Santo Domingo, Rep. Dominicana, 3 de septiembre de 2018 (OPS)- A unos 20 minutos de Santo Domingo, en la Ciénaga parece reinar la tranquilidad hasta que llega la noche. “Los mosquitos nos atacan en olas durante las noches. A veces tengo que mandar a mis hijos a refugiarse debajo de los mosquiteros en sus camas desde la tardecita, porque no podemos esperar a que caiga la noche”, relata María del Rosario, madre de 5 hijos, y quien hace siete meses tuvo malaria.
La Ciénaga es uno de los últimos focos de malaria en República Dominicana, que ha sido priorizado por las autoridades de salud. Con más de 170 casos confirmados en esta localidad, el Ministerio de Salud ha puesto en marcha medidas de control de vectores para prevenir la malaria entre quienes viven en esta zona localizada en el municipio de Los Alcarrizos en Santo Domingo Oeste.
En apoyo a este plan, la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) en colaboración con la Fundación de las Naciones Unidas (UN Foundation) ha donado más de 80,000 mosquiteros impregnados de insecticida para quienes viven en la Ciénaga. Estos mosquiteros se pueden lavar y utilizar hasta por tres años. El uso de mosquiteros tratados con insecticidas de acción prolongada es una de las medidas principales de prevención del paludismo, junto con acciones para controlar y reducir los criaderos de mosquitos, que son portadores de esta enfermedad.
María del Rosario vive en Juan Guzmán, una de las comunidades de La Ciénaga donde se concentra la mayoría de los casos de malaria. Esta comunidad recibirá unos 8,000 de esos mosquiteros, que serán distribuidos entre 3,600 hogares y protegerán aproximadamente a 9,000 personas.
“Cuando enfermé de malaria, fui muy afortunada porque no pasó a mayores. Todos los que vivimos por aquí conocemos los síntomas de la malaria y estamos muy pendientes. Al saber que tenía fiebre fui corriendo al hospital”, relata María, que acudió al Hospital de las Caobas donde recibió atención y los medicamentos necesarios para mejorar.
María y su esposo son los proveedores principales de la casa, donde viven junto a sus padres, hijos y dos nietos. En este hogar hay 6 camas. Para cada una ahora habrá un mosquitero impregnado de insecticida, de alta resistencia y capaz de matar al vector al instante del contacto.
Hasta ahora, María y su familia solo han tenido mosquiteros que no son resistentes al paso del tiempo, se rompen fácilmente, lastiman la piel sensible de los niños de la casa y los mosquitos aún les pican en las noches.
“Yo no me puedo dar el lujo de no tener mosquitero. A mi hija mayor, Ester, le ha dado malaria en dos ocasiones, y la segunda vez estaba embarazada de mi nieta”, explica María.
Según sus cálculos, el último mosquitero que adquirió en un almacén de Los Alcarrizos le costó $500.00 pesos, el equivalente al costo de tres días de alimentos para toda su familia.
“Tener mosquiteros como este nuevo nos ayudan bastante a las familias como la mía que necesitamos ayuda para poder cuidarnos”, afirma. Este tipo no causan alergias ni maltratan la piel y se pueden limpiar con agua.
A cinco casas de María, vive la pastora Geanny Matos junto a su esposo y tres hijas. Geanny también conoce de cerca los efectos de la malaria. Su hija menor tiene 11 meses y tuvo fiebre temprano esa mañana. La pastora va camino a la Comisión de la Salud de Los Alcarrizos, a realizarle la prueba rápida de malaria a su hija
Recibir mosquiteros nuevos impregnados “es una bendición, es una ayuda muy necesitada, y lo mejor es que son mosquiteros especiales”, dijo Geanny. Indicó que la comunidad de Juan Guzmán ha sido muy afectada por el dengue y la malaria. “Lo que para muchos puede parecer poco, para nosotros es grande”, concluyó.
Esta comunidad de La Ciénaga está rodeada de pequeñas lagunas que contribuyen al desarrollo de criaderos de mosquitos y depósitos residuales. Las temporadas de lluvia también ayudan a que aumenten la cantidad de mosquitos.
La malaria es una enfermedad potencialmente mortal y se transmite por la picadura de un mosquito infectado. Los síntomas de esta enfermedad pueden incluir fiebre, vómito y/o dolor de cabeza y aparecen 10 a 15 días después de la picadura del mosquito.
Los vecinos de La Ciénaga viven a la defensiva en contra de estos mosquitos que a diario amenazan su salud y la de sus familias. La llegada de estos mosquiteros augura para la comunidad la posibilidad de noches más tranquilas.