• Erin Brown trains for the Paralympics

En Bahamas, una madre transforma el cáncer en su fuente de inspiración

Washington, D.C. 3 de febrero del 2021 (OPS) – Erin Brown a menudo piensa en su madre, una enérgica mujer que falleció en 1998 a causa del lupus. Desde que tenía 12 años hasta que cumplió 17, Erin vio a su madre luchar contra el cáncer hasta el último momento de su vida. Así que en el 2004 cuando se enteró que tenía una enfermedad grave, osteosarcoma avanzado, Erin se preparó para emprender la lucha.

“Me puse modo guerrera. Quería saber cuál sería el siguiente paso. De inmediato les pregunté a los médicos: ‘¿Qué vamos a hacer al respecto?’ ”

Le diagnosticaron un osteosarcoma, un tipo de cáncer óseo prevalente en niños y adultos jóvenes que a menudo se desarrolla en los extremos de los huesos de las piernas o los brazos; los síntomas por lo general son dolor e inflamación en las zonas afectadas. Los osteosarcomas raros o poco frecuentes pueden debilitar mucho el hueso y ocasionar fracturas; precisamente así comenzó la lucha de Erin.

Se rompió la pierna al caerse por unas escaleras cuando cursaba el último año en la universidad. Era estudiante de administración de empresas, atleta de pista y campo, y presidenta del consejo estudiantil. Cuando le examinaron la pierna, los médicos encontraron una masa ósea. Un año después, se cayó de nuevo.

Erin se hizo otra serie de pruebas diagnósticas, incluida una resonancia magnética. También le hicieron una biopsia y le pusieron un yeso en toda la pierna. Varias semanas más tarde, los médicos le informaron que tenía osteosarcoma estadio 4. Dos meses después de la noticia, se estaba preparando para comenzar un tratamiento agresivo, que incluía insertar un puerto en el tórax para recibir quimioterapia. “Todo fue muy dramático”, indicó. “Todo al que se lo comentaba quedaba muy impactado”.

Creía que la quimioterapia tomaría solo unos días. Pero los días se convirtieron en meses y luego en más de un año. “En esos momentos comencé a recordar lo que mi madre y yo sentimos en su lucha contra el cáncer”, señaló Erin, y agregó que no quería que su hijo, Aaron, pasara por una experiencia de ese tipo. “Estaba decidida a darle un giro diferente. No le doy demasiadas vueltas a las cosas negativas. Creo que encuentro cómo resolverlas y sigo adelante”.

Perdí el cabello y las encías se me pusieron negras. Todo lo que los médicos dijeron que podría pasar, pasó. Pero nunca quise asustar a mi hijo ni apartarme de lo importante. Siempre me concentré en lo positivo, como no tener que sacarme las cejas o depilarme las axilas”.

Aun así, quedó impactada cuando supo que podría perder la pierna. Se lo dijeron justo antes de la primera cirugía planificada: los médicos intentarían reemplazar el hueso de la pierna, pero si no era posible, tendrían que amputársela. Incluso si podían reemplazar el hueso, el cáncer podría propagarse a la parte inferior de la pierna.

A lo largo del tratamiento, tuvo que hacer grandes esfuerzos para pagar las facturas médicas. Una de las inyecciones costaba 200 dólares, y tenía que ponérsela tres veces al día durante tres meses. Solo pudo costearse el medicamento porque el fabricante tenía un programa especial para pacientes con cáncer.

“Pensé que si me iba a morir, era mejor que lo supiera, porque mi familia sudaba para conseguir cada centavo necesario para pagar mi tratamiento. Preferiría pasar ese tiempo creando recuerdos con mi hijo y mi padre”.

En cierto momento, conoció a un médico que coordinaba las investigaciones sobre osteosarcomas en un hospital de alta resolución; el médico le ofreció operarla sin cobrar honorarios porque su caso era poco común. El tumor era grande, y el hueso que le quedaba apenas tenía el grosor de una uña. Sin embargo, no tenía otros tumores en órganos vitales, y antes de la caída caminaba sobre sus piernas y practicaba deportes. “Claro que fue difícil, pero aquí sigo”, señaló, refiriéndose a la amputación. “Tengo un hijo. Tengo que seguir adelante”.

Años más tarde murió de cáncer una prima que era como una hermana para Erin. Su prima tenía un sarcoma, que afecta el tejido blando de la columna vertebral. Falleció en el 2018. Erin indicó: “Su muerte fue y sigue siendo la experiencia más difícil de mi vida”.

La muerte de la prima de Erin, junto con su propia lucha, alimentó su pasión por la cobertura universal de salud. En el 2018, participó en una campaña a favor de la salud universal en Bahamas, organizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS). La OPS brinda apoyo a los Estados Miembros de la Región de las Américas para fortalecer los servicios de salud y avanzar hacia la salud universal, incluida la atención a los pacientes con cáncer.

Todas las personas y comunidades deben tener acceso a la atención médica dondequiera que estén y cuando lo necesiten, independientemente de sus circunstancias económicas. “Esto implica involucrar a todos los sectores de la sociedad para luchar contra la pobreza, la injusticia social, las brechas educativas y las malas condiciones de vida, que son algunos de los factores que influyen en la salud de las personas.”

Anselm Hennis, director del Departamento de Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental de la OPS

 

Erin señaló: “Cuando alguien está luchando contra el cáncer, necesita todo el apoyo y el tratamiento que pueda recibir. No debería sentirse como si estuviese agotando todo su dinero”.

Desde que le amputaron la pierna, Erin le ha dado un vuelco a su vida. Su hijo tiene ahora 17 años y Erin tiene además una hija de cinco años. Se ha convertido en una activista defensora de los derechos de las personas con discapacidad.

Erin Brown catapult
Swimming team

Empezó estableciendo una empresa que ayuda a las personas con discapacidad a involucrarse en los deportes, una esfera que la apasiona. “Se trata de reorientar a las personas con discapacidad para que retomen la senda del crecimiento", explicó.

Ahora trabaja en la Universidad de Bahamas, en una oficina unipersonal sobre derechos de las personas con discapacidad, y con el Ministerio de Salud, donde aboga por el acceso a los servicios de salud para las personas con discapacidad y su inclusión en el empleo. Espera algún día convertirse en abogada especializada en los derechos de las personas con discapacidad. Además, está entrenando para los próximos Juegos Paralímpicos, que se espera que tengan lugar en Tokio en el 2021.

“Tener una discapacidad no es una descalificación”, observó. “Es solo una oportunidad para redefinirse con respecto a uno mismo y a la sociedad. Todas las destrezas que uno tenía antes, las sigue teniendo. Las personas con discapacidad tienen derechos porque son humanas, tan sencillo como eso. Son personas dignas, no les falta nada”.

Training Ministry of Youth, Bahamas
Erin Brown training for Paralympics games 2021