El programa Familias Fuertes (Strengthening Families) ayuda a prevenir ayuda a prevenir comportamientos de riesgos entre los adolescentes.
— Agosto 2023 —
“A mí me gusta mucho cocinar. A veces, después de la escuela, me ponía a cocinar algo, pero cuando les preguntaba si lo querían probar, siempre estaban muy ocupados”, nos contó Rodrigo, un niño de 12 años que participa en el programa Familias Fuertes de Chiapas (México). “Antes de entrar al programa me sentía excluido de mi familia. No me sentía apreciado, como que no me querían”, agregó.
“Antes de participar en el programa teníamos una relación violenta” señaló Francisco, el padre de Rodrigo. “Nadie nos enseña a ser padres. Todo era gritos y golpes. Me sentía un mal padre, que simplemente repetía lo que yo mismo había vivido de adolescente. Mi esposa no podía creer que le estuviera haciendo eso a mi propia familia.”
La esposa de Francisco, Ana, es psiquiatra y coordina actualmente las sesiones de Familias Fuertes en Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado de Chiapas. Tras reconocer las serias dificultades de comunicación que había en su hogar, sobre todo entre padre e hijo, y después de observar las mejoras que habían logrado otras familias gracias al programa, decidió que era hora de hacer participar a su propia familia.
Durante las sesiones, que se llevan a cabo en forma de una serie de talleres, se pide a los miembros de la familia que llenen un cuestionario para determinar qué está pasando en el hogar y cómo es la relación entre padres e hijos. A continuación, los facilitadores del programa trabajan por separado con los padres y con los adolescentes, y luego trabajan todos juntos a fin de promover un diálogo productivo y mejorar la comunicación. Después de siete sesiones se realiza una evaluación para verificar el impacto que ha tenido el programa en la vida de las familias participantes.
“Tenía un poco de miedo de participar porque me preocupaba qué era lo que tendría que hacer, pero cuando empezamos a aprender a comunicarnos, vi cómo se fortaleció la relación con mi hijo,” afirmó Francisco. “Uno de los cambios que observé es que ya no hay agresiones verbales con mi esposa ni con mis hijos. Hay más comunicación y participación. Sobre todo, el mayor cambio es que acepté que estaba haciendo las cosas mal, y esta aceptación me ha abierto al cambio,” agregó.
Para Francisco también fue importante reconocer que su hijo no es su amigo, sino su hijo. “Vivimos en una cultura machista, y Rodrigo y sus amigos tienen que vérselas con eso de que ‘Si no haces tal cosa, no eres hombre’. Como padre tengo que reaccionar cuando veo cosas como esas.”
Después de participar en el programa Familias Fuertes, la familia ahora da más importancia a pasar tiempo juntos y sostener reuniones familiares para tratar cualquier problema que pueda surgir, técnicas de crianza que Francisco espera que algún día Rodrigo aplique con sus propios hijos.
“Estoy muy orgulloso de mi hijo. Y hasta comencé a apreciar lo que cocina. No todos los platillos, claro, pero sí algunos…”, comentó.
El programa Familias Fuertes fue diseñado originalmente por la Universidad Estatal de Iowa, en Estados Unidos, y luego fue adaptado para ser aplicado en español por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Su objetivo es abordar problemas de salud física y mental, y prevenir comportamientos riesgosos en los adolescentes y sus familias mediante la promoción y el fortalecimiento de la comunicación entre padres e hijos.
El programa Familias Fuertes fue puesto en marcha por la Secretaría de Salud de Chiapas en el 2017 para tratar los problemas endémicos de salud de los adolescentes que prevalecían en esa zona, como la drogadicción, el alcoholismo y el embarazo en la adolescencia.
“Sabemos que la adolescencia es un período difícil debido a los cambios físicos y psicológicos que tienen lugar. Muchos adolescentes y jóvenes se sienten desorientados y tratan de encontrar su manera de encajar en el mundo”, señaló José Manuel Cruz Castellanos, Secretario de Salud de Chiapas. “Y comienzan a surgir problemas como el embarazo de adolescentes, algo muy frecuente aquí, así como adolescentes y jóvenes con adicciones y enfermedades de transmisión sexual”, agregó.
“Tenemos que respaldar a las familias, y asegurarnos de que lo más importante sea cuidar y apoyar a los adolescentes y jóvenes.”
Para Carolina Sohle Gómez, concejal local de Tuxtla Gutiérrez, el programa es una parte importante de las medidas para combatir la delincuencia, el embarazo precoz y el abuso de menores. “Solemos depender del sistema educativo o de salud para hacer algo, pero esto realmente debe comenzar en el hogar. Un programa de este tipo tiene por objeto fortalecer la unidad familiar y reforzar los valores familiares”, afirmó.
Para Rosa María González Pérez y Eduardo Rodríguez Pérez, padres de familia que residen en Mitontic —una comunidad indígena de la sierra—, el programa Familias Fuertes mejoró muchísimo su propia relación y la comunicación con sus dos hijas adolescentes.
“Antes de entrar a Familias Fuertes, solo nos preocupábamos de que nuestras hijas estuviesen bien, si habían salido, si habían vuelto, pero nada más”, nos comentó Eduardo, admitiendo que la comunicación era limitada. “No les preguntaba si les había ido bien en la escuela o si habían hecho la tarea, ese tipo de cosas”. Para la familia Pérez, los talleres los ayudaron a ampliar la comunicación y las charlas sobre lo que piensan y lo que sienten, y esto, a su vez, mejoró su relación.
“Noto que mis hijas confían más en nosotros”, afirmó Rosa María. “Cuando están tristes nos dicen qué les pasa. Nos cuentan qué hicieron en la escuela. Piden permiso antes de hacer algo”, agregó.
Para Eduardo, el programa también lo alentó a abordar los estereotipos de género que estaban afectando su relación con las mujeres de su familia. “Aquí, en las comunidades indígenas, hay mucho machismo”, dijo. “Como hombre, yo no lavo los platos, ni voy a agarrar una escoba, ni abrazo a mis hijas. Familias Fuertes te enseña que así no son las cosas. Si en algún momento mi mujer no se siente bien, una hija barre, yo ordeno la casa o hago el desayuno, ellas lavan... Es maravilloso lo que ha pasado en nuestra familia. Por eso es tan importante que Familias Fuertes continúe.”
“Muchos padres dicen que nadie les enseñó nunca cómo serlo”, señala Ana Laura Pinto Hernández, coordinadora de Familias Fuertes y madre de Rodrigo. “Este programa nos muestra cómo actuamos como padres y cómo podemos mejorar.”
Siendo psiquiatra, Ana ha participado en muchos programas que se centran en los adolescentes, pero son muy pocos los que prestan atención integral a la familia. Cree que si se canalizan más recursos hacia este tipo de intervención familiar, podría reducirse la carga que soporta el sistema de atención de salud de todo el país.
“Tendremos menos personas enfermas, menos adolescentes embarazadas, menos mortalidad materna, menos adolescentes y jóvenes bebiendo en la calle y faltando a clases”, nos dijo.
Sohle Gómez coincide en que es vital considerar los temas de salud de los adolescentes no solo como problemas de adolescentes, sino como problemas familiares. “Como madres, padres, ciudadanos, no podemos evitar ver el deterioro de la trama social, la pérdida de valores, la falta de comunicación con nuestros hijos”, destacó. “Con Familias Fuertes podemos ver los resultados en las familias y la manera en que el programa transforma la unidad familiar. Debemos comenzar a destinar nuestros recursos, nuestros recursos humanos y nuestra energía a la familia”, agregó.