Montevideo, 16 de diciembre de 2020 (OPS/OMS).—Aquel Hospital Español de fines de 2019 se parece poco al de 2020. Hubo que cambiar de todo, hasta descolgar cuadros decorativos de las paredes. En pocos meses un centro destinado a la atención hospitalaria de tercer nivel de población que se atiende en el del sector público, para diferentes problemas de salud: quirúrgicos, nefrológicos, de tuberculosis, se transformó por completo en marzo pasado. Fue con la llegada de la COVID-19 a Uruguay que la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), el principal prestador público de salud de Uruguay, y del cual depende este hospital, designó al “Español” como centro de referencia COVID.
“Fue un cambio para todos. Cuando recibimos la noticia repercutió en cada uno de nosotros, pero sabíamos que el equipo podía llevarlo adelante”, comentó Lorena Piñeiro, la responsable de Enfermería del Centro COVID ASSE (en el Hospital Español), quien comenzó a trabajar allí en 2013, mientras estudiaba.
El edificio había sido un hospital de caridad de fines de siglo XVIII construido por la comunidad española. En la actualidad hay 1.200 personas trabajando en este centro asistencial con capacidad para 26 camas de cuidados intensivos (CTI) y 67 de cuidados moderados que, en caso de ser necesario, puede aumentar a 80.
Las primeras semanas tras la designación como Centro COVID fueron de nerviosismo y aprontes, cuidando cada detalle, cambiando los protocolos, el ingreso de los pacientes, restricciones de circulación. Hubo que “repensar” el hospital, dijo Alberto Barrios, director del Centro COVID ASSE en el Hospital Español.
Sin compañía ni contagios
El Comité de Infecciones sumó esfuerzo y trabajo, y no ha habido ningún trabajador del hospital infectado de COVID-19. Es un dato “muy reconfortante”, reconoció la enfermera Piñeiro. Los iniciales “miedos por desconocimiento” dieron paso a una nueva rutina. Cambió la vestimenta, y se impuso el baño antes de regresar de la guardia a la casa. Fue una “transición” a la que el personal se fue adaptando “de a poco a hacer lo correcto” y ahora el nuevo protocolo de cuidados y protección “lo sentimos como algo normal”, sostuvo.
El Director del Centro contó que hubo apoyo psicológico para contener al personal de salud y líneas abiertas para el contacto ante cualquier dificultad. Un
punto destacado en la transición hacia el Centro COVID ha sido la formación del personal. “Cuando conocés algo, los miedos se van disipando, se van perdiendo”, agregó Barrios.
La capacitación de los profesionales de la salud contó con el apoyo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). A través de orientaciones técnicas, guías y alianzas con universidades, la OPS facilitó la formación en el tema para contribuir a tomar “decisiones inteligentes basadas en evidencias”.
La imagen al ingresar a una habitación solía ser la de algún acompañante al lado del paciente. Eso cambió. La soledad se apoderó de las habitaciones y de las personas que allí se internan, por protección. Para enfermería esto fue un cambio al que se adaptaron. “Tuvimos la suerte de que nos donaron un celular, que, con la protección correcta, nos permite hacer videollamadas a los familiares” para que tuvieran comunicación, contó Piñeiro.
El Hospital Español también está recibiendo extranjeros: brasileros, chilenos, paraguayos, venezolanos, cubanos, en tránsito o migrantes que carecen de asistencia en salud privada.
Una respuesta integrada
“Uruguay ha tenido una respuesta integrada e integral”, destacó Giovanni Escalante, representante de OPS en Uruguay. El primer factor importante ha sido tener a la población “bien informada”, lo que permitió acatar medidas “de manera responsable y en el marco de sus libertades”, comentó. Es que Uruguay nunca impuso cuarentena obligatoria, sino voluntaria.
El segundo factor ha sido contar con un sistema de salud “resiliente” y bien financiado” por más de una década con inversión pública sostenida, que representa el 9,5% del PBI, algo que lo convierte en un “factor protector” para responder ante contingencias.
El tercer factor es la vigilancia epidemiológica, el seguimiento de los casos de manera activa, el rastreo, testeo y control de contagios para contener los brotes. En 2019, Uruguay tuvo dos brotes importantes detectados a tiempo y controlados: sarampión y leishmaniasis visceral.
La OPS, por su parte, apoya al gobierno uruguayo en el retorno a la nueva normalidad. Además, el país integra el Mecanismo COVAX, que le permitirá acceder a vacunas evaluadas y certificadas, seguras y eficaces, cuando estén disponibles.