En el camino, Nelly encontró a Claudia Jeréz, una técnica de salud que desde hace 6 años está asignada al programa de tuberculosis del hospital Simón Bolívar. Esta mujer se convirtió en su salvadora. Cuando Nelly mira a Claudia, sus ojos se iluminan, su voz se corta y su corazón se hace grande al ver a "su jefa", como ella le llama. "No saben lo que siento en mi pecho" dice. Nelly reconoce que logró recuperarse de la tuberculosis gracias al trabajo tesonero que hizo Claudia, quien supervisaba a diario que tomara el medicamento, pero además, le ayudó a reencauzar su vida, a descubrir quién era.
Después de las calles, la cárcel fue la casa de Nelly, allá la siguió Claudia. Ellas hicieron un "pacto", Nelly se comprometió a tomar el medicamento al pie de la letra y Claudia le prometió seguir su caso, a evaluarla, a aconsejarla, a quererla. Aún en la cárcel Nelly no dejó de tomar los medicamentos y de aprender más sobre la tuberculosis; de cómo prevenirla y controlarla. Así ha corrido la voz entre sus compañeras de celda.
Para que una persona enferma de tuberculosis se logre recuperar, es necesario el tratamiento absoluto por seis meses continuos. Además, requiere el seguimiento atento del personal de salud. Claudia y su equipo de trabajo visitan cárceles, albergues y asilos para atender a los enfermos de tuberculosis. Ponen mucho de su esfuerzo para salvar vidas, como la de Nelly, quien contra todos los pronósticos venció la enfermedad, ganó peso, ganó alegría, "ganó valor para la vida", confiesa.