La demencia es una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores. En todo el mundo, más de 55 millones de personas viven con demencia, lo que supuso un coste anual de $1 billón de dólares en 2018. Demencia es un término general para varias enfermedades que generalmente son de naturaleza crónica y progresiva, que resultan en deterioros cognitivos e interfieren con el capacidad para realizar las actividades de la vida diaria. La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia y puede contribuir al 60-70% de los casos. Contrariamente a la creencia popular, la demencia no es una parte normal del envejecimiento y no afecta exclusivamente a las personas mayores.
Dentro de los Estados Miembros de la OPS, la prevalencia de la demencia está creciendo rápidamente en los países de América Latina y el Caribe (ALC). Además, los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) experimentados por las mujeres que viven en la Región de las Américas son un 65% más altos, en comparación con la cifra mundial del 60%.
La pandemia de COVID-19 ha exacerbado aún más la carga de la demencia a medida que continúa aumentando en todo el mundo, afectando de manera desproporcionada a quienes viven con demencia, sus familias y cuidadores. La demencia conduce a mayores costos para los gobiernos, los sistemas de salud, las familias y las personas, y a la pérdida de productividad. A pesar de esto, a menudo hay una falta de conocimiento y comprensión de la demencia, lo que genera estigmatización y barreras para el diagnóstico y tratamiento tempranos.
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La demencia es un síndrome que provoca el deterioro de la memoria, el pensamiento, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades cotidianas. Las personas con demencia pueden perderse en lugares familiares, experimentar cambios bruscos de humor, olvidar palabras sencillas y sufrir un deterioro de la memoria a corto plazo (el síntoma inicial más común de demencia)
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En la Región de las Américas, más de 10 millones personas viven con demencia. Las estimaciones muestran que cada 20 años, se duplicará el número de personas con este trastorno. América Latina y el Caribe serán los más afecados, con un incremento de 3,4 millones de personas con demencias en 2010, a 7,6 millones en 2030.
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En 2019, la demencia se clasificó como la tercera causa de muerte en las Américas, representando 390.473 defunciones. Esta cifra se triplicó desde 2000, cuando la demencia representó 113.631 muertes, y las tasas de mortalidad ajustada por edad se incrementaron desde 11,8 muertes por cada 100.000 habitantes en 2000 a 22,3 muertes por 100.000 habitantes en 2019. La demencia se clasificó como la 14ª causa de años de vida perdidos por mortalidad prematura, representando 390 millones de años de vida perdidos.
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Las mujeres se ven afectadas de forma desproporcionada. En la Región de las Américas, el 66% de las muertes por Alzheimer y otras formas de demencia son mujeres.
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El 20% de los países con las mayores tasas de mortalidad estandarizadas por edad por cada 100.000 habitantes en la Región de las Américas son: Estados Unidos, Canadá, Surinam, Cuba, Honduras, Bolivia y Uruguay.
No todas las personas con demencia experimentan los mismos síntomas, dependiendo del impacto de la enfermedad y de la personalidad del individuo antes de vivir con la demencia. En la actualidad no existe ningún tratamiento para curar la demencia o para alterar su curso progresivo.
La demencia no afecta exclusivamente a las personas mayores, a pesar de que la edad es el factor de riesgo más fuerte para la aparición de la demencia. Las investigaciones han demostrado que mantener un estilo de vida físicamente activo, llevar una dieta saludable, participar en actividades sociales y evitar comportamientos que comprometan la salud, como fumar y consumir alcohol en exceso, puede reducir el riesgo de demencia.
La demencia está infradiagnosticada en todo el mundo y, si se diagnostica, suele ser en una fase relativamente tardía del proceso de la enfermedad. Esta falta de concienciación sobre la demencia da lugar a la estigmatización y a barreras para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento.
A las personas con demencia también se les niegan con frecuencia sus derechos humanos básicos en las residencias y en los centros de atención de agudos. Un entorno que garantice la máxima calidad de los cuidados y el respeto es esencial para mejorar la vida de las personas con demencia, sus familias y sus cuidadores.
La Organización Panamericana de la Saldu (OPS) reconoce la demencia como una prioridad de salud pública. La Organización y los Estados Miembros adoptaron la Estrategia y Plan de Acción de Demencias en las Personas Mayores para el período 2015-2019, que proporcionó un plan de acción, priorizando la inclusión de la demencia en las políticas, desarrollando estrategias para la educación y promoviendo el diagnóstico precoz para asegurar el acceso oportuno a los servicios de salud. Los éxitos y desafíos de la salud pública regional del Plan fueron presentados al 58º Consejo Directivo en 2020, para establecer nuevas estrategias.
En la actualidad, la OPS, basándose en el Plan de acción mundial sobre la respuesta de salud pública a la demencia 2017-2025 proporciona cooperación técnica a los estados miembros en las siguientes áreas: el abordaje de la demencia como una prioridad de salud pública; aumento de la concienciación sobre la demencia y establecimiento de iniciativas amigables con la demencia; reducción del riesgo de demencia; diagnóstico, tratamiento y atención; sistemas de información para la demencia; apoyo a los cuidadores de la demencia; e investigación e innovación.
La colaboración entre la OPS y sus Estados miembros mejorará la vida de las personas que viven con demencia, sus cuidadores y sus familias, a través del desarrollo de políticas y programas multisectoriales, fomentando actitudes favorables a la demencia y reduciendo el estigma, compartiendo las mejores prácticas de la investigación basada en la evidencia para mejorar la atención coordinada, reformando la recopilación de datos nacionales y los sistemas de información sanitaria, así como a través de la formación para el desarrollo de capacidades utilizando el Programa de Acción para la Brecha en Salud Mental (mhGAP).
El mhGAP se estableció con el propósito de ampliar los servicios para los trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias, especialmente en los países de ingresos bajos y medios. La OPS ha reconocido la urgencia de reducir la carga de la demencia y ha colaborado continuamente con sus Estados miembros en la provisión de un módulo de formación sobre la demencia que tiene como objetivo promover el respeto y la dignidad de las personas con demencia, aumentar la educación sobre la demencia y proporcionar apoyo a los cuidadores de la misma.
Dado el importante impacto psicológico y emocional que los cuidadores de personas con demencia experimentan, en 2020 se puso en marcha "iSupport for Dementia", un programa de capacitación y formación dirigido específicamente a los cuidadores de personas con demencia. El iSupport actúa como una herramienta de autoayuda para cuidadores, familiares y amigos. El manual de iSupport para la demencia consta de cinco módulos y sus correspondientes ejercicios, que incluyen (i) introducción a la demencia; (ii) ser un cuidador; (iii) cuidar de mí; (iv) proporcionar cuidados cotidianos; y (v) afrontar los cambios de comportamiento. El manual está disponible en inglés en línea y también puede imprimirse, lo que permite una mayor accesibilidad a este recurso.