Panamá, 1 de abril de 2020 – (OPS) Con el inicio de la cuarentena total establecida en Panamá, se prohibió la distribución, venta y consumo de bebidas alcohólicas en todo el territorio nacional, mientras se mantenga el Estado de Emergencia Nacional, estrategia que ayuda a reducir afectaciones mentales y violencia cuando se está en cuarentena con otra persona.
El alcohol no es sólo una sustancia que altera la mente y produce dependencia, dañina a cualquier nivel consumido, sino que también debilita el sistema inmunológico. Por lo tanto, el consumo de alcohol y especialmente el uso intensivo debilita la capacidad del cuerpo para hacer frente a enfermedades infecciosas, incluyendo COVID-19.
En este sentido, a través del Decreto Ejecutivo N° 507 del 24 de marzo de 2020, además de decretar la cuarentena total y otros lineamientos, dentro del decreto se establece la conocida Ley Seca, lo que significa la prohibición de la distribución, venta y consumo de bebidas alcohólicas en general. Restringiendo así, dichas bebidas, que son sustancias psicoactivas que afectan el estado mental y la toma de decisiones y hacen más vulnerable a riesgos, como caídas, lesiones en quienes lo consumen o violencia hacia las demás personas que le acompañan a este consumidor durante la cuarentena.
El consumo de alcohol también es conocido por aumentar los síntomas de depresión, ansiedad, miedo y pánico, síntomas que pueden intensificarse durante el aislamiento y la cuarentena. Por lo tanto, consumir alcohol no es un buen mecanismo de afrontamiento, ni a corto ni largo plazo, aunque algunos piensen que les ayudará a lidiar con el estrés.
El consumo de alcohol afecta directamente a las funciones cognitivas y físicas y reduce el autocontrol, por lo que los individuos son menos capaces de hallar una solución no violenta a los conflictos relacionales. Las consecuencias de la violencia infligida a algún miembro del hogar son de gran alcance. Los efectos sobre la salud de la víctima consisten en agresiones físicas (en algunas mujeres pueden causar complicaciones del embarazo o abortos), problemas emocionales que conducen al suicidio, a ideas suicidas y a depresión. En los casos graves, las lesiones provocadas por la violencia pueden ser mortales.
El alcohol también hace que ciertos medicamentos sean menos eficaces, al tiempo que aumenta la potencia y toxicidad de otros. Es importante no consumir alcohol en combinación con analgésicos, ya que el alcohol interferirá con las funciones hepáticas y podría causar problemas graves, como insuficiencia hepática.
En ningún caso se debe consumir ningún tipo de productos alcohólicos como medida preventiva o de tratamiento contra COVID-19.
Además, el alcohol no es una parte necesaria de la dieta y no forma parte de un estilo de vida saludable, por lo tanto, no debe estar en la lista de compras y mucho menos en esta época.