En comunidades rurales y remotas de América Latina, prácticas ancestrales como la partería han sido transmitidas de generación en generación. En estas zonas, donde las barreras geográficas y las diferencias culturales dificultan el acceso a los centros de salud, el apoyo práctico y espiritual de las parteras o matronas puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
junio del 2023
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), con el apoyo de Canadá, ha trabajado con más de mil parteras y parteros desde 2021 para proporcionarles conocimientos que les ayuden a identificar señales de riesgo con el fin de prevenir muertes maternas y neonatales. A su vez, la OPS contribuye a tender puentes con los servicios de salud para facilitar el trato respetuoso a las mujeres en un contexto de diversidad cultural.
Mercedes Panamantamba, partera en la ciudad de Otavalo, al norte de Ecuador, aprendió de su abuela sobre la partería y ha ejercido su oficio durante más de 40 años. Todos los días recorre largas distancias a pie para atender a embarazadas en zonas rurales de difícil acceso. Aun así, considera importante que las parturientas se trasladen a los centros de salud para tener a sus bebés.
Para ella, saberes ancestrales como el uso de plantas medicinales son tan importantes como los conocimientos de la medicina occidental que le ayudan a detectar a tiempo los riesgos en el embarazo. Capacitarse le ha permitido anticipar problemas y resolver complicaciones que pueden poner en riesgo la vida de la madre o el bebé.
“Antes, cuando tenían dolor abdominal, pensábamos que era ‘mal de aire’. No íbamos más allá, y la embarazada empeoraba. Con los conocimientos adquiridos podemos identificar problemas de vesícula o incluso apendicitis. Enfermedades que, de no ser atendidas de forma inmediata, pueden ser mortales”, explica Panamantamba.
Además de fortalecer sus habilidades, considera que el intercambio de conocimientos y experiencias entre las parteras tradicionales y el personal del sistema de salud es clave para alcanzar mayor articulación y ampliar la ejecución de intervenciones seguras y culturalmente sensibles que contribuyan a reducir las muertes maternas.
La OPS ayuda a tender estos puentes a través de capacitaciones y diálogos de saberes sobre planificación familiar, control prenatal, identificación de señales de peligro y atención del parto, sesiones en las cuales desde 2021 han participado parteras y parteros de Bolivia, Colombia, Ecuador, Honduras y Perú.
Las actividades forman parte del proyecto Mejorando la salud de las mujeres y las adolescentes en situaciones de vulnerabilidad, una alianza entre la OPS y Asuntos Globales Canadá que nace de la preocupación por la situación de salud de las mujeres y adolescentes en la región.
Luego de décadas de progreso, entre 2016 y 2020 la mortalidad materna aumentó un 15% en América Latina y el Caribe. Cerca de 8.400 mujeres mueren cada año en la región a causa de complicaciones en el embarazo, el parto y el puerperio, según el Grupo Interagencial de Estimación de la Mortalidad Materna de las Naciones Unidas.
Tecnologías y prácticas ancestrales van de la mano
Responder a las señales de riesgo en zonas de difícil acceso es posible a través del uso de herramientas como la campana de Pinard, un instrumento que se usa para escuchar los sonidos cardiacos fetales, la cinta métrica, para medir la altura uterina durante el embarazo, y los monitores de signos vitales conocidos como “cradle”, diseñados para el personal comunitario y calibrados con un mecanismo que permite identificar posibles emergencias en el embarazo, como la preeclampsia (trastorno hipertensivo que puede ocurrir durante el embarazo y el posparto).
“Detectar oportunamente señales de peligro permite, muchas veces, prevenir la mortalidad materna”, explica el asesor regional en Salud Materna de la OPS, Bremen De Mucio, quien destaca el rol fundamental de parteras y voluntarias que aprenden a utilizar estos dispositivos para identificar señales de riesgo.
En Colombia, la partera Lady Manuela Mosquera afirma que adaptar el uso de las herramientas a los distintos contextos y llegar a un punto de encuentro entre la medicina occidental y ancestral es posible cuando se fomenta la transferencia de conocimientos en espacios de confianza y se respeta la autonomía de los saberes tradicionales.
“Las parteras identifican los signos de riesgo con todos los sonidos que emite el cuerpo (de la mujer). Pero la tecnología de la campana de Pinard y la cinta métrica facilitan la identificación de signos de alarma en el tiempo justo, y es allí donde se entienden las dos medicinas”, dice Mosquera, quien es una de las lideresas de la Asociación Interétnica de Parteras y Parteros del Departamento del Chocó.
Acoger la diversidad cultural para salvar vidas
Los encuentros entre la OPS y parteras tradicionales han fomentado la creación de acuerdos entre líderes ancestrales y servicios de salud que permiten mejorar las intervenciones en comunidades rurales, indígenas y afrodescendientes.
“Los diálogos de saberes son un paso clave para acordar planes participativos comunitarios, donde las acciones se priorizan en función de las necesidades identificadas por las comunidades y no son ‘impuestas’ desde el sector salud en forma vertical”, asegura De Mucio.
“Los diálogos de saberes no solo nos ayudan a conocer más del contexto, sino que también son un canal para la sensibilización. Al celebrarse estos encuentros de manera horizontal, se logran concertaciones que pueden ayudar a resolver retos planteados frente a la salud de las mujeres”, explica Sandra del Pino, asesora en Diversidad Cultural de la OPS.
Por ejemplo, en Otavalo, Ecuador, se ha logrado que se permita a las parteras entrar junto con las embarazadas a las salas de parto, una estrategia que fomenta el acercamiento a los centros de salud en zonas donde se confía ampliamente en la medicina tradicional indígena.
En Bolivia, Ana Choque, jefa de parteras del Gobierno Autónomo Municipal de El Alto, defiende el derecho de todas las mujeres a tener una experiencia materna digna y humana.
Para ella, el aporte ancestral para mejorar la atención en salud de las mujeres radica en escuchar, respetar la autonomía reproductiva y tener empatía con las embarazadas. Reconocer estos valores es clave para generar coordinación con médicos, académicos y hospitales, y entender conjuntamente cómo apoyar la salud de las mujeres indígenas, asegura.
Las relaciones que se han cultivado dentro y fuera de los espacios técnicos convocados por la OPS han contribuido a fortalecer lazos de confianza que permiten que los procesos de concertación sean más fructíferos.
“Sentarse con una partera a charlar sobre experiencias de lo personal e historias que no están formalizadas nos sirve también para entender casos cotidianos y así mejorar las intervenciones”, señala Catherine Rodríguez, consultora nacional en salud materna y neonatal de la OPS en Colombia.
Los encuentros organizados por la OPS y apoyados por el Gobierno de Canadá han dejado resultados que pueden beneficiar a toda la región, como la creación de la herramienta de promoción del parto culturalmente seguro. Promover estos espacios y reconocer los saberes de los pueblos tradicionales son estrategias de la OPS que contribuyen a mejorar la salud de las mujeres y avanzar hacia la salud universal.