• Ma. Hilaria Gómez

Las pequeñas cosas que cambian vidas

Yamaranguila, Honduras

20-11-2019

Años atrás una deteriorada letrina, acarreo de agua desde la fuente más cercana a un kilómetro y las visitas constantes al centro de salud eran la rutina Ma Hilaria Gómez. 

Hoy a sus 43 años, Ma Hilaria es madre de siete hijos, con dos partos gemelares, esta mujer perteneciente a los indígenas lenca de la comunidad de Guascotoro en el departamento de Intibucá, siente que su vida ha cambiado “hoy hemos mejorado un poquito y ya no me da pena que me visiten, mire teníamos una letrina que se salía toda el agua, siempre se rebalsaba, teníamos muchos olores; pero hoy; tenemos una bonita letrina, ya no tengo que ir a un km a traer el agua, además, mi agua es mejor porque tengo el filtro y estas son cositas que nos da para seguir adelante con la misma lucha, porque hay que cambiar, sino siempre viviremos en lo mismo”.

Ma Hilaria es una de las participantes del proceso de saneamiento contemplado en el Plan de Entornos y Estilo de Vida Saludable que implementó la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS Honduras) con apoyo del Gobierno de Canadá, orgullosa de su casa, nos dice “ve este patio, está limpio y sabe porque lo tengo limpio, porque me han enseñado que somos nosotros mismos los que tenemos que cuidarlo, aquí han venido a capacitarnos el personal de salud y otros técnicos, pero somos nosotros los que debemos vivir en lo limpio para no enfermarnos”.

La mujer camina entre sus hijos que juegan alegremente en el patio y se dirige hasta la pila y en gesto de satisfacción abre la llave, y exclama “mire las pequeñas cosas cambian la vida, ahora tenemos el agua, está aquí en la casa y clorada, pero eso no es suficiente, yo la filtro sólo para tomar, con sólo eso, yo ya tengo cuatro meses de no ir al centro de salud con los niños, antes iba todas las semanas“.

La vista de Ma Hilaria se dirige a pequeña construcción de cemento y madera, en el Las pequeñas cosas que cambian vidas fondo de su patio y nos dice “mire el suelo está séquito eso significa que nuestra letrina está buena, tampoco tengo moscas, todo está tapadito, la lavo cada tres días no tiene ningún mal olor”, las palabras de la mujer confirman en la práctica lo aprendido en el proceso de capacitación sobre entornos y estilo de vida saludables.

Nos pide que la acompañemos unos metros más adelante para enseñarnos lo que hace con su basura “en este agujero enterramos toda la basura que sale de la casa, nosotros lo llenamos y cuando ya está completo el agujero lo sacamos para abonera y utilizarlo para sembrar árboles y en el huerto familiar”. 

Al consultar a mamá Hilaria sobre si aprendido otras cosas, de forma pensativa, pasa su mano por la frente y muy segura contesta “si en la escuela nos están enseñando hacer más comidas la tortilla verde con verduras, con hojas de chipilín, hojas de pataste, hoja de yuca para que den de color verde, tortilla de plátano viera que ricas, son yo se las hago a los niños y les gustan.

Antes de despedirnos, Ma Hilaria nos recuerda que falta mucho trabajo para llegar a la meta y lograr entorno y estilo de vida saludable para todos y todas, en forma de reflexión final nos dice “yo creo que es bueno que vengan aquí, para que miren como hemos mejorado un poquito, pero recuerden que todavía hay familias que siguen haciendo sus necesidades al aire libre, que tienen que ir hasta la fuente a traer agua, ellos también necesitan mejorar”.