El 10 de diciembre, el mundo recuerda el extraordinario logro de ese día de 1948 cuando las naciones se unieron para firmar la Declaración Universal de Derechos Humanos.
El poder y la relevancia del reconocimiento consagrado en la Declaración - que todos los seres humanos tienen derechos y libertades fundamentales - es más importante que nunca cuando el mundo se enfrenta a una crisis de salud pública sin precedentes.
En 1990, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en colaboración con la CIDH de la OEA, lanzó una iniciativa diseñada para reestructurar la atención psiquiátrica en las Américas. La promoción y la protección de los derechos humanos de las personas con discapacidades mentales constituye un elemento clave de la iniciativa. Poco tiempo después, la OPS reunió a legisladores, profesionales de salud mental, líderes en derechos humanos y activistas de discapacidad para avanzar las reformas de atención médica en toda la Región. Los participantes emitieron la Declaración de Caracas.
Desde entonces, la OPS ha emitido lineamientos técnicos para reformar los sistemas de salud mental basándose en normas y estándares de derechos humanos aceptados internacionalmente. Además ha llevado a cabo múltiples talleres con la OMS y con la CIDH para capacitar a líderes comunitarios, usuarios de servicios de salud mental, miembros de grupos de defensoría, profesionales médicos y trabajadores y tomadores de decisiones gubernamentales, entre otros, sobre las normas internacionales de derechos humanos y su aplicación en hospitales, centros de salud mental y en la comunidad.
La OPS, como la agencia especializada de la ONU y de la OEA para la salud en las Américas, tiene un papel central que desempeñar en la promoción y la protección del derecho a gozar del grado máximo de salud que se pueda lograr y en la vinculación de este derecho con otros derechos humanos.