Al tiempo que detectan tabúes y barreras económicas y sociales que obstaculizan la atención de la salud, adolescentes del barrio montevideano de Casavalle son referentes de pares y dan pistas a los equipos técnicos de cómo abordar problemáticas. La experiencia parte del curso Formación de promotoras y promotores adolescentes en: “Salud para las adolescencias” de las Policlínicas de Casavalle y Los Ángeles, de la Intendencia de Montevideo, y es una de las prácticas prometedoras de salud, galardonada como tal durante el Foro Nacional de Atención Primaria de Salud (APS) en diciembre del 2023. Así la relatan, en la víspera del Día Internacional de la Mujer, seis promotoras que han participado de la formación.
Aboiré, Agustina y Valentina, de 16, 19 y 22 años respectivamente, fueron parte de la primera generación del curso, que comenzó en 2022, y en 2023 se sumaron Candela y Romina, de 14 años, y Sandra, de 15. En cada instancia, las policlínicas capacitaron a 30 adolescentes varones y mujeres de diferentes territorios de Montevideo en una lógica de capacitación en cascada, y crearon un Espacio Adolescente. “Luego de la pandemia vimos que faltaban las adolescencias en el servicio de salud y nos pareció muy importante buscar una herramienta que nos acercara a las adolescencias y que nos permitiera generar confianza”, explica Tania Aguerrebere, licenciada en Trabajo Social y coordinadora de la Policlínica Casavalle. “Creíamos que, si empezábamos a darles las herramientas para cuidar de su salud como adolescentes, las iban a propagar entre sus vínculos, entre sus amistades, sus familiares”, agrega. La formación, además, es inclusiva y ahora un adolescente sordo promueve activamente la salud adolescente dentro de la comunidad sorda.
Casavalle se ubica al norte de Montevideo. “Vivimos en un barrio que sale mucho en la televisión y sale con muchas cosas malas y no con lo bueno”, reclama Candela que, en medio de un territorio atravesado por situaciones de violencia pero que, a la vez, le ha dado la oportunidad de participar de varios proyectos y ser promotora de salud.
A Agustina la motivó a ser promotora de salud tener “nueva información, descubrir cosas que sabía por arriba y algunas que ni siquiera las sabía”; por eso, ella y Valentina volvieron a cursar la formación en 2023, que incluía un módulo diferente, y piensan seguir en 2024. La formación va más allá de los contenidos abordados en los módulos: durante el año, los equipos de salud de las policlínicas continúan trabajando en conjunto con las y los promotores en la búsqueda de herramientas para la salud y la autonomía de las adolescencias.
Focos de interés
Para estas adolescentes, los temas que más les preocupan a ellas, y a sus pares, son la sexualidad y la salud mental. La sexualidad es como “algo tabú”, dice una de ellas, mientras Candela cuenta que en los talleres se notó que el tema generaba mucha vergüenza pero que cuando se abordó, vieron que “tenían un montón de preguntas y que no sabían nada, que todo lo que ellos pensaban no era así; eso estuvo muy bueno”, valora. La información que habían recibido hasta aquel momento era escasa y sesgada: en talleres de educación sexual habían aprendido cómo poner un condón externo, pero reclaman que nunca les habían enseñado a colocar un condón femenino, de hecho, muchas ni siquiera sabían que existía.
La experiencia ha habilitado diálogos en otros espacios. Romina, por ejemplo, cuenta que como es promotora de salud, sus amigos de la UTU –formación técnica de enseñanza media– siempre le piden consejos: me dicen ‘me pasa esto, ¿cómo lo soluciono?’ Y yo les digo: ‘tenés que hacer esto, o ir a este lugar a informarte’”. Luego del curso, Valentina y Agustina participaron de una actividad en la que pusieron un stand en el liceo con información sobre derechos sexuales y reproductivos y sobre salud mental; con tarjetas y “premios” mediante, “los chiquilines se coparon, fue el puesto que más se llenó de gente y nos dijeron que les gustaría que hiciéramos otro”, destacan.
“De salud mental no se habla”, lamenta Valentina. “La salud mental explotó en la pandemia, aumentó el suicidio y aumentaron mucho las enfermedades, la gente mentalmente ha estado mal”, comenta Romina. “Estuvimos encerrados un montón”, recuerda Candela, que da cuenta de la preocupación manifestada por las y los adolescentes en el taller de la policlínica: “preguntaban un montón de cosas, te decían que se sentían discriminados y que los afectaban los asuntos del barrio, que a veces no podían salir por los problemas de afuera; eso fue lo que me ayudó a ser promotora de salud”, revela.
Por otra parte, cuestionan el modo en que las personas adultas de referencia resuelven los problemas: “le cuesta muchísimo a la gente entender que las cosas cambiaron, que ya no es hacer la ley del hielo, si estás enojado con alguien y después decirle ¿querés un platito de guiso?”, grafica Aboidé. Esta problemática, de actitudes, se agrega a la de la seguridad que repercute, además, en el acceso a la salud, porque al barrio no ingresan ambulancias, lamentan. Para las mujeres se juntan estos factores con las dificultades para el acceso a la salud debido a que a veces no tienen con quién dejar a sus hijos.
Frenos y alientos
Algunas adolescentes sintieron la resistencia de sus referentes cuando les contaron que iban a hacer el curso de sexualidad: pensaban que hablar sobre esos temas las llevaría “a tener relaciones sexuales con cualquiera”, comentan con indignación, y reafirman que “si no te cuentan es peor” porque desconocen cómo cuidarse.
Ahora sienten que amigas, sobrinos o primas y primos, incluso mayores que ellas, les consultan sobre estos temas. También relatan las batallas que han dado para ampliar su bienestar y el de sus pares ante el cuestionamiento de familiares cuando les cuentan que les gustan personas de su mismo sexo.
¿Qué les recomiendan a un amigo o a una amiga? “Que no tengan vergüenza y consulten cualquier duda que tengan”, responden, y recuerdan que a partir de los 13 años pueden ingresar solos y solas a la consulta en la policlínica y hablar en confianza.
La coordinadora de la policlínica agrega que además de servir para mejorar la autoestima de las y los adolescentes, la experiencia amplía la escucha: “queríamos escuchar todo lo que tuvieran para decir, no lo que teníamos ganas, entonces nosotros también estamos aprendiendo, estamos aprendiendo juntos, juntas a pensar cómo les sirve que trabajemos para ellos, para ellas”.
Para Are Izquierdo Skjaer, Analista de Programas de OPS/OMS en Uruguay, “La iniciativa de las promotoras y los promotores adolescentes es un ejemplo muy positivo de cómo trabajar la promoción de la salud en contextos locales, de capacitación de pares, y es un muy buen ejemplo de cómo romper tabúes y actitudes dañinas. Es un modelo sostenible para la promoción de salud que además fortalece y capacita a las y los adolescentes, teniendo un amplio potencial de efectos positivos personales y barriales”.
Es por esto, que, en el Día Internacional de la Mujer, la OPS en Uruguay ha decidido resaltar el esfuerzo de las promotoras y los promotores adolescentes por ser una herramienta importante en el abordaje de inequidades en salud.