Ciudad de México, 27 de agosto de 2021 - OPS/OMS participó en congreso organizado por instituciones académicas y de la sociedad civil que se unieron para generar una mayor sensibilización y difusión en la comunidad y en actores clave para el fortalecimiento de programas y acciones sobre prevención de suicidio y promoción de la salud mental en niñas, niños y adolescentes, con base en la evidencia científica.
El suicidio, acto deliberado de quitarse la vida, es un problema de salud pública a nivel mundial y regional.
En México, ocurrieron 6,710 suicidios en el 2018, con una tasa de 5.4 suicidios por cada 100,000 habitantes, sin embargo, es de particular preocupación el incremento continuo (16%) que se ha mantenido en la tasa de incidencia entre la población durante los últimos diez años, del 2010 al 2013 pasó de 4.3 a 5.0 y del 2013 al 2019 aumentó de 5.0 a 5.7 (INEGI, 2020). En la región de las Américas, se mantiene un aumento considerable de tasas de suicidio, México tiene uno de los mayores incrementos entre su población.
La prevención de suicidio, debe ser una prioridad de salud pública, no sólo por la cantidad de muertes por esta causa, sino por los efectos complejos y perdurables que tiene en la salud mental de los círculos sociales de las personas que mueren por suicidio. De hecho, la falta de atención a las dinámicas familiares y sociales después de una muerte por suicidio es un factor de riesgo para futuros suicidios y alteraciones mentales en los sobrevivientes, que constituyen una de las mayores brechas en el abordaje integral de la problemática y por lo tanto de su prevención.
En su intervención, Cristian Morales, Representante de OPS/OMS en México destacó que las cifras reportadas por la secretaria de gobernación muestran preocupantes aumentos del comportamiento suicida en niñas, niños y adolescentes durante el 2020. De hecho, -afirmó- sabemos que situaciones como la actual de la pandemia por la COVID-19 conlleva el aumento de riesgos para la salud mental, así como el incremento en las muertes por suicidio, como se ha documentado durante o después de periodos de recesión económica, pandemias y catástrofes a gran escala.; en estas situaciones se presenta un aumento de factores de riesgo tales como violencia doméstica, abuso en el consumo de alcohol, vulnerabilidad por enfermedad mental, estresores financieros, ansiedad por infodemia, aislamiento social, sentimientos de desesperanza, soledad y duelo.
Particularmente, las niñas, niños y adolescentes se han enfrentado al confinamiento, a las restricciones a la movilidad, la suspensión de clases y otros factores, que pueden generar afectaciones graves, afectaciones en las etapas de desarrollo y salud mental por falta de convivencia comunitaria y por segregación social, afectación en su proyecto de vida por la deserción escolar y por el incremento de la desigualdad, vulnerabilidad ante la violencia familiar, el incremento en homicidios y los embarazos en menores de edad.
De hecho, los principales elementos de análisis ante la conducta suicida en los niños y adolescentes se derivan de la información que se tiene tanto de las características individuales de éstos, como de las condiciones del contexto familiar, escolar, cultural y social en el que se desarrollan.
Muchos intentos suicidas o suicidio podrían mitigarse mediante la detección temprana, la evaluación y el tratamiento apropiados y a tiempo. Con el fin de lograr esta atención integral consideramos que se requiere:
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Implementar programas comunitarios para la promoción de salud mental trabajados de manera intersectorial con educación, cultura, deportes, seguridad pública, entre otros.
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Contar con una red de servicios de salud que garantice la continuidad de la atención al riesgo suicida en todos sus niveles.
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Contar con la capacidad de todos los actores sociales tanto comunitarios como de los servicios de salud de identificar apropiadamente los niveles de riesgo suicida para su manejo y referencia oportuna.
En ese sentido, la OPS/OMS colabora con la Secretaría de Salud en el enorme esfuerzo que se está desplegando para La implementación del programa nacional de prevención del suicidio liderado por CONSAMA. Este programa tiene como uno de sus objetivos principales poder contar con personal bien formado en la red de servicios públicos de salud para tratar el comportamiento suicida. La formación a través del diplomado de atención al comportamiento suicida recoge lo mejor de la evidencia clínica y del trabajo comunitario un trabajo en red que integre a todos los actores relevantes de la sociedad, para garantizar las acciones para la prevención y detección de comportamiento suicida, así como la continuidad de la atención para los cuidados posteriores.