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Servicio de salud en Azángaro: una travesía por el área rural de Potosí

Enero 2021


La carretera a Sucre, Bolivia, es la única ruta asfaltada por la cual transita cada lunes el personal del Centro de Salud de Azángaro, dependiente del departamento de Potosí.


Sin embargo, esa carretera es solo parte del recorrido que ellos atraviesan en una travesía que busca llevar a las comunidades rurales el servicio de vacunación.

El pueblo de Azángaro, es parte del distrito 14 del departamento de Potosí, Bolivia. El pasado 10 de noviembre, en conmemoración al aniversario de fundación de este departamento, se abrieron las puertas de las nuevas instalaciones del Centro de Salud Azángaro. Si bien el mismo se encuentra a aproximadamente 15 km de la ciudad de Potosí; el personal del establecimiento brinda atención a 21 comunidades aledañas, que se encuentran alejadas y dispersas.

 

La licenciada Roxana Villca es parte de ese personal médico. Ella es encargada del PAI (Programa Ampliado de Inmunización) en este centro, en el cual lleva trabajando más de 25 años. Se hace responsable de la vacunación de quienes viven en esa zona, junto al resto del equipo compuesto por la licenciada Beatriz Condori, trabajadora social y el señor Román Quispe, chofer de ambulancia.

 

El Centro de Salud de Azángaro, cuenta con los servicios de la ambulancia de la sub alcaldía solo un día a la semana, lunes. Los otros días el señor Román apoya en otros Centros de Salud, como el de Karachipampa. Es por este motivo que aprovechan para movilizarse y llegar a los sectores más alejados.

"Hace diez años no teníamos ambulancia y todo nuestro recorrido lo hacíamos caminando. Ahora solo algunas partes tenemos que caminar porque es lunes; pero otros días tenemos que movilizarnos a pie. […] Antes podía caminar no más; ahora con la edad ya es más dificultoso” – Roxana Villca

 

Roxana prepara las vacunas que tiene programadas para el día, sin embargo, siempre lleva algunas adicionales, pues debe aprovechar los lunes para llegar a su máxima cobertura. El centro de Salud de Azángaro anualmente cumplía con la programación de vacunas, en un 80%. La pandemia por Covid-19 no solo desató cambios en el sistema de salud de gran magnitud; sino afectó a sectores pequeños como en este caso, en el cuál hasta octubre solo se logró cumplir con el 30% de la vacunación programada, pese a los esfuerzos desmedidos del personal de salud.

 

Ya listo el personal, parten cada lunes temprano a cumplir con su labor. El recorrido por carretera es el menos extenso, pronto se desvían para ingresar por caminos de tierra y toparse con las comunidades. Beatriz se encarga de anunciar la llegada vociferando, pues no cuenta con otro medio. Al toparse con los pobladores, ella y Roxana hacen una pequeña orientación inicial, en idioma quechua, predominante en las zonas rurales.

 

Proceden con la vacunación a niños menores de 1 año, en especial contra el sarampión. Bolivia registró el 23 de octubre un caso de sarampión, después de 20 años. Sin embargo, madres y hermanas mayores aprovechan para recibir las vacunas correspondientes, como la de tétanos, ya que por algún descuido no la recibieron.

 

Sin embargo, en cada casa visitada al menos un adulto mayor fue, no solo inmunizado; sino también asistido por el equipo, quienes también brindan suplementos alimenticios y atención médica. La mayoría de la población de esta zona geográfica son adultos mayores, puesto que las personas en edad fértil tienden a migrar a la ciudad, junto con sus hijos, por motivos de trabajo.

 

"Vamos la enfermera, el chofer que siempre nos acompaña y la trabajadora social […] con el objetivo de que se vaya a atender a ese adulto mayor, se lo encuentre en su domicilio” – Beatriz Condori

 

Ese fue el caso del señor Hilarión a quién se lo encontró en las afueras de su hogar contemplando su cosecha. Él además de quejarse por un problema en la muela, pidió que se le vacunará contra “el resfrío”. Debido a su edad y a la pandemia no pudo asistir al Centro de Salud ni acceder a la campaña de vacunación contra la influenza, desarrollada en junio. Él aprovecha la inmunización, puesto que desea evitar las afecciones provocadas por las lluvias de fin de año.

 

Mientras vacunaban a don Hilarión, evidentemente la lluvia comenzó a caer. El equipo cuenta que estas dificultades son normales en su cotidiano. Hay días que llegan empapados por la lluvia y otros que deben caminar por la tierra, pues el sol es tan fuerte que el asfalto hace “arder” las plantas de sus pies, más aún entre semana cuando no cuentan con la ambulancia.

 

Pese a ello, continúan con su labor bajo el único objetivo de precautelar la salud de la población.   “Conozco a la mayoría de los que viven aquí por el tiempo que trabajo; por eso quiero que estén bien de salud. Esa es mi preocupación.” – Roxana Villca “Nosotros estamos para ayudar, la población de aquí necesita esa atención. […]La vida es importante” – Beatriz Condori.

Esta historia sobre salud fue posible gracias a la Cooperación del Pueblo Japonés