así, en los primeros tres meses del 2024 se registró el tránsito de más de 135 000 personas. Este número mantiene la tendencia al alza respecto a las cifras de entradas a Panamá si se considera que, a finales de febrero del 2024, unas 73 417 personas habían cruzado la frontera en comparación con 49 291 que la atravesaron hasta febrero del 2023, lo que supone un aumento del 49%.

Las anteriores cifras corresponden a un promedio de tránsito diario de hasta 1 200 personas, provenientes sobre todo de Colombia, Ecuador, Haití, Perú y la República Bolivariana de Venezuela, de las que un 22% son niños y niñas. También destaca un número considerable de población migrante proveniente de Afganistán, Angola, Bangladesh, Brasil, Chile, China e India. Asimismo, en el mes de marzo del 2024 se identificó por primera vez en la región a personas procedentes de Namibia y Níger.

Las personas migrantes que transitan por la región del Darién enfrentan una serie de dificultades y situaciones que exacerban su situación de vulnerabilidad y que hacen aumentar la demanda de servicios de salud a ambos lados de la frontera. Por tanto, es importante resaltar las diferencias en la prestación de servicios de salud de los dos países. Panamá otorga en su Constitución acceso al sistema de salud a toda la población que se encuentre en su territorio, independientemente de su estatus migratorio y su nacionalidad. En cambio, Colombia solo garantiza el acceso a la atención por urgencia vital a la población migrante en situación irregular.

En cuanto a la prestación de servicios de salud, Panamá cuenta con algunos puntos establecidos para proporcionar servicios médicos básicos y de emergencia a la población migrante y refugiada, así como a la población de acogida. Colombia dispone de menos puntos de atención debido a la falta de infraestructura que caracteriza a las zonas remotas de la región del Darién.

A menudo, la población migrante debe recorrer largas distancias para acceder a la atención médica que se ofrece en Colombia y Panamá. Ambos países enfrentan desafíos relacionados con la referencia y contrarreferencia de pacientes y con su seguimiento y con los medios de transporte para trasladar a aquellos que requieren un segundo o tercer nivel de atención. Otras necesidades por cubrir son el reforzamiento de la infraestructura y la disponibilidad de insumos y medicamentos que permitan prestar atención.

Carpas en las que duermen los migrantes en el Darién
Foto: Carlos Emanuele OPS/OMS

Igualmente, las dinámicas migratorias no pueden analizarse de forma independiente de otras emergencias que ocurren en los dos países mencionados. Por ejemplo, se prevén repercusiones directas del fenómeno de La Niña, pues durante la temporada de lluvias se incrementa el número de accidentes, fracturas y ahogamientos, entre otras posibles situaciones que acrecientan la demanda de servicios de salud.

Por otra parte, en Panamá ha aumentado el número de migrantes en tránsito entre la región del Darién y Ciudad de Panamá; se trata de un recorrido muy largo en el que no existe apoyo, y la mayoría de quienes lo transitan son familias con niños y niñas. Asimismo, se ha incrementado el número de personas que se quedan en el país durante un período más prolongado, o que tienen intención de permanecer en él, y aunque la mayoría de ellas están en tránsito, algunas se ven obligadas a quedarse debido a la falta de recursos. Lo mismo está ocurriendo en la región del Darién colombiana, donde muchas personas deben permanecer en situación de playa mientras consiguen los recursos para proseguir su trayecto. A lo anterior se suma el reciente anuncio del presidente de Panamá en el que advertía del cierre de la frontera.

Es importante resaltar que, desde el año 2021, el grado de vulnerabilidad de las personas en tránsito va en aumento: entre ellas se cuentan personas con discapacidad, mujeres solas, mujeres gestantes, lactantes o con hijos menores de un año, niños, niñas y adolescentes no acompañados, y personas con enfermedades crónicas o de alto costo, entre otras. También se ha incrementado el número de personas que transitan sin recursos o que son víctimas de robos durante el recorrido, circunstancias suponen un riesgo añadido durante la ruta; a su vez, en las comunidades de acogida han crecido la xenofobia y la aporofobia.

Por tanto, la salud de la población migrante en la región del Darién es un tema de gran relevancia y preocupación. Los largos desplazamientos, la falta de acceso a servicios médicos adecuados y las condiciones ambientales adversas pueden dar lugar a diversos problemas de salud tanto física como mental, entre los que se incluyen lesiones, enfermedades infecciosas y malnutrición. Además, la población migrante enfrenta riesgos de violencia y explotación a lo largo de su travesía.

El objetivo de este documento es analizar la relación entre la migración y la salud en la región del Darién y destacar los principales retos y oportunidades en este contexto. A través de una revisión exhaustiva de los datos recientes, los aportes del Gobierno de Colombia y del Gobierno de Panamá, las comunidades de acogida y los socios de cooperación que responden en este contexto, se espera orientar y hacer hincapié en algunas de las necesidades de salud de la población migrante y la población de acogida en la región, así como proponer algunas recomendaciones para mejorar su acceso a los servicios de salud.