Sonia y Bárbara tienen varias cosas en común, y una muy importante es que las dos tomaron la decisión de abandonar el tabaco y lo consiguieron. El proceso no fue fácil. Incluso, en varias ocasiones intentaron dejar de fumar sin conseguirlo; pero la insistencia de la familia y las afectaciones a la salud, finalmente las armaron con la voluntad necesaria:
“Decidí alejarme del cigarro, en primer lugar, por mis hijas y mi nieta, que me imploraban que lo dejara, porque notaban que me estaba afectando. Me daba tos, fatiga, me enfermaba seguido. Y en un período en el que me estaba haciendo un chequeo médico, y con el que pude conocer que todavía no tenía un daño severo en los pulmones, ellas me dijeron que aprovechara que aún no padecía una lesión demasiado seria para dejar de fumar. Tomé la determinación por mi salud, pero también pensando mucho en mi familia, que fue lo que me hizo reaccionar”, afirma con mucha convicción Sonia, una vecina del municipio Plaza, en La Habana.
Bárbara, por su parte, fue varias veces al Centro de Salud Mental -uno de los servicios que brinda la Atención Primaria de Salud en Cuba- con la intención de abandonar el tabaco; y disminuía el consumo, pero no completamente. Poco a poco volvía a incrementarlo. “Finalmente dejé de fumar debido a que me enfermé con una neumonía y me puse muy mal de salud, llegué a pensar que no sobrepasaría ese episodio, que me daría un paro respiratorio. De esta forma fue que un 29 de junio de 2018 dije: no fumo más, y así ha sido hasta el día de hoy. No he vuelto a fumar, ni tengo deseos de hacerlo, ni me preocupo por el cigarro”.
Ambas recurrieron a las consultas de deshabituación y recibieron un apoyo que fue fundamental. En Cuba existe un Programa Nacional de Prevención y Control del Tabaquismo que promueve el tratamiento y la rehabilitación para la cesación tabáquica mediante una terapia multicomponente, y una vez que Sonia y Bárbara habían tomado la determinación, estas consultas las ayudaron a no claudicar, y les brindaron las herramientas necesarias para poder manejar los síntomas de la abstinencia.
Según Sonia, “allí hablan mucho contigo; te piden que seas sincera y digas cuánto fumas, por qué lo haces, y te van poniendo metas, para que vayas disminuyendo la cantidad de cigarros. Así empieza todo el proceso, que incluye conversatorios, terapias de grupos, y mucho apoyo para que logres interiorizar lo que te sucede y lo que necesitas mejorar”.
“Yo primero fui a tres consultas, y como no conseguía dejar de fumar no fui más”, explica Bárbara, y continúa. “Entonces, como seis meses después de haberme decidido y haber parado el consumo, tuve que ir, porque comencé a sentir mucha ansiedad y muchos deseos de volver a probar el cigarro; pero a la vez pensé: si ya han pasado tantos meses desde que tomé esta decisión, no puedo recaer, porque va a ser peor, voy a fumar más que antes. Y fue cuando volví a las consultas, para que me ayudaran a no llegar a la recaída”.
“En esa ocasión, la doctora me preguntó qué sentía y conversó bastante conmigo. Me propuso buscar cosas que hacer, para que ocupara mi tiempo y no estuviera pensando en el tabaco. Hasta que llegó un momento en el que iba a las terapias de grupo para ayudar a los demás, no porque yo lo necesitara. Ahí hablaba de cómo fue que dejé de fumar, y recuerdo que había una señora que repetía que ella no podía, y yo le insistía que sí, que cuando se quería, se podía”.
En los momentos actuales, cuando la pandemia de la COVID-19 afecta a cientos de países y cobra la vida de miles de personas en la medida que se propaga rápidamente, Sonia y Bárbara también reflexionan sobre los múltiples beneficios que les ha reportado haberse alejado del tabaquismo. Saben que se encuentran en mejores condiciones de salud para enfrentar la situación epidemiológica, y que han reducido sus vulnerabilidades ante esta y cualquier otra enfermedad.
Comenta Sonia: “Esa decisión ha beneficiado mi salud y calidad de vida en general. Antes yo apenas sentía placer al comer, y ahora tengo necesidad de contar con mi alimento a su hora, y lo disfruto. También tengo mejor olfato y me siento mejor respirando, que es algo muy importante. Y viendo todo lo que sucede con la COVID-19, me pregunto qué hubiese sido de mí si hubiera seguido fumando, porque el cigarro precisamente ataca los pulmones, y esta enfermedad también. Quizás hasta hubiera muerto. Sin embargo, ya tengo mejores condiciones pulmonares y siento que puedo enfrentar cualquier cosa”.
Bárbara también respira mucho mejor, puede caminar más y subir escaleras sin tantas dificultades. Antes tenía que parar, tomar aire y después seguir subiendo. Y la circulación, que se le había puesto muy mala, igual está mucho mejor. En relación con la COVID-19 dice: “Me he puesto mucho a pensar en lo mal que me hubiera ido si hubiera estado fumando. Con la falta de aire que yo sentía, creo que hubiera estado a cada rato en el médico pensando que me había contagiado con el virus; pero, al contrario, me siento tranquila en ese sentido, y sigo cumpliendo con todas las medidas”.
Las historias de estas cubanas tienen aún más cosas comunes: comenzaron a probar el tabaco cuando ambas eran niñas, a los 14 y 15 años de edad, respectivamente, y solo interrumpieron ese hábito durante los embarazos de sus hijas. Cumplieron 40 y 46 años fumando, y podían consumir entre una y tres cajetillas diarias. Afortunadamente, sus historias también son ejemplos de perseverancia y triunfo. Demuestran que con voluntad y la ayuda necesaria, es posible abandonar el tabaquismo y vivir de forma más saludable.
Próximo a celebrarse el Día Mundial sin Tabaco, Jarbas Barbosas, Subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), recuerda que, cada año, los productos de tabaco provocan la muerte de más de 8 millones de personas; el 25 % de los decesos por cáncer a nivel mundial se relacionan con el hábito de fumar; y la industria tabacalera invierte anualmente más de $9.000 millones para persuadir a consumidores, en especial adolescentes y jóvenes. En los últimos meses, además, un nuevo virus respiratorio amenaza seriamente la salud y la vida en el planeta. También la posibilidad de abrazarse, besarse, celebrar. No caben dudas de que hoy, más que nunca, luchar contra el tabaquismo es una prioridad.