La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es una amenaza para la salud humana, la producción animal, agrícola y el medio ambiente a nivel global. Por este motivo organizaciones, gobiernos y sociedad se unen para combatir su propagación y crear conciencia sobre el uso adecuado de los antimicrobianos. La RAM pone en riesgo también la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios y con ello la inocuidad alimentaria y tiene un impacto negativo en las exportaciones agrícolas y el acceso a las vacunas.
Desde 2010, existe un firme compromiso por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para combatir la RAM, trabajando de forma coordinada para mitigar los riesgos en la interfaz salud humana-animal-ambiental. Bajo este contexto, las tres organizaciones han aunado fuerzas para la implementación del proyecto “Trabajando juntos para combatir la resistencia a los antimicrobianos” bajo el enfoque de Una Salud que reconoce el abordaje multidisciplinar e intersectorial para dar respuesta a este problema.
El enfoque de Una Salud es especialmente relevante para la inocuidad de los alimentos, control de las zoonosis y la resistencia a los antibióticos. La OPS adoptó este concepto dentro de sus políticas de salud (enlace al documento de la OPS)
Los veterinarios juegan un papel clave en este proceso, ya que actúan directamente en la aplicación de estrategias de promoción, prevención y vigilancia a nivel agropecuario y de interlocución con los componentes de la interfaz humano-ambiental-animal en el ámbito de la salud pública veterinaria.
PANAFTOSA/SPV desarrolla importantes herramientas y proyectos para promover buenas prácticas y en la concientización del uso adecuado de los antimicrobianos en la producción animal.
¿Qué es la resistencia a los antimicrobianos?
La resistencia a los antimicrobianos es considerada una de las mayores amenazas para la salud global, ya que pone en riesgo la prevención frente a una serie de infecciones causadas por virus, bacterias, hongos y parásitos. La RAM se produce cuando estos microorganismos sufren cambios y adaptaciones al verse expuestos a los antimicrobianos (antibióticos, antifúngicos, antivíricos, antiparasitarios, por ejemplo).
Los microorganismos resistentes a la mayoría de los antimicrobianos se conocen como ultrarresistentes. Como resultado, los medicamentos se vuelven ineficaces y las infecciones persisten en el organismo, lo que incrementa el riesgo de propagación y muerte.
Un uso inadecuado y excesivo de los antimicrobianos en la producción animal puede generar mayor resistencia y la generación de “superbacterias”. Es fundamental la asistencia y control por parte de un veterinario en sistemas productivos animales para fomentar un correcto uso de estos medicamentos de gran valor.
Preservar la eficacia de los antimicrobianos es clave para evitar la amenaza de la resistencia antimicrobiana.
¿Por qué la resistencia a los antimicrobianos es una preocupación mundial?
El uso indiscriminado o mal uso de los antimicrobianos hace que cada año aumente en todo el mundo el número de personas que mueren a consecuencia de enfermedades provocadas por superbacterias o bacterias ultrarresistentes. En 2019, 5 millones de personas perdieron la vida en todo el mundo por causas relacionadas a la resistencia bacteriana a los antimicrobianos, 1,3 millones fallecieron como resultado directo de bacterias resistentes a los antibióticos.
A medida que la RAM se propaga a nivel global, los antibióticos son cada vez más ineficaces, lo que amenaza nuestra capacidad para tratar enfermedades infecciosas comunes y a un aumento de la mortalidad. Sin herramientas eficaces para la prevención y el tratamiento adecuado de las infecciones resistentes y la mejora del acceso a antimicrobianos nuevos y de calidad, la propagación de la resistencia antimicrobiana aumenta paulatinamente.
La adopción de estándares internacionales intersectoriales que refuercen el uso correcto de los medicamentos son herramientas importantes utilizadas en la lucha contra los antimicrobianos.
La cooperación del sector veterinario en este sentido busca traer alianzas y asociaciones en el ámbito público-privado.
