Chaco boliviano, 20 de enero de 2023, (OPS)- Cesario Segundo es el sabio de Ivamirapinta, una comunidad indígena ubicada en el sudeste de Bolivia. El arakuaiiya (hombre sabio en guaraní) se dedica a la siembra de maíz y zapallo que vende en Camiri, la ciudad más cercana a la comunidad de Ivamirapinta. A lo largo de su vida, los productos le han servido a Cesario para su manutención y la de su familia. Fue precisamente por la producción de alimentos que sus padres decidieron mudarse a Ivamirapinta cuando él apenas tenía tres años. “Aquí hay trabajo de cualquier cosa”, asegura. Pero Ivamirapinta es una de las pocas localidades del Chaco aptas para el cultivo en algunos períodos del año. La gran mayoría de las comunidades que se encuentran en esta zona boliviana están acosadas por la sequía recurrente y son de muy difícil acceso.
La noticia de un nuevo virus propagándose a gran velocidad llegó a la comunidad de la mano de información falsa. Primero fue el miedo al contagio y luego a la vacuna. Segundo asegura que no tuvo miedo de contraer el virus, aunque es consciente de que en la vejez puede ser más peligroso. Por eso, y pese a ser uno de los promotores de la medicina tradicional en la localidad, abogó por la llegada de la vacuna y destacó su eficacia para combatir la enfermedad.
Como sabio de la comunidad, para Segundo fue clave recibir información precisa durante el proceso de inmunización y conocer los beneficios que suponía para la salud de la población. “Cuando la vacuna llegó, yo le dije al doctor que, antes de vacunarme, me explique. Es que la gente, sobre todo el adulto mayor, tenía miedo a la inyección”.
La OPS, con el apoyo del Gobierno de Canadá, realizó una investigación de campo en esta y otras 23 comunidades indígenas con el objetivo de conocer las percepciones de los pobladores respecto a la vacuna contra la COVID-19. El trabajo se realizó entre junio y noviembre de 2022 y los datos fueron obtenidos a través de entrevistas y grupos focales. Los hallazgos de la investigación apuntan a que es clave informar a la población sobre las vacunas de manera precisa y, en lo posible, en su propio idioma.
Las campañas de vacunación organizadas por el Hospital de Gutiérrez estuvieron a cargo de personal de salud del lugar, ya que conoce la dinámica comunitaria y es guaraní. En conjunto con las brigadas de salud de OPS trabajaron codo a codo durante meses para informar y prevenir a la población que habita en la comunidad. Y aunque la tarea no fue sencilla, los resultados obtenidos han sido muy alentadores.
María Magdalena Cachari, asambleísta de Salud en Ivamirapinta e integrante de la coordinación del personal médico, asegura, al igual que Cesario, que la capacitación sobre la importancia de la inmunización fue fundamental. “Nos informaron para qué era la vacuna y cómo teníamos que cuidarnos después de recibirla. ¿De qué servía si venían a pincharnos sin conocimiento?”, apunta.
La mujer, de 49 años, estudiante de primer año de Derecho, cuenta cómo fue el proceso de vacunación en su comunidad: “Al principio, los de la brigada médica le dijeron al mburuvicha (jefe de la población) que tenían un punto de vacunación, pero como no todos asistieron, el personal de salud fue casa por casa. Y si les faltaba alguna familia, hacían rastrillaje hasta visitarlas a todas”.
La importancia de socializar las vacunas
Gutiérrez es la zona urbana de la autonomía guaraní. Está ubicada a 229 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra y a 78 kilómetros de Camiri, al sudeste de Bolivia. Desde que llegaron las vacunas al hospital de la localidad, las brigadas médicas se han movilizado a los centros de atención primaria de salud de las 44 comunidades que conforman el municipio, la mayoría con habitantes de origen guaraní. Este complejo engranaje profesional y logístico hizo posible que las poblaciones indígenas de la zona confiaran en las vacunas.
El director del Hospital de Gutiérrez, Freddy Segundo, informó que, hasta septiembre de 2022, en Kereimba Iyaambae, se vacunó el 61% de la población de la localidad con la primera dosis, el 52% con la segunda, el 35% con la tercera y un 6% con la cuarta.
Si bien destaca los buenos resultados, reconoce que la labor de los brigadistas no fue fácil, y recuerda que durante la primera ola del virus, hubo personas que les cerraban las puertas de sus casas principalmente porque tenían miedo. “Nos decían: ‘Usted viene de un hospital, me está trayendo la enfermedad, por lo tanto, no me ingresa aquí’. Lo hacían pese a que íbamos con los equipos de bioseguridad que nos proporcionó la OPS-OMS”.
En los rastrillajes realizados por las brigadas médicas, se encontraron varios casos de niños e incluso adolescentes que no habían recibido ninguna vacuna a lo largo de su vida. Gracias al trabajo de las brigadas, se logró concientizar a la población sobre la importancia de todas las vacunas del esquema de rutina y muchos habitantes de la zona decidieron vacunar a sus hijos contra la fiebre amarilla, el sarampión, la rubeola y la influenza.
Estos esfuerzos hicieron posible que el Programa Ampliado de Inmunización (PAI) comenzase a funcionar con regularidad en estas localidades. Este avance era muy esperado por las autoridades departamentales y nacionales, así como también por el Ministerio de Salud, ya que posibilita contar con información precisa y en tiempo real sobre las coberturas de vacunación.
Paralelamente, en el año 2022, se ejecutó el Proyecto Chaco Salud a través de OPS/OMS, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Plan International con apoyo de la Unión Europea. Esta iniciativa capacitó al personal de salud y posibilitó el flujo regular de la información epidemiológica.
La toma de conciencia sobre todos los tipos de vacunas es un hecho esperanzador en la Autonomía Kereimba Iyaambae, que tiene unos 12.000 habitantes y que lamentó la muerte de 14 personas entre más de 550 contagiadas por el virus hasta octubre de 2022.
Freddy mira para atrás y no puede olvidar lo complejo que fue la llegada de las vacunas a la zona. En este sentido, destaca el trabajo continúo de los profesionales de la salud, así como también la capacitación y el apoyo logístico que recibieron por parte de OPS/OMS , que hizo posible llegar a cada rincón del territorio. El especialista en Salud Familiar Comunitaria Intercultural (SAFCI) lleva dos años dirigiendo el hospital y está convencido de que las charlas que dio con su equipo de trabajo fueron fructíferas, pese a la desinformación que había en las redes sociales. Por esta razón, las campañas informativas no cesan, y una veintena de médicos, internistas y auxiliares del lugar continúan visitando a los comunarios en sus casas y realizando ferias de salud.