• Campaña de vacunación en un barrio

Fiebre amarilla, la epidemia que vuelve

Mayo, 2022

Cuando en 1881 el médico cubano Carlos Finlay sugirió que el mosquito era el vehículo a través del cual se transmitía la fiebre amarilla, no se imaginaba que esta enfermedad antigua tenía en los monos su reservorio natural.

La importancia de controlarla y prevenir su paso de un país a otro fue lo que impulsó la creación en 1902 de lo que luego sería la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Más de un siglo después, la fiebre amarilla sigue generando epidemias y extendiéndose en la región y en el mundo.

En 1932, el médico estadounidense Fred Soper, quien en 1947 se convertiría en director de la OPS, indicó por primera vez que este virus tiene en los monos su albergue selvático o refugio, por lo que su erradicación no era una posibilidad. Sin embargo, desde 1937 existe una vacuna eficaz para proteger a las personas en riesgo y evitar la propagación.

Desde 1970, la fiebre amarilla ha resurgido como una amenaza para la salud pública en las Américas. La enfermedad es endémica en territorios y regiones de 13 países de Centroamérica y Sudamérica, generando brotes y muertes.


El virus se dispersa en Brasil

El brote mayor de los últimos 50 años en las Américas tuvo lugar en Brasil, con una transmisión fuera de la región amazónica que generó 2.154 casos y 745 fallecimientos entre 2016 y 2018.

Marlúcio Mendes de Jesús, un joven agricultor brasileño de Imbé de Minas, a 300 kilómetros de Belo Horizonte, contrajo fiebre amarilla en 2017. Marlúcio debió ser hospitalizado durante nueve días. "Nunca había oído hablar de la fiebre amarilla ni de la vacuna. Pero tampoco suelo ir al médico”, dijo. La zona donde habita no era considerada en riesgo hasta entonces.

En 2014, el virus salió de los límites de la Amazonia, en donde es considerado endémico, y comenzó a llegar al centro y el sur del país. Algunos atribuyen este proceso a la degradación del medio ambiente y el cambio climático, y a la cercanía entre monos, mosquitos y humanos, allí donde se han desdibujado los límites entre lo selvático y lo urbano.

El doctor Pedro Vasconcelos, exdirector del Instituto Evandro Chagas de Brasil, y experto en el tema, consideró que “la reaparición de la fiebre amarilla en Brasil fue causada por una baja cobertura vacunal”.


Vacunación masiva para llegar a todos

La dispersión de la fiebre amarilla en Brasil llevó al país a implementar una campaña de vacunación masiva para proteger a millones de personas fuera de la región amazónica.

“Debido a brotes en África, el suministro mundial de vacunas estaba muy limitado, por lo que Brasil siguió una estrategia de dosis fraccionada que ya había sido aplicada en Congo para casos de emergencias”, explicó Alba María Ropero, asesora regional en inmunizaciones de la OPS, que brindó apoyo al país para llevar adelante la campaña.

La dosis fraccionada contiene una quinta parte de la dosis regular y proporciona inmunidad durante al menos 12 meses.

Así, para septiembre de 2018, 13,3 millones de personas habían sido vacunadas en San Pablo, 6,5 millones en Río de Janeiro y 1,85 millones en Bahía, lo que representa más de la mitad de las respectivas poblaciones.


Brote controlado

Brasil logró controlar el brote, registrando solo nueve casos y tres muertes entre 2020 y 2021. Desde 2020, el país amplió el área de recomendación de vacunación para fiebre amarilla a todo el país y adoptó un esquema de dosis única a partir de los 9 meses de edad para proteger de por vida a las nuevas generaciones. 

La OPS brindó un amplio apoyo al Gobierno brasileño el cual incluyó el suministro de vacunas contra la fiebre amarilla, la compra de millones de jeringas a través de su Fondo Rotatorio y la expansión de la capacidad de los laboratorios para detectar casos.

También ha ayudado a fortalecer la vigilancia de la enfermedad en primates y mosquitos, lo cual sirve como herramienta de alerta temprana.

La vacunación es la mejor opción para mantener a raya a la fiebre amarilla. Con ese objetivo, una estrategia de la OMS impulsada por la OPS en las Américas busca vacunar a casi mil millones de personas hasta 2026.

“Mientras haya personas no vacunadas y el virus siga expandiéndose por fuera de las zonas endémicas, el riesgo de transmisión y brotes persiste”, afirmó Sylvain Aldighieri, director adjunto del Departamento de Emergencias en Salud de la OPS. “Seguramente el brote de Brasil no será el último que afecte a un país de la región, pero en caso de que suceda otro, la OPS estará allí para ayudar a controlarlo, reducir el sufrimiento y salvar vidas como viene haciéndolo desde hace 120 años”.


Qué es la fiebre amarilla

La fiebre amarilla es una enfermedad viral transmitida por mosquitos infectados, que no tiene cura y puede ser mortal, pero existe una vacuna eficaz, segura y asequible para prevenirla. Los síntomas más comunes son fiebre, dolores musculares con prominente dolor lumbar, dolor de cabeza, pérdida de apetito, náuseas o vómitos.

En la mayoría de los casos, los síntomas desaparecen al cabo de tres o cuatro días, pero entre el 15 y el 25% de los pacientes entran en una segunda fase más grave, en la que el riesgo de muerte es mayor y las personas pueden tener orina oscura, dolor abdominal con vómitos, hemorragias, y la piel y los ojos amarillentos, de allí su nombre.