Tras su eliminación en cuatro de los seis países de Latinoamérica que tenían transmisión, en la región solo resta poner fin a la enfermedad en la frontera entre Brasil y Venezuela, un reducto de difícil acceso donde habitan las comunidades yanomami
Washington, DC, 24 de julio de 2018 (OPS/OMS)- La oncocercosis o "ceguera de los ríos" es una enfermedad parasitaria que ocasiona lesiones en la piel y en los ojos, y si no se trata, puede causar ceguera. En América Latina, el territorio donde habita la comunidad indígena yanomami, compartido por Brasil y Venezuela, es el último foco con la enfermedad.
Se estima que a finales de 1980 alrededor de 500.000 personas en Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Venezuela estaban en riesgo de sufrir esta enfermedad transmitida por la picadura de moscas negras infectadas que se crían en los ríos y arroyos de corriente rápida.
Tras años de esfuerzos sostenidos y el compromiso asumido en 1991 en la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de interrumpir la transmisión de la oncocercosis, Guatemala, Colombia, Ecuador y México alcanzaron la eliminación entre 2013 y 2016.
Ahora, los esfuerzos se concentran en terminar con la "ceguera de los ríos" en su último reducto: un territorio de difícil acceso en la profundidad de la selva amazónica, con una población indígena yanomami y Ye'Kuana dispersa y con alta movilidad, que no habla portugués ni español, y que tiene una cosmovisión del mundo diferente.
"Estamos en una etapa de pre-eliminación", afirmó Joao Batista, primer gerente del Programa Brasileño de Eliminación de la Oncocercosis cuando se creó en 1993 y luego nuevamente entre 2000 y 2013. "Los resultados de los exámenes parasitológicos y entomológicos muestran un nivel muy bajo de permanencia de la infección", aseguró.
Con el fin de acelerar la eliminación, profesionales del Ministerio de Salud de Brasil viajan por aire a las comunidades entre 2 y 4 veces al año para administrar el tratamiento antiparasitario a más de 26.000 personas, algo que realizan desde hace 8 años. La meta del país es alcanzar con el tratamiento al 85% de la población en la zona endémica durante 10 a 15 años.
Sólo en horas de vuelo, Brasil destina cada año 26 millones de reales, unos 6,7 millones de dólares. "Sin la logística de las horas de vuelo no podríamos ejecutar las acciones de salud en la zona", reconoció Rosiclair de Jesús Oliveira, coordinador del Distrito Sanitario Especial Indígena Yanomami. El costo de la atención en los distritos yanomamis es uno de los mayores de Brasil.
Como parte de la estrategia de eliminación, tratan además a todos los enfermos, buscan a quienes tienen signos de afección ocular o en la piel, implementan campañas de sensibilización y recolectan moscas en zonas centinela para verificar si contienen el parásito que transmite la enfermedad.
Los agentes indígenas de salud son muy importantes porque acompañan el movimiento frecuente de los yanomamis en su territorio, lo que nos permite dar una mejor atención.
Para derribar la barrera cultural e idiomática, la Secretaría Especial de Salud Indígena (SESAI) de Brasil creó la figura de los agentes indígenas de salud, personas de la comunidad que realizan el vínculo entre salud ancestral y el sistema de salud estatal.
Marco António Toccolini, secretario especial de Salud Indígena del Ministerio de Salud de Brasil, destacó que "los agentes indígenas de salud son muy importantes porque acompañan el movimiento frecuente de los yanomamis en su territorio, lo que nos permite dar una mejor atención".
"El equipo de salud pasa 30 días en el campo y realizan un trabajo en diversas áreas como salud de la mujer, del niño, inmunizaciones y enfermedades en proceso de eliminación, entre ellas, la oncocercosis", detalló Joao Luiz Araujo, consultor del Programa Brasileño de Eliminación de la Oncocercosis.
La atención es brindada en su idioma. Los agentes de salud indígena que visitan las comunidades yanomamis hablan con la comunidad en su lengua y los concientizan sobre la enfermedad, cómo prevenirla, sus signos, y el tratamiento disponible.
"Yo hablo mucho con las personas de la comunidad y les explico que los medicamentos son para prevenir la oncocercosis", manifestó Quilvio Crau Yanomami, agente indígena de Salud en el Distrito Yanomami. "También - agregó- busco a las personas que todavía no los han tomado".
El Programa para la Eliminación de la Oncocercosis en las Américas (OEPA) del Centro Carter, la Fundación Oswaldo Cruz, la empresa Merck -que dona los medicamentos-, y la OPS/OMS, entre otros socios, brindan apoyo al país para lograr la eliminación de la oncocercosis, algo que estiman se podría alcanzar en 2022.
Con el fin de este último foco, toda la región de las Américas estará libre de una enfermedad que amenazaba la visión de las poblaciones más vulnerables, especialmente indígenas. Terminar con la oncocercosis es no dejar a nadie atrás en el camino hacia el desarrollo sostenible.
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