“Hay más gente de la que se esperaba. Vinieron mujeres de Yavi, a 16 kilómetros de La Quiaca, de Santa Catalina, de Cieneguillas, de los alrededores en donde si bien hay puestos de salud, no siempre tienen la posibilidad de tener una ginecóloga”, comenta Concesa. “Es a libre demanda, no hay que pedir turno y nadie se va sin una respuesta”, asegura.
En el Hospital Jorge Uro y en los centros participantes hay muchas adolescentes y mujeres jóvenes esperando para las conserjerías en salud sexual y reproductiva. Algunas ya han tenido hijos y buscan un método de planificación familiar, hay otras que no y quieren evitar un embarazo no intencional.
El procedimiento tiene dos etapas, la de consejería que es el espacio en donde se brinda información completa y oportuna sobre los métodos, y en segunda instancia, la de aplicación del implante subdérmico, el DIU, o la indicación de otro método anticonceptivo, en función de lo que la persona optó durante la asesoría.
Todo se realizó en la misma jornada y, más allá del método elegido, las mujeres pudieron continuar con sus tareas diarias sin inconvenientes. “Me explicaron que hoy tengo que evitar que se moje la zona del brazo donde me pusieron el implante”, cuenta Mariana mientras sostiene a upa a su bebé. “La aplicación del implante subdérmico fue muy rápida y ahora por varios años no necesito preocuparme por este tema”.
El implante es un método hormonal para evitar el embarazo. Consta de una o dos varillas pequeñas, delgadas y de material flexible que se coloca con anestesia local por debajo de la piel. En función del dispositivo, la protección varía entre 3 y 5 años. Por esa razón, durante el operativo las usuarias se llevaron la documentación necesaria sobre el implante y la fecha de aplicación. Se puede retirar cuando la persona lo requiera, con la colaboración de un profesional de la salud.