La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es una problemática creciente a nivel global y el interés de los gobiernos y organizaciones sanitarias a nivel mundial.
La problemática afecta no solo la salud de personas, animales y el ambiente en general, sino que puede generar impactos de índole productivo y comercial. Una de las estrategias para abordar esta problemática es el enfoque de Una Salud, y en este sentido la OPS adoptó este concepto dentro de sus políticas sanitarias (enlace al documento de la OPS). El enfoque destaca la participación multidisciplinaria y casi que holística para combatir la RAM y es así que cada profesión o actividad laboral genera unas responsabilidades casi que innatas para la profesión veterinaria, entre otras.
Los veterinarios tienen un rol fundamental para este propósito, ya que son ellos quienes integran la aplicabilidad de estrategias de promoción y prevención a nivel agropecuario, y de consolidación e interlocución entre los diferentes componentes del enfoque (animal, humano, ambiente) desde el ámbito de la salud pública veterinaria. Se invita en consecuencia a que todo el gremio veterinario se involucre ejecutando buenas prácticas veterinarias y también promoviendo las mismas.
Ejemplo de estas prácticas se evidencian en el material de campaña desarrollado por PANAFTOSA, para promover y facilitar esta labor, no solo durante la Semana de Concienciación de la Resistencia a los Antimicrobianos (18 hasta 24 de Noviembre) sino durante todo el año, para hacer sostenible estos esfuerzos.
¿Qué es la resistencia a los antimicrobianos?
La resistencia a los antimicrobianos pone en peligro la eficacia de la prevención y el tratamiento de una serie cada vez mayor de infecciones por virus, bacterias, hongos y parásitos.
La RAM se produce cuando los microorganismos (bacterias, hongos, virus y parásitos) sufren cambios al verse expuestos a los antimicrobianos (antibióticos, antifúngicos, antivíricos, antipalúdicos o antihelmínticos, por ejemplo).
Los microorganismos resistentes a la mayoría de los antimicrobianos se conocen como ultrarresistentes.
Como resultado, los medicamentos se vuelven ineficaces y las infecciones persisten en el organismo, lo que incrementa el riesgo de propagación a otras personas.
La resistencia a los antimicrobianos supone una amenaza cada vez mayor para la salud pública mundial y requiere medidas por parte de todos los sectores del gobierno y la sociedad.
¿Por qué la resistencia a los antimicrobianos es una preocupación mundial?
Cada año, miles de personas mueren por enfermedades ocasionadas por bacterias multirresistentes en el mundo. Para 2050, se estima que el número de muertes podría llegar a 10 millones de personas al año.
Ante esta crisis, la Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2015 adoptó un Plan de Acción Mundial Sobre la Resistencia a los Antimicrobianos con el objetivo principal de asegurar el tratamiento y la prevención de enfermedades infecciosas con medicamentos de calidad garantizada, seguros y eficaces.
La Alianza Tripartita, formada por la Organización Mundial e da Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), apoya la implementación del Plan de Acción Mundial sobre la Resistencia a los Antimicrobianos (RAM), con el objetivo de armonizar estrategias intersectoriales que permitan coordinar políticas sanitarias relativas a la medicina humana, veterinaria e salud medioambiental, subrayando las responsabilidades de cada sector con el fin de combatir este problema mundial mediante el enfoque “Una Salud”. La lucha contra esta amenaza es una prioridad de salud pública y un desafío multisectorial y global.
La OMS, a su vez, ha desarrollado directrices y recomendaciones para los países miembros para preservar la efectividad de los antimicrobianos de importancia crítica para la salud humana. Estas recomendaciones incluyen la Lista de antimicrobianos de importancia crítica (Critically Important Antimicrobials List - CIA List), que clasifica estos compuestos según su importancia y prioridad para la salud humana. El documento es un llamamiento a los gobiernos para que implementen políticas para alentar la investigación y el desarrollo de medicamentos, tanto a través de agencias del sector público como privadas.
La adopción de normas internacionales para el uso responsable de los antibióticos y las directrices establecidas por la OMS y FAO a través del Codex Alimentarius y la OMSA son fundamentales para hacer frente al desafío que representa el problema de la resistencia a los antimicrobianos.
La cooperación del sector veterinario en este sentido incluye tanto al ámbito público como al privado.
Las enfermedades de los animales pueden generar pérdidas de producción, afectan la seguridad alimentaria e impactan en la salud pública puesto que más de un 75% de las enfermedades animales infecciosas son transmisibles al hombre.