¿Qué acelera la aparición y propagación de la resistencia a los antimicrobianos en los alimentos?
El uso indiscriminado de antibióticos y sin supervisión profesional en animales de producción acelera el proceso de resistencia a los antimicrobianos. De esta manera, diferentes microorganismos (principalmente bacterias) se vuelven resistentes y pueden propagarse entre humanos, animales, alimentos y medio ambiente.
El uso indebido de antimicrobianos en la producción agropecuaria y una manipulación inadecuada de los alimentos fomentan la propagación de la resistencia a los antimicrobianos y con ella una mayor aparición de infecciones resistentes a los tratamientos.
La OMS trabaja con el Plan de Acción Mundial contra la Resistencia a los Antimicrobianos, que aborda la necesidad de representar la lucha contra los antimicrobianos a través del enfoque de "Una Salud", que integra la salud humano-animal-ecosistema.
Esta visión de trabajo abarca todos los esfuerzos que PANAFTOSA/SPV viene realizando junto con los países miembros de la OPS, en su lucha contra los antimicrobianos y así fortalecer con ello el trabajo conjunto.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) vienen trabajando juntas desde 2010 con el firme compromiso de combatir la RAM.
Las tres organizaciones han aunado esfuerzos en la implementación del proyecto Trabajando juntos para combatir la resistencia a los antimicrobianos bajo el enfoque de Una Salud.
Resistencia a la colistina
La colistina es un antibiótico polipéptido que pertenece a la clase/grupo de polimixinas, utilizado desde 1959 para tratar infecciones en humanos y para el tratamiento y profilaxis de infecciones en animales. Este antibiótico presenta actividad in vitro exclusivamente en bacilos como Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Pseudomonas aeruginosa, y Salmonella spp, entre otras especies de importancia clínica. La colistina es un bactericida que actúa en el lípido A del lipopolisacárido de la membrana externa, aumentando la permeabilidad celular, utilizando un mecanismo similar al de los jabones o detergentes.
Debido a la nefrotoxicidad y neurotoxicidad, la colistina cayó en desuso en la década de 1970. Aunque inicialmente se abandonó de manera parcial su uso en humanos, el uso de colistina se ha retomado para el manejo de bacilos multirresistentes productores de betalactamasas como Enterobacterias, Pseudomonas aeruginosa y A. baumannii complex. Este antibiótico ha seguido siendo ampliamente utilizado durante décadas en animales de granja como promotor del crecimiento y para uso terapéutico, especialmente en pollos y cerdos.
La aparición de bacterias resistentes a varios antibióticos, principalmente los carbapenémicos, hizo que la medicina buscara una alternativa terapéutica para el manejo de infecciones por bacterias multirresistentes. Así es como la colistina resurge en los años 2000 como antibiótico de último recurso en humanos.
La resistencia a la colistina, se da principalmente por modificaciones en el lípido A del lipopoliscarárido que cambia su polaridad eléctrica generando repulsión electrostática a la colistina. Este mecanismo es principalmente mutacional y adaptativo. Tras el descubrimiento en 2015 del gen de resistencia transferible a la colistina mcr-1 y su diseminación en bacterias aisladas de animales de granja, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una alerta epidemiológica global solicitando a los Estados Miembros que tomaran medidas para prohibir este antimicrobiano como profiláctico y promotor del crecimiento en la cría de animales. Para frenar la propagación de estos genes de resistencia, desde 2016, este hecho ha cambiado la legislación sobre el uso de colistina en el ganado en todo el mundo. En las Américas y el Caribe, algunos países como Perú y Argentina han prohibido el uso de este antibiótico en animales. Países como Brasil y Colombia han prohibido el uso de colistina como aditivo promotor del crecimiento, pero han mantenido el permiso para uso terapéutico.
Los datos referentes a los avances normativos para su restricción o uso se pueden consultar en el siguiente mapa:
Marco legislativo en la Prohibición/Restricción del uso de
Colistina en la Producción Animal en las Américas