9 de noviembre de 2022
- Este es el primer informe que recoge las repercusiones de la COVID-19 en los mercados de vacunas.
- A pesar de los avances realizados en las últimas décadas, la dinámica del mercado mundial de vacunas no es totalmente propicia para el desarrollo y el suministro de vacunas indispensables para la salud pública, así como en términos de acceso a estas.
- Las vacunas a las que la OMS considera que hay que prestar una atención prioritaria no se están desarrollando, ni se está invirtiendo plenamente en ellas, debido a que su potencial para dar beneficios es limitado.
- Los países de ingresos más bajos han tenido dificultades para acceder a vacunas cruciales, como la vacuna contra la COVID-19 en 2021 y la vacuna contra el cáncer de cuello uterino, que tienen demanda en los países más ricos.
- Algunas regiones dependen casi por completo de otras para el suministro de vacunas.
- La OMS pide a los gobiernos, a los fabricantes y a los asociados que adopten medidas ambiciosas para garantizar un acceso en condiciones de igualdad a las vacunas y mejorar las respuestas a futuras pandemias.
El Informe de la OMS sobre el mercado mundial de vacunas en 2022, que se ha publicado hoy, muestra que las desigualdades en cuanto a la distribución no se producen únicamente en las vacunas contra la COVID-19, ya que los países más pobres luchan constantemente por acceder a las vacunas que tienen demanda en los países más ricos.
El suministro limitado de vacunas y su distribución desigual impulsan la disparidad a escala mundial. La vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) para luchar contra el cáncer de cuello uterino solo ha llegado al 41% de los países de ingresos bajos, a pesar de que en estos se concentra gran parte de la carga de la enfermedad, en comparación con el porcentaje en el caso de los países de ingresos altos, que es del 83%.
La asequibilidad también es un obstáculo para el acceso a las vacunas. Si bien los precios tienden a estar escalonados en función de los ingresos, las disparidades a este respecto provocan que los países de ingresos medianos paguen tanto, o incluso más, que los más ricos por varios tipos de vacunas.
«El derecho a la salud incluye el derecho a las vacunas», declaró el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. «Y, sin embargo, este nuevo informe muestra que las dinámicas del libre mercado están privando de ese derecho a una parte de la población más pobre y vulnerable del mundo. La OMS hace un llamamiento para que se introduzcan los cambios que tanto necesita el mercado mundial de las vacunas para salvar vidas, prevenir enfermedades y estar preparados para futuras crisis».
En 2021 se suministraron aproximadamente 16 000 millones de dosis de vacunas, por un valor de US$ 141 000 millones, unas cifras que son, respectivamente, casi tres veces el volumen de mercado de 2019 (5 800 millones) y cerca de tres veces y media el valor de mercado de 2019 (US$ 38 000 millones). Este aumento se debió principalmente a las vacunas contra la COVID-19, lo que demuestra las enormes posibilidades que ofrece incrementar el ritmo de fabricación de las vacunas en respuesta a las necesidades de salud.
Aunque la capacidad de fabricación en todo el mundo ha aumentado, sigue estando muy concentrada. Diez fabricantes suministran el 70% de las dosis de vacunas (excluyendo las vacunas contra la COVID-19). Algunas de las 20 vacunas más utilizadas (como la PCV, las vacunas contra el VPH o las vacunas con componentes antisarampionosos o antirrubeólicos) dependen actualmente sobre todo de dos proveedores.
Esta concentración en cuanto a la capacidad de producción provoca que exista un riesgo de escasez, así como inseguridad en cuanto al suministro regional. En 2021, las regiones de África y del Mediterráneo Oriental dependían, para el 90 % de las vacunas que adquirieron, de fabricantes cuyas sedes se encontraban en otros lugares del planeta. Los arraigados monopolios de la propiedad intelectual y la limitada transferencia de tecnología restringen aún más la capacidad de crear y utilizar capacidad de fabricación local.
La salud de los mercados también es preocupante en el caso de varias vacunas habitualmente necesarias para emergencias, como las vacunas contra el cólera, la fiebre tifoidea, la viruela/la viruela símica, el ébola o la enfermedad meningocócica, cuya demanda se dispara con los brotes y es, por lo tanto, menos predecible. Que la inversión en estas vacunas siga siendo limitada podría tener efectos devastadores para la vida de las personas.
El informe destaca las oportunidades para una mayor armonización entre el desarrollo, la producción y la distribución de vacunas y una agenda de salud pública, con miras a alcanzar los objetivos de la Agenda de Inmunización 2030 (AI2030) y orientar los esfuerzos en materia de prevención, preparación y respuesta ante pandemias.
La COVID-19 demostró que el proceso de desarrollo y distribución de las vacunas, que suele durar, de media, unos diez años y nunca menos de cuatro años, puede acelerarse y reducirse a 11 meses. La pandemia también puso de manifiesto la necesidad de larga data de reconocer que las vacunas son, más que una mercancía, un bien público fundamental y rentable.
Para impulsar medidas ambiciosas que permitan lograr un acceso en igualdad de condiciones a las vacunas, el informe pide a los gobiernos que actúen en las esferas siguientes: unos planes de inmunización claros e inversiones más decididas y una supervisión más sólida del desarrollo, la producción y la distribución de las vacunas; centros regionales de investigación y fabricación; y normas previamente acordadas para la colaboración gubernamental en tiempos de escasez en cuestiones como la distribución de vacunas, la propiedad intelectual y la circulación de insumos y bienes.
Las medidas recomendadas para la industria incluyen: centrar los esfuerzos de investigación en los agentes patógenos a los que la OMS considera que hay que prestar una atención prioritaria, garantizar la transparencia, facilitar la transferencia de tecnología y comprometerse a adoptar medidas específicas para la asignación de recursos que se basen en recursos propios. Las organizaciones internacionales y los asociados deben priorizar los objetivos de la Agenda de Inmunización 2030, apoyar iniciativas impulsadas por los países e impulsar la aplicación de resoluciones sobre la transparencia del mercado.
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