Tegucigalpa, 9 de enero de 2024
Romi, una joven bióloga recién graduada, sufrió un accidente mientras se encontraba trabajando en una reserva forestal en el norte de Honduras.
"Bajábamos la montaña cuando, debido al suelo húmedo tras la lluvia, resbalé y supe al instante que me había fracturado el pie. Entre el guía y mis colegas, me llevaron a la ciudad para la primera atención antes de dirigirme a la capital, donde residen mis padres. Los cinco meses siguientes involucraron una doble tromboembolia, dos cirugías en el tobillo derecho y una larga recuperación antes de estar en condiciones de apoyar el pie y comenzar la rehabilitación".
Durante su discapacidad temporal, su dependencia total de la familia abarcó no solo el aspecto económico, sino todos los aspectos cotidianos. “Descubrí que había barreras por todos lados, desde las pequeñas gradas, las aceras desiguales, la falta de ascensores y rampas me impedían o dificultaban trasladarme de un lado a otro para recibir atención médica, rehabilitación, mucho peor pensar en algunas actividades de recreación que me ayudaran a pasar las largas horas y días”.
“Durante esos meses descubrimos que podía utilizar las sillas eléctricas que algunos comercios tienen a disposición de sus clientes. La visita al supermercado o la ferretería se convirtió en un paseo semanal muy esperado, porque este artefacto me devolvía por un poco tiempo mi libertad y mi movilidad. Fue muy gratificante ver la disposición de los empleados de estos establecimientos para facilitar mis desplazamientos y su colaboración para brindar a las personas con movilidad reducida la oportunidad de hacer sus compras de manera autónoma”.
También tropezó con dificultades al no encontrar espacios de estacionamiento cercanos y en algunos casos, la falta de empatía de algunos conductores que no respetaban estos espacios designados. Cuando esto sucedía se le hacía más difícil llegar con muletas hasta su destino. “Una tía me prestó una silla de ruedas eléctrica y eso fue una liberación. Ya que no podía apoyar el pie todavía, el uso de la silla me permitió desplazarme hacia sitios lejanos, edificios con ascensor y evitar caídas al usar las muletas para subir varios pisos”. Poco a poco iba recuperando su autonomía, ampliando su radio de actividad y podía mezclar ambas ayudas para hacer algunas actividades fuera de casa. Esta combinación de ayudas incrementó su autonomía, mejorando su estado de ánimo al interactuar con otras personas.
A pesar de su situación, logró generar ingresos y mantenerse activa. Para mejorar su salud mental y llenar las horas de inactividad se dedicó a fortalecer el emprendimiento que había comenzado desde sus tiempos de estudiante. Las redes sociales y las empresas de entrega a domicilio fueron de gran ayuda, pero también experimentó limitaciones para participar en ferias de emprendedores y exhibiciones. Solo podía participar los fines de semana donde contaba con la ayuda de sus padres y la participación era de pocas horas debido a su condición de salud.
“Sigo en mi proceso de recuperación y confío en que pronto podré movilizarme sin ayuda. Me siento privilegiada porque he tenido toda la ayuda necesaria para mi atención y mi recuperación. Esta experiencia me ha abierto los ojos a la necesidad de mayor apoyo para las personas con discapacidad y sus familias, a la importancia de mejorar no solo la legislación, la infraestructura de las ciudades, el apoyo para el empleo y/o emprendimiento y también para contar con las ayudas técnicas para promover su autonomía, sino también la actitud de la población hacia las personas que sufren de alguna condición que limite su movilidad. Es necesario que todos nos involucremos ayudando y haciendo nuestra parte para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad o en proceso de rehabilitación y su reinserción en la vida productiva y social”, concluyó Romi.
La evidencia internacional respalda la necesidad de mejorar la accesibilidad en las ciudades y la disponibilidad de ayudas técnicas para personas con discapacidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) destacan la importancia de garantizar entornos urbanos inclusivos. Además, señalan que la falta de accesibilidad puede afectar negativamente la calidad de vida y la participación de las personas con discapacidad en la sociedad.
La OPS Honduras está acompañando esfuerzos nacionales para la implementación de políticas públicas que respondan a las necesidades con personas con discapacidad.