La resistencia a los antimicrobianos ocurre naturalmente con el tiempo, generalmente a través de cambios genéticos. Sin embargo, el mal uso y el uso excesivo de antimicrobianos en la producción agropecuaria está acelerando este proceso. En muchos lugares, los antibióticos se usan en exceso y mal en animales de producción, y a menudo se administran sin supervisión profesional.
Los microbios resistentes a los antimicrobianos pueden aparecer y propagarse en personas, animales, alimentos y el medio ambiente (en el agua, el suelo y el aire). Se pueden propagar entre personas y animales, incluso a partir de alimentos de origen animal, y de persona a persona. Un mal uso y abuso de antimicrobianos en la producción agropecuaria y una manipulación inadecuada de los alimentos fomentan la propagación de la resistencia a los antimicrobianos.
El Plan de Acción Mundial de la OMS contra la Resistencia Antimicrobiana reconoce la necesidad de tratar el reto que representa la resistencia a los antimicrobianos a través de un enfoque de ”Una salud”, el cual enfatiza la interrelación entre la salud de los seres humanos, los animales y los ecosistemas.
En la estrategia resaltan los objetivos y tácticas que PANAFTOSA/SPV utiliza para apoyar a los Países Miembros de la OPS en su lucha contra la Resistencia a los Agentes Antimicrobianos y fomentar un trabajo en conjunto.
Desde 2010, existe un firme compromiso de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para combatir la RAM.
Bajo este contexto, las tres organizaciones han aunado fuerzas para la implementación del proyecto Trabajando juntos para combatir la resistencia a los antimicrobianos bajo el enfoque de Una Salud, el cual reconoce la multidimensionalidad y la necesidad de una respuesta intersectorial.
Resistencia a la colistina
La colistina es un antibiótico polipéptido que pertenece a la clase/grupo de polimixinas, utilizado desde 1959 para tratar infecciones en humanos y para el tratamiento y profilaxis de infecciones en animales. Este antibiótico presenta actividad in vitro exclusivamente en bacilos como Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Pseudomonas aeruginosa, y Salmonella spp, entre otras especies de importancia clínica. La colistina es un bactericida que actúa en el lípido A del lipopolisacárido de la membrana externa, aumentando la permeabilidad celular, utilizando un mecanismo similar al de los jabones o detergentes.
Debido a la nefrotoxicidad y neurotoxicidad, la colistina cayó en desuso en la década de 1970. Aunque inicialmente se abandonó de manera parcial su uso en humanos, el uso de colistina se ha retomado para el manejo de bacilos multirresistentes productores de betalactamasas como Enterobacterias, Pseudomonas aeruginosa y A. baumannii complex. Este antibiótico ha seguido siendo ampliamente utilizado durante décadas en animales de granja como promotor del crecimiento y para uso terapéutico, especialmente en pollos y cerdos.
La aparición de bacterias resistentes a varios antibióticos, principalmente los carbapenémicos, hizo que la medicina buscara una alternativa terapéutica para el manejo de infecciones por bacterias multirresistentes. Así es como la colistina resurge en los años 2000 como antibiótico de último recurso en humanos.
La resistencia a la colistina, se da principalmente por modificaciones en el lípido A del lipopoliscarárido que cambia su polaridad eléctrica generando repulsión electrostática a la colistina. Este mecanismo es principalmente mutacional y adaptativo. Tras el descubrimiento en 2015 del gen de resistencia transferible a la colistina mcr-1 y su diseminación en bacterias aisladas de animales de granja, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una alerta epidemiológica global solicitando a los Estados Miembros que tomaran medidas para prohibir este antimicrobiano como profiláctico y promotor del crecimiento en la cría de animales. Para frenar la propagación de estos genes de resistencia, desde 2016, este hecho ha cambiado la legislación sobre el uso de colistina en el ganado en todo el mundo. En las Américas y el Caribe, algunos países como Perú y Argentina han prohibido el uso de este antibiótico en animales. Países como Brasil y Colombia han prohibido el uso de colistina como aditivo promotor del crecimiento, pero han mantenido el permiso para uso terapéutico.
Los datos referentes a los avances normativos para su restricción o uso se pueden consultar en el siguiente mapa:
Marco legislativo en la Prohibición/Restricción del uso de
Colistina en la Producción Animal en las Américas
Fotos de la campaña