Informe de la OPS muestra que las desigualdades de género en salud aumentaron en la región e insta a contar con datos desagregados para una respuesta más inclusiva
Washington, DC, 8 de marzo de 2022 (OPS)— La pandemia por COVID-19 ha tenido un impacto desproporcionado en las mujeres de las Américas, lo que ha contribuido a aumentar la desigualdad de género en salud y amenaza su desarrollo y bienestar, afirma un nuevo informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El informe Análisis de género y salud: COVID-19 en las Américas, presentado hoy durante un panel virtual para marcar el Día Internacional de la Mujer, explora los efectos de la pandemia en las mujeres y las niñas, y presenta conclusiones en áreas como la salud, el empleo y el bienestar social. El evento contó con la participación de Karen Sass, directora de Discapacidad de la Secretaría Nacional de Cuidados del Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay, y Hugh Adsett, Embajador y Representante Permanente de Canadá ante la Organización de los Estados Americanos (OEA).
“Este reporte subraya que la desigualdad de género es una crisis social, económica, política y sanitaria permanente, que se ha visto exacerbada por la pandemia”, afirmó la Directora de la OPS, Carissa F. Etienne. “Pero también pone de manifiesto dónde tenemos que trabajar más para crear un futuro más equitativo, resistente y sostenible”, destacó.
Durante la pandemia, su papel como cuidadoras expuso a las mujeres a un mayor riesgo de contraer COVID-19. Al ser la gran mayoría del personal de salud, las mujeres estaban en primera línea atendiendo a los pacientes, y representaron el 72% de todos los casos de COVID-19 entre los profesionales de la salud en la región. “Si hubieran estado mejor protegidas desde el principio y con turnos razonables, muchas infecciones podrían haberse evitado”, consideró Etienne.
Los costos físicos y emocionales de trabajar largos turnos en el hospital o de estar expuestas a la COVID-19 las siguieron a la casa, donde las mujeres también son responsables del 80% de las tareas domésticas. Varios estudios han demostrado que las mujeres que trabajan en el sector salud tienen más probabilidades de sufrir ansiedad y depresión, insomnio o agotamiento que sus compañeros masculinos.
Durante los confinamientos para frenar la propagación del virus, las mujeres pasaron más tiempo en casa, un lugar que no era seguro para muchas. Durante estos periodos, las llamadas a los teléfonos de atención a la violencia doméstica se dispararon un 40% en algunos países. Pero en otros, disminuyeron drásticamente, lo que advierte que las supervivientes se enfrentan a nuevas barreras para buscar ayuda.
La COVID-19 también ha tenido un impacto marcado en la salud de las mujeres. Si bien el informe comprueba los datos globales que las mujeres tienen una probabilidad ligeramente menor de desarrollar una enfermedad grave por COVID-19 que los hombres, también muestra que ellas tenían más probabilidades de ser diagnosticadas más tarde que ellos. Y cuando fueron diagnosticadas, murieron antes, lo que sugiere que un mayor número de mujeres no recibió la atención adecuada a tiempo.
Por su parte, la reorganización de los servicios para atender la emergencia dejó a demasiadas mujeres y niñas sin el apoyo que necesitaban para mantenerse sanas. En América Latina y el Caribe, 1 de cada 4 adolescentes no tuvo acceso a servicios de planificación familiar, algo que las dejó expuestas a embarazos no deseados, riesgos para su salud, abandono escolar y ciclos de mala salud y pobreza, entre otros.
La COVID-19 también ha agravado la mortalidad materna. Las futuras madres tuvieron que equilibrar el miedo a la COVID con la incertidumbre de no saber si podrían dar a luz con seguridad en un centro de salud, y demasiadas no recibieron la atención que necesitaban a tiempo. En los últimos dos años, se han notificado más de 365.000 casos de COVID-19 en embarazadas en la región, y más de 3.000 de ellas han muerto.
“Debemos abordar estas profundas desigualdades para hacer frente a la actual crisis de salud y construir un futuro mejor para las mujeres y las niñas de la región”, subrayó Etienne.
El informe indica, además, que la incorporación del enfoque de género en la respuesta a la pandemia ha sido insuficiente y que el género no aparece en los análisis de los efectos directos e indirectos de la pandemia, algo que dificulta reconocer y analizar las consecuencias diferenciales que ha tenido la pandemia sobre hombres y mujeres.
“La pandemia nos exige una transformación radical en la generación, el análisis y el uso de datos desglosados para identificar las desigualdades en materia de salud”, afirmó el Subdirector de la OPS, Jarbas Barbosa. “Sin datos cuantitativos y cualitativos, y sin evidencias, nuestros esfuerzos en materia de equidad de género y de otros aspectos de la salud se ven considerablemente comprometidos”, agregó.