En las Américas, una red de laboratorios de 22 países contribuye a la detección de las variantes. Hasta ahora, 37 países y territorios han confirmado la presencia de una o más de las cuatro variantes de preocupación. Su monitoreo es clave para detectar a tiempo cambios que puedan afectar las medidas de control, incluyendo a las vacunas
Washington, D.C., 14 de mayo de 2021 (OPS) – La ocurrencia de variantes del virus SARS-CoV-2 que causa la COVID-19 es esperable, pero su vigilancia genética en la Región de las Américas debe continuar para detectar a tiempo cambios que puedan afectar las medidas de control, incluyendo a las vacunas, afirmó un grupo de expertos.
Durante un seminario para periodistas, expertos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) debatieron las cuestiones clave que plantean las variantes, como su impacto en la transmisibilidad, la gravedad de la COVID-19 y la eficacia de las vacunas contra ellas.
Las mutaciones son naturales en el proceso de evolución y adaptación de los virus, dijo Jairo Méndez Rico, asesor de la OPS sobre enfermedades víricas emergentes. Cuando estas variantes tienen un impacto o riesgo potencial para la salud pública, se consideran variantes de preocupación (VOC, por sus siglas en inglés). Las cuatro variantes de preocupación que se han detectado en las Américas incluyen las originadas en el Reino Unido (B 1.1.7), Sudáfrica (B.1.351), Brasil (P.1) e India (B.1.617).
Hasta ahora, 37 países y territorios han confirmado la presencia de una o más de las cuatro variantes de preocupación. La variante B.1.1.7 fue confirmada en 34 países; la variante B.1.351 en 17, la variante P.1 en 21 países, y la variante B.1.617 en ocho.
La aparición de mutaciones es un evento natural y esperado dentro del proceso evolutivo del virus. Estos cambios pueden suponer ventajas para que el virus logre sus "objetivos", que son tener una mayor capacidad para entrar en las células y luego replicarse, y tratar de escapar a la respuesta inmunitaria, ya sea natural o mediada por la vacuna, explicó Méndez.
Sin embargo, Méndez Rico sostuvo que "aunque algunas (variantes de preocupación) han demostrado una mayor capacidad de replicación y transmisión, no son más agresivas o graves". Explicó que, desde una perspectiva evolutiva, al virus no le interesa matar a su huésped. También dijo que "hasta ahora, no hay pruebas suficientes para inferir que las vacunas actualmente disponibles no funcionan contra estas variantes".
Cuanto mayor sea el nivel de transmisión del virus en las poblaciones, más probable será que se produzcan mutaciones virales y aparezcan nuevas variantes. Esta es una de las razones por las que frenar la transmisión es tan importante, añadió.
Los expertos recomendaron mantener todas las medidas de salud pública en los lugares donde circula el virus, independientemente de las variantes. Entre estas medidas, se encuentran el uso de mascarillas, mantener el distanciamiento físico de los demás, evitar los espacios cerrados y concurridos, abrir puertas y ventanas para la ventilación, la higiene de las manos y vacunarse cuando las vacunas estén disponibles. También recomendaron reforzar la vigilancia tanto epidemiológica como genómica para reducir la propagación del virus y sus posibles mutaciones.
Red Regional de Vigilancia Genómica de COVID-19
Cuando comenzó la pandemia en 2020, la OPS conformó la Red Regional de Vigilancia Genómica de COVID-19 con el fin de fortalecer la capacidad de secuenciación en los laboratorios participantes de las Américas, y establecer la secuenciación genómica rutinaria del SARS-CoV-2. La red se amplió significativamente para identificar y rastrear las variantes del virus y actualmente 22 países participan en ella, lo que ofrece una imagen mucho más robusta de las variantes que circulan en la región.
Además, como parte de la red, seis laboratorios regionales de referencia ayudan a los países con la secuenciación genómica de las variantes: Fiocruz en Brasil, el Instituto de Salud Pública en Chile, el InDRE en México, el Instituto Gorgas en Panamá, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) en Atlanta, y la Universidad de las Indias Occidentales en Trinidad y Tobago.
Los países de las Américas comenzaron a utilizar la vigilancia genómica durante los brotes de cólera hace años, y esto continuó con los brotes de influenza, chikungunya, Zika y fiebre amarilla. Esta larga experiencia se aplica ahora para seguir de cerca el SARS-CoV-2.
El doctor Sylvain Aldighieri, director de Incidente para COVID-19 en la OPS, dijo que es vital mantener coordinada la vigilancia genómica y epidemiológica "para detectar cualquier aumento inusual o inesperado de casos, de la letalidad o cambio en los patrones clínicos, porque estos aspectos pueden estar asociados a una variante particular. Por eso es muy importante la colaboración y el intercambio de información entre países", aseguró.
Fernando Motta, investigador de Fiocruz, destacó la importancia de sostener y fortalecer la colaboración entre los países a través de la red coordinada por la OPS para aumentar el número de secuencias representativas de la Región en las bases de datos mundiales, y para entender mejor la epidemiología molecular del virus.
"Nuestro laboratorio en Brasil desarrolló y estandarizó protocolos que fueran capaces de utilizarse teniendo en cuenta las diferentes tecnologías instaladas en los institutos de la red capaces de hacer secuenciación — desde las más antiguas metodologías hasta las de nueva generación — y al mismo tiempo generó capacidades junto con la OPS para poder apoyar mejor las necesidades de los países sin este tipo de tecnologías”, indicó Motta.
Además de coordinar la red, la OPS proporciona a los países y a los laboratorios reactivos, organiza sesiones de formación y actualización y cubre los costes de envío de las muestras de las variantes a los laboratorios de referencia.
La estrategia sirve para apoyar el desarrollo de protocolos de diagnóstico, proporcionar información para el desarrollo de vacunas y comprender mejor la evolución y la epidemiología molecular del virus del SARS-CoV-2.
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