Más de 200.000 adolescentes en América Latina han participado en el programa Familias Fuertes: amor y límites de la Organización Panamericana de la Salud que brinda herramientas a padres de adolescentes para que puedan acompañar a sus hijos y ayudarlos a prevenir conductas de riesgo, como el consumo de drogas.
Febrero 2023
“Un árbol que da frutos”. Esas fueron las palabras que utilizó el joven venezolano Armando Peña, de 13 años, para definir una familia fuerte.
Peña migró a Colombia con sus padres y sus dos hermanos hace más de cuatro años. Volver a empezar en otro país implicó mucho más que conseguir una nueva casa y un nuevo colegio. Implicó construir otra cotidianidad y diferentes espacios comunes para compartir con su familia.
“Armando era un niño dulce, amoroso y cariñoso, y se fue volviendo un niño callado, un poco tímido y retraído en Colombia”, relata su madre, Yulis Maluenga, desde su hogar en el barrio Alfonso Gómez de Cúcuta, la ciudad fronteriza que ha recibido el mayor flujo de migrantes venezolanos en la última década.
Pero pensar hoy en Armando como un niño callado es tan difícil como lograr que no hable de fútbol. Su sonrisa es expresiva y su mirada conserva el brillo de un chico que cree fielmente en su potencial.
“Cuando llegamos a Familias Fuertes todo cambió”, dice Armando mientras hace su tarea de inglés en el mesón de la cocina de su casa. “A mí antes no me gustaba salir, pero cuando entré a Familias Fuertes me gustó estudiar y empecé a jugar al fútbol”, añade mientras dibuja una sonrisa de medio lado.
Más de 200.000 jóvenes latinoamericanos como él han participado en los talleres del programa Familias Fuertes: amor y límites, promovido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para mejorar la comunicación y prevenir la violencia familiar en la región.
Esta iniciativa, que involucra a padres e hijos, busca mejorar la comunicación intrafamiliar, fortalecer la convivencia en el hogar y desarrollar habilidades de crianza para mitigar factores de riesgo como el uso de drogas y los embarazos adolescentes.
A los jóvenes, les brinda técnicas de comunicación y de manejo de estrés, así como herramientas para hacer frente a las presiones sociales.
En Colombia, 45.000 familias de 30 departamentos han participado en la última década.
Armando Peña hace una pausa en su tarea de inglés y posa para una foto junto a su mamá, Yulis Maluenga en el centro educativo La Divina Pastora, la institución en la que participaron en los talleres del Programa Familias Fuertes: amor y límites.
La prevención: una inversión en salud
“Es mejor trabajar en prevenir que en corregir”, es la premisa que inspira el programa Familia Fuertes.
América Latina cuenta actualmente con el mayor porcentaje de población joven (de entre 10 y 24 años) en su historia: 232 millones de personas que representan 24,5% de la población total.
En la región, la violencia interpersonal, el consumo de drogas y las autolesiones son algunas de las principales causas de mortalidad en adolescentes de entre 10 y 19 años.
De acuerdo con la OPS, muchos hábitos perjudiciales para la salud son adquiridos durante las etapas de la adolescencia y la juventud, y son manifestados más adelante como problemas de salud.
“Sabemos que la segunda década de vida es un periodo de transición. Un período de desarrollo, no solamente biológico, sino de desarrollo cognitivo y psicosocial”, explica Sonja Caffé, asesora regional en Salud Adolescente de la OPS.
“Familias Fuertes es un espacio para que los adolescentes puedan adquirir las habilidades que necesitan para tomar decisiones saludables, con el fin de contribuir a generar comunidades saludables”, agrega Caffé.
Familias Fuertes surgió del Iowa Strengthening Families Program (ISFP) de la Universidad Estatal de Iowa, Estados Unidos. En 2003 la OPS adaptó esta propuesta a la realidad social y cultural de América Latina y la hizo parte de su estrategia regional para mejorar la salud de adolescentes y jóvenes.
Durante los últimos 15 años, casi todos los países de América Latina han implementado el programa. En la actualidad, se aplica en Perú, Colombia, Brasil, Costa Rica, México, República Dominicana y más recientemente en Uruguay. Otros países como Honduras, Ecuador y Chile están en proceso de reactivarlo.
El impacto de Familias Fuertes en familias migrantes venezolanas
Pedro Miguel Mujica y Ana de Dios Parra son una pareja de migrantes venezolanos que se conoció en el barrio Alfonso Gómez de Cúcuta. Hoy viven con los tres hijos de ella, nacidos en Venezuela: Edomar Briceño, de 17 años, Alexandra García, de 13, y Miguel Ángel García, de 7.
Para los dos hijos mayores fue difícil aceptar el cambio que suponía la migración, un nuevo hogar y una nueva familia. El joven, quien entonces tenía 14 años, se refugió en el deporte y en sí mismo, no compartía con su familia y se volvió muy tímido, hasta que en 2020 se unió a los talleres de Familias Fuertes.
Esta experiencia propició un cambio en las dinámicas. Planes como ver la televisión comiendo cotufas -como llaman en Venezuela a las palomitas de maíz-, pasear por el río y compartir cenas empezaron a hacerse cada vez más frecuentes luego de haber participado en los talleres.“En mi casa no había tanta comunicación y no había reglas. El programa nos sirvió para compartir más entre nosotros y para asignarle reglas a cada uno de los miembros”, asegura Ana de Dios Parra.
Lo aprendido en el programa inspiró a los miembros de la familia Mujica Parra a compartir más tiempo juntos.
El pedagogo César Augusto Díaz, de la institución educativa La Divina Pastora, que albergó los talleres, cree que este programa tiene una importancia especial para las familias migrantes.
“El impacto ha sido muy grande, porque son familias que vienen con grandes problemas de nuestro hermano país, buscando ayuda, desorientadas. Llegan a Colombia y encuentran este programa que para ellos es como un bálsamo para seguir adelante”, dice Díaz.
Familias Fuertes: amor y límites consta de siete sesiones, cada una de dos horas y media. En las reuniones se utilizan manuales de enseñanza, videos ilustrativos y modelos de práctica paralelamente para padres y adolescentes de entre 10 y 14 años.
Y así como para los Mujica Parra el cambio tuvo un efecto positivo, Yulis Maluenga y su hijo Armando Peña lograron apropiarse de lo que aprendieron para transmitirlo en su comunidad.
“Yo replico estas herramientas con las familias que llegan acá y tienen problemas con los niños”, dice Maluenga. “Uno de mis grandes sueños es poder volver a mi país y replicar todo lo que he aprendido en Familias Fuertes”.
El programa Familias Fuertes: amor y límites ha sido evaluado en el contexto regional y ha mostrado evidentes mejoras en la relación familiar y en conductas que comprometen la salud, como el uso de sustancias psicotrópicas, el embarazo adolescente y la violencia. Sus recursos están disponibles para todas las organizaciones o personas que trabajen con adolescentes y estén interesadas en la prevención de conductas de riesgo.