También reflexionó que "el tener la oportunidad de estar presente durante la transformación en estas personas, fue una experiencia profundamente conmovedora para mí. Ver a los niños y adultos participar espontánea y voluntariamente en las actividades, reír, disfrutar y relacionarse con otras personas que están atravesando las mismas situaciones, fue un recordatorio inmensurable de su humanidad y resiliencia. Es hasta increíble pensar que, a través de los juegos y las dinámicas en grupo, logramos crear un espacio seguro donde todos pudieron recordar que su identidad va más allá de su situación actual; que este viaje es solo una etapa, un momento en sus vidas, y no define quienes son".
"Fue en este momento que entendí que había estado equivocada; al inicio, pensaba que nuestro trabajo en Machuca era principalmente para ayudarlos a ellos, pero no pasó mucho tiempo para que me diera cuenta de que ellos también nos ayudaban y enseñaban a nosotros. Ser parte de esta experiencia no solo fortaleció mi empatía y comprensión. Desarrollar estas actividades contribuyen ser cada día una mejor profesional, recordándome la importancia de la humanidad en nuestra labor diaria".
"La satisfacción personal y profesional de hacer bien nuestro trabajo y observar que el resultado es el apoyo mutuo, el intercambio de alegría y la conexión con el medio; es un momento que todos deberíamos poder experimentar, dice la joven profesional. Los que de una u otra forma han trabajado en este campo, podrán comprender cuando digo que esta experiencia ha dejado una huella indeleble en mi corazón y que día a día me motiva a continuar trabajando con dedicación y pasión para apoyar a quienes lo necesiten, en cualquiera que sea la situación".
"En la cara de cada niño que coloreó un dibujo, en cada adulto que se atrevió a buscar un escape en una sopa de letras, vimos la chispa de la esperanza y la resiliencia. Cada corazón de papel, cada mensaje de aliento en el mural, son símbolos de humanidad y solidaridad que transforman el sufrimiento en fortaleza y la separación en comunidad. Al final del día nos percatamos que, son estos gestos, por pequeños que parezcan, los que marcan una diferencia significativa, devolviéndonos la dignidad y la esperanza a todos los presentes".
"Podría concluir diciendo que, la ludoterapia se ha colocado como una herramienta invaluable en nuestro trabajo con población en movilidad humana. Lejos de tomar en cuenta la parte terapéutica, nos ofrece una oportunidad de reconectar con la esencia de ser humano", puntualizó Alejandra.
Finalmente, Alejandra puntualizó que, "en la mayoría de los escenarios, no siempre se cuenta con el tiempo, la voluntad o los insumos para desarrollar estas jornadas, y es en este sentido que comprendemos lo crucial que es que las políticas y programas reconozcan el beneficio de la ludoterapia y de esta manera asignen los recursos necesarios para su desarrollo efectivo. Es primordial reconocer el impacto positivo que la ludoterapia puede tener en la población en movilidad al ofrecerles un espacio donde explorar sus emociones y experiencias de una manera lúdica y creativa, fomentan el autocuidado, la autoexpresión y la conexión con otros".