Adam Blomberg puede vivir hoy para contar lo que le ocurrió hace 13 años. Eso es algo que no pueden hacer los más de 5.000 jóvenes que cada año mueren en las carreteras de Estados Unidos y decenas de miles más en los países de América Latina y el Caribe.
Washington, D. C., 22 de octubre del 2008 (OPS)—Nadie hubiera dicho que algo o alguien iba a tener la osadía de interponerse en el camino de éxitos deportivos, fructíferas relaciones sociales y brillantez académica ya recorrido por el joven de 18 años Adam Blomberg. En su caso, fue la antesala de su propia muerte la que literalmente se le cruzó de por medio.
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Blomberg era muy popular y querido por sus compañeros y profesores del último año de estudios en la Cooper City High School, próxima a la ciudad de Fort Lauderdale, en la Florida, Este joven era un verdadero fenómeno en matemáticas y también era el capitán del equipo escolar de atletismo en velocidad sobre pista.
"Yo también me creía invencible", afirma el hoy Doctor Adam Blomberg mientras recuerda el suceso de hace ahora trece años y que por no llevar puesto el cinturón de seguridad estuvo casi a punto de costarle la vida.
Ese sentimiento de imbatibilidad fue confrontado por la realidad de la que Blomberg fue testigo directo el lunes 13 de febrero de 1995. Mientras se preparaba por la tarde para salir de su casa e ir con cuatro amigos a presenciar el próximo partido de baloncesto del equipo de la Universidad de Miami, el joven Blomberg no podía imaginar siquiera que en el lapso de apenas algunos segundos su vida pasaría literalmente a depender de los tubos y del complejo instrumental de una moderna unidad de cuidados intensivos en un centro de urgencias médicas próximo a Miami. Nada más ingresar en la UCI, el pronóstico médico indicaba que el estado comatoso de Blomberg dejaba muy pocas esperanzas de vida.
La fortuna de que Blomberg pueda vivir hoy para contarlo es algo que no pueden compartir los más de 5.000 jóvenes que cada año mueren en las carreteras de Estados Unidos. Entre estas víctimas mortales se cuenta el propio hermano de Blomberg, quien falleció una noche de enero del 2000 como consecuencia de un choque mientras conducía su automóvil. Michael no llevaba abrochado el cinturón de seguridad.
En esta fotografía de 1995 aparece el joven de 18 años Adam Blomberg en una unidad de cuidados intensivos donde fue ingresado luego del aparatoso impacto que recibió el vehículo en el que Blomberg viajaba sin tener abrochado el cinturón de seguridad.
También en el caso de Adam, todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos de apenas tres o cuatro segundos. El mini-van en cuyos asientos traseros viajaba Blomberg sufrió el contundente impacto de otro vehículo justo cuando el primero procedía a salir de una estación de suministro de gasolina. El golpe fue tan fuerte, que Blomberg -quien en ese momento tenía el cinturón de seguridad en la mano para ponérselo- salió disparado como un proyectil por una de las ventanillas del mini-van. Su cuerpo aterrizó de cabeza sobre el asfalto a unos 12 metros de distancia del coche. Los demás ocupantes sólo sufrieron heridas leves.
Blomberg sufrió la fractura de nueve costillas; una de sus cavidades pulmonares colapsó y su cráneo no pudo con la fuerza del golpe, sufriendo por ello un peligroso hematoma en la parte izquierda de su cerebro.
La primera vez que su madre acudió a verle a la unidad de cuidados intensivos, Adam estaba tan cubierto en vendajes que casi no había por donde besarlo.
A pesar de un parte médico poco esperanzador, Blomberg salió de su estado comatoso en 48 horas, iniciando a partir de entonces un proceso de rehabilitación al que dedicó toda su voluntad, energía y determinación. Tanto así que tres meses después (en abril) pudo regresar a sus clases de la Cooper City High School. Y en junio de ese mismo año se graduó junto con el resto de sus compañeros para poder así emprender en la Universidad de Miami su sueño de toda la vida de convertirse en médico.
Blomberg logró su sueño, pero en ocasiones, especialmente al principio de su formación universitaria, más que un sueño el reto se presentaba más bien como una pesadilla. Hubo momentos en los que Adam necesitaba de hasta nueve horas para asimilar la información recibida en una clase de 60 minutos.
Adam Blomberg ejerce hoy como anestesiólogo en un prestigioso hospital de Miami. Pero también se ha mantenido fiel a su promesa de luchar en la promoción de la seguridad vial. Hoy día, el Dr. Adam Blomberg combina su ejercicio médico con una extensa labor de educación y concientización sobre seguridad vial destinada especialmente a audiencias jóvenes, con charlas y conferencias en universidades y colegios que lo llaman para compartir su experiencia con los nuevos o futuros usuarios de las vías públicas. Blomberg, además, lidera una organización con la que encabeza estos esfuerzos por la causa de la prevención (especialmente mediante la promoción del uso del cinturón de seguridad). Driving Responsibly (Manejando con Responsabilidad), tiene su propio sitio de Internet.
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Publicaciones:
- Informe mundial sobre prevención de los traumatismos causados por el tránsito
- Guías para la atención traumatológica básica
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