El suicidio es un problema de salud pública. Cada caso de suicidio es una tragedia que afecta gravemente no sólo a los individuos, sino también a las familias y las comunidades. Cada año, más de 703.000 personas se quitan la vida tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos. En la Región de las Américas, se notificó un promedio de 98,000 muertes por suicidio al año entre 2015 y 2019, siendo la única Región del mundo donde las tasas han ido en aumento.
Centrarse en la prevención del suicidio es especialmente importante para crear vínculos sociales y promover la toma de conciencia. Acercarse a los seres queridos por su salud mental y su bienestar podría salvarles la vida. Crear conciencia y promover esperanza a nivel de la comunidad y en el intercambio cotidiano de las personas es central. Las personas que están transitando por un momento difícil y que están pensado en suicidio, requieren de un apoyo cercano, comprensivo, que no los juzgue. Se requiere sentir que no estamos solos.
Es relevante saber que los suicidios son prevenibles con intervenciones oportunas, basadas en la evidencia y a menudo de bajo costo. Los profesionales de la salud, principalmente del nivel primario de atención, son actores claves para la prevención del suicidio. Asimismo, la prevención del suicidio en los contextos cotidianos como la escuela, centros de formación y universidades, el trabajo, los centros deportivos y culturales, entre otros, deben ser potenciados. La prevención del suicidio es tarea de todos. Omitir no es la solución, hablarlo, ayudar, sembrar esperanza, y promover una sociedad de cuidado y apoyo si.