Según se desprende del informe, unos programas adecuados de PCI pueden reducir las infecciones relacionadas con la atención de salud en un 70%
La pandemia de COVID-19 y otros importantes brotes epidémicos recientes han puesto de relieve la medida en que los establecimientos de atención de salud pueden contribuir a la propagación de las infecciones, causando daño a los pacientes, los trabajadores de la salud y los visitantes, si se presta una atención insuficiente a la prevención y control de infecciones (PCI). Ahora bien, de un nuevo informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se desprende que, cuando se siguen prácticas adecuadas en materia de higiene de las manos y otras prácticas eficaces en función de los costos, el 70% de esas infecciones pueden prevenirse.
Actualmente, en los países de ingreso alto, 7 de cada 100 pacientes ingresados en un hospital de cuidados intensivos contraerán al menos una infección nosocomial durante su hospitalización, cifra que asciende a 15 de cada 100 pacientes en los países de ingreso bajo o mediano. Por término medio, 1 de cada 10 pacientes afectados fallecerá por una infección nosocomial.
Los pacientes ingresados en cuidados intensivos y los recién nacidos están particularmente expuestos a este riesgo. Del informe también se desprende que aproximadamente uno de cada cuatro casos de septicemia tratados en el hospital y casi la mitad de todos los casos de septicemia con disfunción orgánica tratados en las unidades de cuidados intensivos están relacionados con la atención de salud.
Hoy, en vísperas del Día Mundial de la Higiene de las Manos, la OMS ofrece un avance del primer informe mundial sobre prevención y control de infecciones, que reúne datos procedentes de publicaciones científicas y de diversos informes, así como nuevos datos de estudios realizados por la OMS.
«La pandemia de COVID-19 ha hecho patentes un gran número de problemas y lagunas en materia de PCI existentes en el conjunto de las regiones y países, incluidos aquellos que contaban con los programas de PCI más avanzados», declaró el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. «También ha brindado una oportunidad sin precedentes de hacer balance de la situación e intensificar rápidamente la disposición operativa y la respuesta ante los brotes mediante prácticas de PCI, así como de reforzar los programas de PCI en todo el sistema de salud. Nuestro reto ahora es lograr que todos los países puedan asignar los recursos humanos, los suministros y las infraestructuras que ello requiere».
En el nuevo informe de la OMS se presenta el primer análisis mundial de cómo se están aplicando los programas de PCI en varios países del mundo, adoptando un enfoque regional y centrado en los países. El informe, en el que se pone de relieve el causado por las infecciones hospitalarias y la resistencia a los antimicrobianos a los pacientes, también aborda el impacto y la eficacia en función de los costos de los programas de prevención y control de infecciones y las estrategias y recursos de que disponen los países para mejorar dichos programas.
El impacto que tienen las infecciones relacionadas con la atención de salud y la resistencia a los antimicrobianos en la vida de las personas es incalculable. Más del 24% de los pacientes afectados de septicemia de origen nosocomial y el 52,3% de esos pacientes tratados en una unidad de cuidados intensivo mueren cada año. Estas muertes se duplican o triplican cuando las infecciones son resistentes a los antimicrobianos.
En los últimos cinco años, la OMS ha realizado encuestas mundiales y evaluaciones conjuntas con los países a fin de evaluar la situación en lo que respecta a la aplicación de los programas nacionales de PCI. Si se comparan los datos obtenidos de las encuestas realizadas en 2017-2018 y en 2021-2022, el porcentaje de países que cuentan con un programa nacional de PCI no ha mejorado; además, en 2021-2022 solo cuatro de los 106 países evaluados (el 3,8%) respetaban todos los requisitos mínimos instaurados a nivel nacional en materia de PCI. Ello queda reflejado en la aplicación inadecuada de las prácticas de PCI en el lugar de consulta y, según una encuesta realizada por la OMS en 2019, tan solo el 15,2% de los establecimientos de salud cumplían todos los requisitos mínimos en materia de PCI.
Sin embargo, se han realizado progresos alentadores en algunas esferas, y se observa un aumento significativo del porcentaje de países que cuentan con un coordinador designado en materia de PCI, un presupuesto específicamente destinado a esta cuestión y un programa de formación para los trabajadores de salud de primera línea; que elaboran directrices nacionales en materia de PCI y un programa o plan nacional para la vigilancia de las infecciones nosocomiales; que emplean estrategias multimodales para las intervenciones en materia de PCI, y que establecen el cumplimiento de las normas de higiene de las manos como un indicador nacional clave.
Muchos países están demostrando su firme compromiso y sus importantes progresos con respecto a la adopción de un mayor número de medidas destinadas a instaurar los requisitos mínimos y los componentes fundamentales de los programas de PCI. Estos progresos cuentan con el firme apoyo de la OMS y otros agentes clave. El mantenimiento y la intensificación de estos progresos a largo plazo es una necesidad primordial, que requiere una atención e inversiones prioritarias.
Según el informe, la probabilidad de avanzar en la labor en materia de PCI es mayor en los países de renta alta, y estos tienen una probabilidad ocho veces mayor de que la aplicación de la PCI se encuentre en una fase más avanzada en comparación con los países de ingreso bajo. Efectivamente, se observaron escasas mejoras entre 2018 y 2021 en la aplicación de los programas nacionales de PCI en los países de ingreso bajo, y ello a pesar de que, en general, se prestó una mayor atención a esta cuestión debido a la pandemia de COVID-19. La OMS seguirá prestando apoyo a los países para que los programas de PCI puedan mejorarse en todas las regiones.
La OMS pide a todos los países del mundo que aumenten su inversión en programas de PCI a fin de garantizar la calidad de la atención y la seguridad de los pacientes y los trabajadores de la salud. Además de proteger a sus poblaciones, también se ha demostrado que el aumento de la inversión en PCI mejora los resultados en materia de salud y reduce los costos de la atención de salud y los gastos por cuenta propia.
Notas para los redactores
La PCI es una especialidad clínica y de salud pública que, partiendo de un planteamiento práctico y basado en la evidencia, evita que los pacientes, los trabajadores de la salud y los visitantes de los establecimientos de salud contraigan infecciones que pueden evitarse, incluidas las causadas por patógenos resistentes a los antimicrobianos, durante la prestación de los servicios de salud. Ocupa un lugar único en los ámbitos de la seguridad de los pacientes y los trabajadores de salud y de la calidad de la atención, ya que es pertinente para todos los trabajadores de salud y todos los pacientes, en cada una de las interacciones en el marco de la atención de salud.
Acerca de la OMS
La Organización Mundial de la Salud lidera las actividades mundiales de salud pública en el marco del sistema de las Naciones Unidas. Fundada en 1948, la OMS trabaja con 194 Estados Miembros, en seis regiones y desde más de 149 oficinas para promover la salud, preservar la seguridad mundial y servir a las poblaciones vulnerables. Nuestro objetivo para 2019-2023 es asegurar que mil millones de personas más dispongan de cobertura sanitaria universal, proteger a mil millones de personas más frente a las emergencias sanitarias, y mejorar la salud y el bienestar de otros mil millones de personas.