Este año en la conmemoración del Día Mundial de la Salud Mental, la Organización Panamericana de la Salud / Organización Mundial de la Salud hace un llamado a tener una mayor inversión y garantizar mayor acceso a la atención en salud para todos, en todas partes.
Bogotá, octubre 10 de 2020. El Día Mundial de la Salud Mental de este año se celebra en un momento en que la vida cotidiana se ha visto considerablemente alterada como consecuencia de la pandemia de COVID-19, que ha traído retos para toda la humanidad.
“Cerca de 37 millones de personas se han contagiado y más de un millón ha perdido la vida. Algunos, como el personal de salud ha tenido que hacerle frente al virus, poniendo en riesgo la misma existencia; las familias, trabajadores, estudiantes han sentido el rigor de las medidas de contención del virus en los ámbitos social y económico, lo que genera incertidumbre en el futuro y problemas en la salud mental”, afirma Gina Tambini, representante de OPS/OMS en Colombia.
Por eso en esta ocasión, en el Día Mundial de la Salud Mental la Organización Panamericana de la Salud, junto con United for Global Mental Health y la Federación Mundial de Salud Mental, busca aumentar la conciencia de los problemas de salud mental y movilizar los esfuerzos para lograr mayores apoyos y participación de todos los actores sociales, tanto públicos como privados.
Aumentar la inversión en salud mental requiere colaboración intersectorial, participación de los ministerios de salud, educación y desarrollo social, los encargados de formular políticas, organizaciones sin fines de lucro, fundaciones, empresas privadas, cooperación internacional y los medios de comunicación.
Según el Atlas de Salud Mental (2018) de la OPS/OMS, el gasto medio de salud mental de los gobiernos es menos del 2,0% del total de los gastos de salud, lo que equivale a una inversión inferior de 1 dólar per cápita en los países de ingresos bajos y medios bajos, mientras que los países de ingresos altos gastan hasta 80 dólares per cápita. Y aún, un 60% del gasto notificado se destina a los hospitales psiquiátricos, con los efectos nocivos que la hospitalización prolongada tiene en los pacientes con padecimiento mental crónico y/o severo.
Cada dólar invertido en el acceso a tratamientos para problemas de salud mental comunitaria en un marco de atención primaria en salud (APS), tiene un retorno de 4 dólares que se manifiesta en retorno al trabajo, productividad y reducción de costos en la atención por la mejoría de los pacientes en su calidad de vida.
En síntesis, invertir en salud mental con recursos financieros, humanos y en dispositivos comunitarios genera un retorno sustancial en los prestadores de servicios, por cuanto cada dólar invertido se observa el retorno en lo equivalente a 4 dólares en la mejora de la salud y la capacidad laboral; se protegen los derechos humanos de las personas con distintas condiciones mentales, se reducen las brechas de acceso a tratamiento y se avanza hacia la atención universal.