Graduada en la Universidad de La Habana en el 2007, de la carrera de Microbiología, comenzó a trabajar ese mismo año en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), en el laboratorio de influenza y otros virus respiratorios.
Habana, 12 de enero de 2021 (OPS)
Desde entonces, Amely Arencibia, máster en Virología, se dedica a la caracterización molecular de los virus de influenza. ¿Qué cepas circulan? ¿Cómo se comporta la resistencia a estos microorganismos? ¿Cuál es la efectividad de la vacuna? Son algunas de las preguntas que, con su labor, ayuda a responder. Ella fue la persona designada por Cuba para participar en el primer curso de capacitación regional sobre diagnóstico del SARS CoV-2, celebrado en México.
En otras palabras, ella fue la persona a la cual se le otorgó la importante misión de ser la primera en entrenarse para el diagnóstico del nuevo coronavirus, y de traer al país las pruebas de PCR que se utilizaron con los primeros pacientes, adquiridas a partir de una donación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Así rememora Amely las vivencias de aquellos días:
Odalys Valdés, mi jefa de laboratorio, fue quien me informó sobre esta misión en México; pero, al principio, ni ella ni yo sabíamos que me correspondería traer los kits. Dos días antes de irme fue que supe que yo traería los primeros reactivos para diagnósticos en Cuba. Teniendo en cuenta todo lo que estaba sucediendo en China, y con las previsiones de lo que podía pasar después en el mundo, la OPS y la Organización Mundial de la Salud (OMS) prepararon este taller para las Américas y el Caribe. El encuentro al que yo asistí era para América Central y el Caribe, previamente se había realizado otro con países de América del Sur. El curso fue muy rápido. Básicamente se trataron temas puntuales relacionados con la determinación de esta enfermedad. Todo estuvo muy bien organizado. Nos dieron conferencias magistrales sobre bioseguridad y sobre cómo hacer el diagnóstico. Nos explicaron los genes que teníamos que montar primero y nos enseñaron a leer los resultados. También nos explicaron cómo decidir las personas a las cuales aplicar la prueba. En general, nos prepararon para todo lo que eventualmente podíamos necesitar. Para mí fue un privilegio haber sido la persona seleccionada, y cuando supe que iba a traer los kits diagnósticos a mi país, sentí una gran responsabilidad. Yo sabía que Cuba los necesitaba y que me estaban esperando. Ya desde México yo hablaba diariamente con mi jefa. Le contaba qué temas nos estaban impartiendo, cuál era el kit, cómo lo tenían estandarizado. Ella igual me escribía constantemente, e iba informando al resto del equipo del laboratorio.
En aquel momento veíamos lo que estaba pasando en China, y nos dábamos cuenta que era bien serio. En Cuba teníamos experiencia con H1N1, pero qué va, no es lo mismo. En México, ninguno de los participantes del curso teníamos claridad de la magnitud de lo que se avecinaba. El reto ha sido verdaderamente grande, y nos hemos tenido que adaptar rápidamente a las nuevas circunstancias. La rutina de nuestro laboratorio cambió, ahora nos concentramos mucho en el diagnóstico de este microorganismo, con todas las presiones que ello implica. Sin embargo, puedo decir que luego de varias semanas de epidemia en el país, en el IPK hemos aprendido mucho, y nos hemos unido más como colectivo; nos hemos acercado más entre los departamentos.
Mi vida personal también se ha modificado. En casa hemos tenido que extremar las medidas de seguridad, y comenzamos a tener más cuidado con los niños. Les hemos tenido que inculcar que no se lleven objetos a la boca, que no toquen algunas superficies; pero creo que no hay que desesperarse, con las medidas que el país está tomando vamos a lograr controlar la situación. Además, lo más importante es que contamos con excelentes médicos y especialistas, gente muy capaz, que nos resguarda. No siempre conocemos cuántos profesionales se entregan a estas labores, sin importarles nada, sin pensarlo mucho, a pesar de poner en riesgo su propia vida”.