San José, Costa Rica. Integrar la salud mental en la respuesta al COVID-19 aumentando significativamente las inversiones en este campo, fue el eje central del diálogo de alto nivel promovido este viernes 17 de julio el marco del conversatorio “Salud mental en medio de la pandemia por COVID-19: una prioridad para los derechos humanos de las mujeres”.
La actividad, organizada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) y la Vicepresidencia de Costa Rica, contó con la participación de la Directora de la OPS/OMS, la Dra. Carissa Etienne; la Primera Vicepresidenta de Costa Rica, Epsy Campbell; la máxima autoridad de género y Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA), Alejandra Mora; la Directora Regional para las Américas y el Caribe de ONU-Mujeres, María Noel Vaeza; la Asesora Regional de Salud Mental para Centroamérica, Caribe Latino y México de la OPS/OMS, Carmen Martínez; la Gerente y Fundadora de las Clínicas de Salud Mental RENOVAR de Colombia, Rosario Lozano. El espacio fue moderado por la Embajadora Representante Permanente de Costa Rica ante la OEA, Montserrat Solano.
Las panelistas coincidieron en que conforme avanza la pandemia, han venido aumentando las demandas de cuido, labores domésticas y trabajo en general, remunerado y no remunerado, sobre las mujeres. También advirtieron que la profundización del estrés económico y social, intensifica la violencia contra las mujeres; todo lo anterior con graves consecuencias en su salud mental.
En la región de Las Américas, un promedio de menos del 2% de los presupuestos de salud se destina a la salud mental. De este porcentaje, más del 60% se asigna a las instituciones psiquiátricas, a pesar de que el modelo centrado en servicios en la comunidad es el que ha probado ser eficiente y respetuoso con los derechos humanos.
En su intervención de apertura del encuentro, la Dra. Etienne resaltó que desde antes de COVID-19, las mujeres en las Américas eran un 50% más propensas que los hombres a sufrir trastornos de depresión y tenían el doble de probabilidad que ellos de padecer trastornos de ansiedad.
“A medida que aumentan los riesgos de violencia y de desestabilización de las condiciones de salud mental, como suele suceder en el marco de las emergencias, podemos anticipar mayores necesidades de las mujeres y sus hijos en cuanto a apoyo psicosocial y servicios de salud mental. A pesar de estas preocupaciones obvias, la salud mental sigue recibiendo una atención inadecuada desde la salud pública”, aseguró.
La Dra. Etienne hizo un llamado a fortalecer las políticas, los sistemas y los servicios de salud, con el fin de garantizar que el bienestar integral de las mujeres forme parte de la respuesta de los países ante la COVID-19. Esto último a partir de un enfoque comunitario, sustituyendo el antiguo modelo asilar de atención.
Además, destacó que cuando la atención presencial de los proveedores de salud no sea posible, deben facilitarse servicios remotos como la telemedicina y las líneas telefónicas de ayuda, como parte del conjunto de herramientas de atención.
La Vicepresidenta Campbell afirmó que “invertir en salud mental, hoy más que nunca, es crucial para la recuperación socioeconómica de las personas, de las sociedades y de los países. Esta es una responsabilidad que debemos asumir los gobiernos, apostando al multilateralismo como un instrumento para alcanzar una solución coordinada y duradera, pero también con apoyo del sector privado y la sociedad civil”.
La máxima autoridad de género de la OEA, Alejandra Mora, recordó que el confinamiento implementado por muchos países para tratar de controlar el contagio ha generado mayores niveles de estrés y ansiedad en las mujeres, así como un aumento en el riesgo de sufrir violencia por pasar más tiempo en el hogar, sobre todo si ya vivían expuestas a situaciones de violencia.
Por su parte, la Directora Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, María Noel Vaeza, explicó que “la socialización de las mujeres en el marco de la división sexual del trabajo las ha puesto en una posición de postergación de sí mismas y desproporcionadamente pendientes de las necesidades de las demás personas. Por ello, las mujeres y las niñas se ven especialmente afectadas por la pandemia y están soportando una gran parte del estrés en el hogar.
Carmen Martínez, Asesora Regional en Salud Mental y Uso de Sustancias de OPS/OMS, afirmó que una de cada cinco personas sufre problemas de salud mental durante una emergencia. Agregó que los estudios realizados recientemente en nuestra región muestran un aumento de los índices de estrés, ansiedad, depresión y problemas de sueño. Algunos de estos estudios están empezando a señalar las disparidades de género en los impactos en salud mental, ya que se reporta un mayor impacto negativo en las mujeres respecto de los hombres.
Además, las mujeres que tienen una condición de salud mental o de uso de sustancias previa a COVID-19 tienen más probabilidades de que se presenten los síntomas o empeoren durante la pandemia. Por último, mencionó el riesgo de que aumenten las autolesiones y los suicidios.
“Desde OPS apoyamos a los países para que consideren las necesidades de las mujeres en salud mental ante la pandemia, fortalezcan el acceso de ellas a los servicios de tratamiento y apoyo, innoven en las formas de llegar a las mujeres, realicen adaptaciones en las modalidades de intervención y provean respuestas de apoyo y atención (incluyendo las formas remotas). Además, para que capaciten al personal de salud en la identificación, atención y seguimiento de los problemas de salud mental, incluyendo las consecuencias de la violencia, y que promuevan un estilo de vida saludable de forma integral”, concluyó la experta.