En la región de América Latina y el Caribe (LAC), alrededor de 2,5 millones de personas conviven con el VIH. En el año 2022, aproximadamente 130.000 personas contrajeron el virus y 33.000 perdieron la vida a causa del sida. Es importante destacar que el número de nuevas infecciones entre las poblaciones clave, como gays, hombres que tienen sexo con hombres, personas que ejercen el trabajo sexual, personas trans, usuarios de drogas y personas en prisión, es significativamente mayor que entre la población en general.
Según el informe del Ministerio de Salud de Guatemala en 2022, se registraron 46.600 casos de VIH, de los cuales 1.700 afectan a niños y niñas menores de 14 años. Se reportaron 2.642 nuevas infecciones, lo que representa un incremento del 23.72% con respecto al año 2021. La incidencia fue de 0.07 por cada 1.000 habitantes, con una prevalencia del 0.2. A pesar de estas cifras, las muertes relacionadas con el sida fueron menos de 500.
Este 1 de diciembre conmemoramos el Día Mundial del SIDA y es alentador observar que el 97% de las personas con VIH conocen su estado serológico, y de ellas, el 79% están recibiendo tratamiento. Además, el 93% de las personas en tratamiento han logrado la supresión viral. Estos indicadores resaltan la importancia de la detección temprana y el acceso adecuado a la atención médica.
Ante esta realidad, es fundamental reconocer el papel crucial que desempeñan las comunidades en la respuesta al VIH. Las organizaciones comunitarias de las poblaciones afectadas por el virus se encuentran en la vanguardia de esta lucha. Empoderar a estas comunidades resulta esencial para que puedan desarrollar estrategias propias y llegar a aquellas personas que más necesitan acceder a innovaciones, como la distribución de auto pruebas, la implementación de la Profilaxis Preexposición (PrEP), la cual es una estrategia de prevención del VIH dirigida a personas que no tienen el virus pero que están en riesgo sustancial de contraerlo. Consiste en tomar medicamentos antirretrovirales de manera regular y continua para reducir la probabilidad de infección por el VIH en caso de exposición al virus.
La PrEP debe implementarse en el primer nivel de atención y en centros comunitarios, así como la vinculación inmediata al tratamiento para lograr una carga viral indetectable, lo que significa que la persona no transmite la infección, contribuyendo a cortar la cadena de transmisión.
En este Día Mundial del Sida, hacemos un llamado a la acción para habilitar y respaldar a las comunidades en estas tareas fundamentales. Se requiere un entorno normativo propicio que facilite el papel de las comunidades en la prestación de servicios para el VIH, garantizando un enfoque de equidad y reconociendo la salud como un derecho fundamental.
La eliminación del sida en la Región de las Américas es posible con la participación de todos. Permitamos que las comunidades lideren esta causa y trabajemos juntos hacia la eliminación del sida.