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Prevenir, detectar, atender: estrategias frente al bullying y la baja autoestima adolescente


Policlínica de Maldonado, Uruguay, trabaja en la captación y el abordaje de adolescentes que intentan o piensan suicidarse, una de las principales causas de muerte a esa edad


“Muchas veces cuando alguien es afectado por una broma o una crítica y la persona que lo agredió se da cuenta de que le afectó le dice ‘¡Ay no te bancás una! ¡Ya te vas a poner a llorar!’, como si no fuera nada y usa eso como justificación, en vez de pedirle disculpas. Está muy mal eso: cuando alguien se ofende no hay que seguir atacándolo, sino que hay que pedirle disculpas y ya está”, reflexiona un estudiante de tercer año de un liceo de Maldonado, en un taller organizado por el Espacio Adolescente del Sanatorio SEMM Mautone.

El bullying y la baja autoestima son los factores que más se repiten en adolescentes con intentos de autoeliminación y con ideación de muerte que llegan al Espacio Adolescente, explica la pediatra Aurora González. En Uruguay, el suicidio es la segunda causa de muerte en chicos de 10 a 15 años y la primera entre quienes tienen entre 15 y 19.

Trabajo en equipo

El espacio fue creado en octubre de 2015 con el objetivo de brindar asistencia integral y continua a chicos de 10 a 19 años; está conformado por pediatra, psicóloga, nutricionista, ginecóloga, odontólogo y enfermería y, según las necesidades, coordinan la atención con otros profesionales.

Llegan alrededor de 60 adolescentes por mes, derivados por otros médicos o por consulta espontánea. “Todos son adolescentes saludables, sanos, pero siempre tenés que preguntar, y al preguntar surgen los temas”, explica González.

La preocupación por el número de intentos de autoeliminación y la sospecha de que podía haber muchos más fueron un motor para este equipo. Con asesoramiento del Ministerio de Salud Pública (MSP), elaboraron protocolos de atención para el registro y el seguimiento de los intentos de autoeliminación (que se hace durante dos años), y la captación de quienes tienen factores de riesgo.

Profundizar y resolver

En la consulta, la psicóloga intenta ir al fondo del asunto. Evalúa si tiene que derivar a los adolescentes a psiquiatría o a psicoterapia y si debe trabajar con los padres. “Muchas veces el chiquilín no sabe cómo resolver el problema y los padres tampoco. Tenés que ayudarlos a ellos y a los padres a que busquen herramientas. Situaciones que parecen gravísimas, les das algunos elementos a los padres y vienen a los 15 días y te dicen: ‘Ay me siento tanto mejor, hice esto’, y ves cómo se va resolviendo”, cuenta Queirolo.

El Espacio Adolescente fue reconocido en 2018 como una muy buena práctica resolutiva en el primer nivel de atención, en un concurso organizado por el MSP y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

“El bullying siempre existió, lo que pasa es que ahora nos ocupamos. Ellos se pueden expresar más, tienen una puerta abierta para conversar, antes era un tabú, no se hablaba, como si no existiera”, sostiene González, y dice que eso explica el aumento de casos. “Tuvimos que salir del consultorio e ir a donde concurre el adolescente, vamos a los centros educativos y hacemos talleres de concientización, hablamos con los profesores”, relata la licenciada en Enfermería Verónica Irrazábal. En la sala de espera también hacen intervenciones con videos y juegos que desatan reflexiones.

Con los talleres se busca ayudar a los adolescentes “a que no pasen todo por alto, que empiecen a hacer un ejercicio de acompañar y empatizar con el otro. Trabajarlo en grupo, con personas que pasan muchas horas juntos, ayuda a modificar conductas”, afirma la psicóloga.

Actuar frente al bullying

Los estudiantes de tercer grado discuten en torno a frases propuestas por las técnicas. “La responsabilidad es tanto del que hace bullying como del que lo ve y no hace nada”, afirman tras la discusión grupal.

Tienen claro que nadie merece ser acosado, que es necesario prestar atención a los cambios de hábitos, que el consumo de alcohol y otras drogas terminan causando más problemas: “es peor porque después entras a drogarte y la gente empieza a rechazarte mucho más, y es peor, tu familia y tus amigos se alejan de vos”, dice un estudiante.

"Si comento lo que ocurre, soy un buchón", afirma otra frase disparadora. Los estudiantes concluyen: “depende de la situación, por ejemplo si tengo un amigo que se siente mal o se quiere suicidar, es el momento de hablar con un adscripto o con sus familiares, no me lo tengo que guardar para que no se enoje conmigo; si hablo, lo estoy ayudando a mejorar, porque capaz que no puedo hacer lo que su padre, o un adulto o un adscripto puede hacer por él”.