Las tormentas de arena en el Sáhara provocan que se eleven a la atmósfera grandes cantidades de polvo y arena que, suspendidos, logran viajar grandes distancias mucho más allá del desierto, logrando alcanzar Europa o América.
Por lo general, una vez que ocurre una tormenta de polvo (se diferencia de la de arena cuando el tamaño de la partícula es menor de cien micras), este elemento al ser más ligero sube hasta alturas de 5 a 7 kilómetros y forma una masa de aire muy caliente, cuya humedad relativa es de apenas un 3%.
Una parte de estas nubes puede avanzar por la zona de las islas Canarias y afectar a España, Portugal y Gran Bretaña, mientras las otras se mueven por el Atlántico y llegan al mar Caribe, aproximadamente a los seis días de registrada la tormenta. Si bien otros desiertos como el de Gobi, en Asia, tributan también polvo a la atmósfera, el del Sahara es el que tiene mayor incidencia sobre el hemisferio occidental.
La arena del Sahara se levanta cuando el aire cálido del desierto choca con el aire más fresco de la región de Sahel - justo al sur del Sahara. Mientras que las partículas ascendentes se remolinan, los vientos alisios intensos comienzan a soplar hacia el oeste en el Atlántico Norte. Las tormentas de polvo se forman, sobre todo, durante los meses del verano y del invierno, pero en algunos años - por razones que no se entienden - se forman en todos.
Efectos sobre la salud
El peligro que genera el fenómeno de recurrencia anual -que cubre un área de 800 kilómetros de ancho- radica en el contenido de bacterias, virus, esporas, hierro, mercurio, y pesticidas que presenta el polvo, estos contaminantes los recoge a su paso por zonas deforestadas del Norte de África, particularmente los países subsaharianos intensamente afectados por desertificación, generada por el agotamiento de bosques por el uso no controlado de ese recurso.
Estas tormentas cuando logran concentrarse y alcanzar áreas pobladas de Europa y América, pueden provocar la aparición de alergias y crisis asmáticas en muchas personas, sobre todo aquellas que ya sufrían problemas respiratorios o de inmunodepresión. Muchas veces se refieren casos de "gripes" persistentes o alergias sin causa aparente que pueden haber sido provocadas por el contacto con partículas de origen biológico presentes en estas brumas.
Recomendaciones
Las personas con enfermedades respiratorias crónicas (EPOC, asma), adultos mayores, mujeres embarazadas y niños deben usar protectores respiratorios tales como mascarillas o un pañuelo de tela húmedo para cubrir nariz y boca.
Si se tiene sensación de cuerpos extraños en los ojos, lávese con abundante agua. Es preferible utilizar agua potable, hervida o clorada. Lávese las manos antes de iniciar el procedimiento.
Cubra las fuentes de agua como pozos, recipientes o estanques de almacenamiento de agua para evitar contaminación.
Siempre debe utilizar los equipos de protección personal apropiados como gafas protectoras, mascarilla, o pañuelo de tela húmedo para cubrir nariz y boca.
Humedezca los sectores de su casa antes de barrer para evitar la re-suspensión del polvo que pudiera acumularse.