Desde hace 20 años, Nicaragua es un ejemplo de la lucha activa contra las geohelmintiasis. Así lo reafirma el Ministerio de Salud del país, que asegura estar “altamente comprometidos con mejorar la salud de la población” y, en especial, la de los niños menores de 15 años de edad, que constituye el grupo de mayor riesgo. Nicaragua ha estado a la vanguardia de la integración de varias intervenciones sanitarias destinadas al mismo grupo de población, por ejemplo, las actividades de desparasitación, en conjunto con la administración de vitamina A y la vacunación. Así se ha logrado hacer un uso más eficiente de los recursos humanos y financieros y asegurar la sostenibilidad de las acciones.
Las Jornadas o campañas Nacionales de Salud han sido la plataforma en la que se lleva a cabo esas intervenciones, facilitando la desparasitación de millones de niños nicaragüenses y convirtiendo a esta nación en uno de los países con la historia más larga y sostenida en este tipo de acciones.
Cada año se entrega un promedio de 1,5 millones de tabletas para tratar a preescolares y escolares en 17 departamentos; el tratamiento llega al 80% de los menores que corren el riesgo de infectarse con parásitos intestinales.
“Se invierten recursos económicos y operativos importantes en el bienestar de la población y, específicamente, en el control de las geohelmintiasis” indica un funcionario del Ministerio de Salud. Esos recursos se utilizan para capacitar al personal de las Jornadas Nacionales de Salud, a las que el fisco aporta anualmente cerca de medio millón de dólares americanos.
Cada año se entrega un promedio de 1,5 millones de tabletas para tratar a preescolares y escolares en 17 departamentos; el tratamiento llega al 80% de los menores que corren el riesgo de infectarse con parásitos intestinales. La organización no gubernamental Children Without Worms ha sido un aliado importante del Programa de Control de las Geohelmintiasis de Nicaragua. Desde 2008 esa organización colabora activamente en la distribución de los medicamentos antiparasitarios en el país, que son donados a través de la OPS/OMS, y en actividades de educación en salud en las escuelas.
Bajo la responsabilidad de los ministerios de salud y educación del país y con el apoyo técnico de la OPS/OMS, se ha formado a casi 14 000 profesores de educación primaria y trabajadores de la salud; y se ha educado a más de 179 000 escolares en cómo prevenir la infección. “Estas actividades promueven conductas necesarias para romper el ciclo de reinfecciones”, explicó un representante de Children Without Worms, quien como ejemplo de buenas prácticas señala la inclusión de un espacio en las tarjetas de vacunación de cada niño o niña para documentar la desparasitación e indicar si el menor ha sido tratado o no.
Las escuelas son un aliado clave para llegar a los niños y formar a las familias en buenas prácticas de higiene, como lavarse las manos después de jugar en el suelo o usar calzado para evitar que los parásitos penetren en la piel. Muestra del compromiso del educativo con esta enfermedad ha sido la inclusión de un curso sobre higiene personal y prevención de los parásitos intestinales en el programa de las escuelas. Según un docente, la formación es en cascada y empieza con la capacitación de los propios profesores por parte de personal especializado de salud, para más tarde enseñar las medidas preventivas a alumnos y padres de familia.
El involucramiento de la comunidad en las actividades para reducir las parasitosis intestinales ha sido importante en todo el proceso. En cada jornada de desparasitación, las escuelas realizan diferentes actividades grupales, como concursos de murales, que son premiados con cuadernos educativos sobre higiene.
“Las madres me llamaban y me decían que el niño amanecía con dolor de panza y calentura y faltaba a clase” explicó una profesora; “desde que se hacen las jornadas de desparasitación y educación, los niños son más abiertos y participan más; hay una gran diferencia.”
Tanto el Gobierno nicaragüense como Children Without Worms coinciden en señalar que el gran desafío en la lucha contra las geohelmintiasis pasa por asegurar la sostenibilidad de la desparasitación y de las actividades educativas, sin olvidar la mejora del acceso a los servicios de saneamiento e higiene básica, que siguen siendo el mayor factor asociado al contagio con estas infecciones.